Jesús I. San José | Militar en la reserva y autor de 'Crecimiento personal a tortazos'
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Jesús I. San José | Militar en la reserva y autor de 'Crecimiento personal a tortazos'
«El dinero produce bienestar, pero el bienestar es sólo el 10% de la felicidad»He aquí un hombre nuevo. Jesús I. San José (La Santa Espina,Valladolid, 58 años). Militar en la reserva, de regreso de una misión internacional empezó a sentirse mal. Creyó que era alguna enfermedad física y solo el paso del tiempo y el aprender a ... somatizar sus emociones le permitió salir de la depresión en la que cayó. Acaba de terminar de escribir 'Crecimiento personal a tortazos. Del círculo vicioso a la espiral creativa' (Ed. Círculo Rojo). Lo presentará el próximo jueves, 23 de marzo, a las 19:00 horas en la Librería Oletum de Valladolid. Antes, pasado mañana, protagonizará una de sus charlas mensuales en el Centro Cívico Juan de Austria de la capital del Pisuerga. El 10% de los beneficios de la venta del libro van a ir a una escuela de la ONG Rekko Guatemala. Quiere que su experiencia ayude a otros a alcanzar la felicidad. Él asegura que hoy es feliz. Ha tardado 12 años en conseguirlo.
–'Crecimiento personal a tortazos'. En estos tiempos, tortazos...
–El título va contra el happy-happy. Pero no hablo de tortazos físicos, sino emocionales. Aprendemos en las crisis. Cuando recibimos un revés es cuando nos vamos a superar; si no, no hacemos por superarnos.
–¿Habla la voz de la experiencia?
–Hace doce años, motivos personales y profesionales me llevaron a estar en un agujero y no tenía ni idea de inteligencia emocional. Mi educación había sido totalmente militar: pragmática, cuadriculada, resolutiva.
–¿Educado así desde qué edad?
–A los 16 años fui a la Escuela de Especialistas del Ejército del Aire en la Virgen del Camino. Hacíamos FP y salíamos ya de sargentos. Estuve 6 años. He estado 42 años de servicio en el Ejército.
–Balcanes, Bosnia-Herzegovina, el Sahel, Afganistán... Se ha jugado el tipo en misiones militares internacionales en esas zonas.
–Me ha tocado lo mío. En Herat murieron 142 españoles entre los 14.000 soldados de la coalición internacional que perdieron la vida en Afganistán. Allí no estábamos repartiendo pan y leche. El sitio que ocupaba y la situación me generaron un estrés muy fuerte. Yo tenía una responsabilidad y que sacar el trabajo adelante; en eso no hubo problema. De hecho me lo reconocieron, me felicitaron, me condecoraron. Y al regresar, en el avión, cuando el comandante dijo que estábamos ya sobrevolando espacio aéreo español me empezó a doler el pecho, la espalda; sudores...
–¿Qué hizo?
–Salí del avión, me tranquilicé y pensé que era el viaje, el estrés...
–¿Y no fue así?
–Empecé a no poder dormir. Fui varias veces al médico, porque pensaba que era algo físico. Me hicieron muchas pruebas, pero no encontraban nada físico malo. No podía respirar bien ni podía dormir. Cuando me preguntó el médico dónde había estado y a qué me dedicaba, me dijo: «Estás somatizando emociones». ¡No había escuchado eso en mi vida!
–¿Encontraron cura?
–Le dije al médico que lo que tenía que hacer era quitarme el dolor. Estuve dos meses de baja. Estar inactivo, en casa y con mis hijos ayudó a recuperarme. Pero meses después me llegó el divorcio y caí en una depresión.
–Directo al pozo.
–Caí en un pozo, sí.
–¿Qué experimentaba?
–Pierdes el interés por tu vida, por todo... Y me volvieron a la mente aquellas tres palabras del médico: 'Estás somatizando emociones'. Intenté recuperarme trabajando sobre los efectos, no sobre las causas. Intenté aplicar disciplina, el 'de aquí salgo', venga, venga... Viajé, pero no hubo forma: hasta que no empecé a educarme emocionalmente y a estudiar el cerebro, no encontré las causas.
–'Crecimiento personal a tortazos' tiene por subtítulo 'Del círculo vicioso a la espiral creativa'.
–Es nuestra mente la que genera nuestra realidad. Un pensamiento genera una emoción, que lleva a un sentimiento; que genera una creencia. La creencia genera acciones; las acciones, hábitos, que es lo que llamamos vida, y la vida nos lleva a nuestro destino. Así como vives, así piensas y como estés enfocado es lo que vas a obtener. Donde están tus pensamientos estás tú.
JESÚS I. SAN JOSÉ
–¿Así de fácil?
–Estoy convencido de que estamos a un solo pensamiento de cambiar nuestra vida. En el momento que cambias un pensamiento, te cambian las emociones, las acciones y la vida. Por eso, la rueda del hámster en la que estamos metidos comienza con unos pensamientos y termina con los mismos pensamientos. Siempre hacemos lo mismo.
–Siempre, siempre...
–Si miras tu vida para atrás, tus días son muy repetitivos: me levanto a la misma hora, desayuno lo mismo, voy al mismo sitio a trabajar, hago lo mismo... Ese es el círculo vicioso.
–¿Tiene salida?
–Rompiendo cualquiera de los elementos creas una espiral más creativa. Todo empieza por cambiar tus propios pensamientos.
–¿Por qué hay que cambiarlos?
–Porque los pensamientos van a ir a las emociones y estas a las acciones. Cambiando mis pensamientos cambio mis acciones.
–Para llegar a eso, ¿hay que pasar un proceso traumático como el que usted en su día pasó?
–Pretendo con el libro que nadie tenga que pasar por eso y que le pueda ayudar.
–Dice que no es otro libro de autoayuda. ¿Qué es entonces?
–Un libro de mi propia experiencia. Yo no digo que vayas a ser más feliz si lo lees, digo lo que yo he hecho para ser más feliz.
–Advierte en el libro que «no nos han enseñado a ser felices ni a invertir en felicidad». ¿De quién es culpa?
–Claramente del sistema. Hasta ahora, el sistema nos ha educado en la era industrial.
–¿Industrial?
–Los Estados querían mano de obra y nos formaban para ser eso, bajo la premisa de memorizar y después vomitarlo en los exámenes. Se preocupaban de nuestro coeficiente intelectual y no del emocional. Nadie nos enseñaba a gestionar una emoción de dolor, ni el éxito o el fracaso. Hemos aprendido a memorizar, hemos aprendido logaritmos, derivadas, integrales, historia... y ahora en un móvil, con un clic, en tres segundos tienes respuesta a cualquier pregunta que hagas.
–¿Entonces?
–Nuestro intelecto tenemos que dedicarlo a nuestra parte emocional porque los conocimientos ya los tiene cualquiera a golpe de clic. Es el momento de aprender a ser felices. Debería de cambiar el sistema educativo.
–No pide usted casi nada. ¡Hay 17 voces autonómicas y la estatal implicadas en el mismo!
–El sistema educativo no enseña a los niños a trabajar su pensamiento y las emociones. De ahí van a derivar sus acciones.
–De su experiencia a escribir un libro se supone que hay un trecho. ¿Cómo lo recorrió?
–Este proyecto del libro nace de que yo empecé a dar unas charlas en 2018, porque mi punto de inflexión fue hace 12 años, que son los que he tardado en adquirir los conocimientos.
–¿Sin dejar el Ejército del Aire?
–A la vez. A esto le dedicaba mi tiempo libre. Incluso mis viajes. El libro lo he acabado de escribir en Senegal.
–¡En Senegal!
–En una misión militar en el Sahel, hace un año.
JESÚS I. SAN JOSÉ
–Pero ese trabajo le había generado los problemas de salud.
–Lo de Afganistán fue en 2009. Después vino el divorcio y después, profundizar en el estudio. Pero, mientras, he seguido ejerciendo mi profesión de igual manera, sino mejor, porque tenía más conocimientos.
–¿Cómo y por qué decidió ponerse a dar charlas?
–Cuando me gusta un tema, lo dedico mucho tiempo. Una de las formas, a través de las charlas. Me formé como coach, hice un máster, acudí a cursos de inteligencia emocional, a clases de pensamiento positivo... Las tardes las dedicaba a entender qué me estaba ocurriendo. Una de las cosas que me llamaba la atención en los muchos viajes que hacía, no solo los profesionales sino también los de ocio, era que había mucha gente en el mundo que con muchísimo menos que nosotros es mucho más feliz.
–¿Por ejemplo?
–Estuve en Costa Rica, en la ciudad de los niños, trabajando con 350 pequeños. Habíamos recogido de la calle a niños para que acudieran a ser atendidos en una institución. Un día pregunté a uno que qué tal y me respondió «¡Pura vida!». ¿Por qué?, le insistí. Y me dijo que porque tenía cama, había comida y jugaba en un campo de fútbol. Para él eso era pura vida. Y me pregunté: ¿Por qué hay gente en el mundo que sin tener nada es feliz y yo que lo tengo todo, no?
–¿Qué se respondió?
–Aprendí que nuestra realidad está en un punto, las expectativas de felicidad en otro y lo que hay en el medio es sufrimiento.
–¿Hay forma de mitigarlo?
–Acortar la distancia entre nuestra realidad y nuestras expectativas. ¿Qué ocurre a los niños en África, Afganistán o Costa Rica? Que viven el día a día: su realidad es su felicidad, no necesitan más, han llegado vivos. Punto. Con eso les vale. ¿Qué pasa aquí? Pues que el niño quiere un móvil no sé cómo, la última 'PlayStation'...
–¡Y hay padres que se matan por dárselas!
–Claro, pero cuando ha alcanzado una 'PlayStation', automáticamente va a querer la siguiente. Su realidad va a estar a un nivel y sus expectativas y felicidad, en otro. Esa distancia es sufrimiento. Eso ocurre sobre todo en el mundo occidental, en esta burbuja de consumo y bienestar.
–La esencia del libro se basa en explicar cómo colocar en nuestras vidas la triada de verbos hacer-tener-ser. ¿Se consigue colocarlos adecuadamente si se lee su libro?
–Nos han enseñado, en la familia, en la sociedad, en la escuela, a través del telediario... que teníamos que estudiar: nos decían prepara una oposición, a ser posible al Estado, para garantizarte sueldo, cásate, ten hijos, cómprate casa y coche, lleva a tus hijos a un buen colegio y cuando tengas eso, serás feliz. Nos enseñaban que cuando llegásemos a esa meta íbamos a ser felices. Nunca nos dijeron que la felicidad hay que buscarla cada día.
–Esas metas y recomendaciones se siguen haciendo medio siglo después.
–Es lo que hay que cambiar. El orden es: hacer cosas que te hagan felices, que invariablemente vas a tener cosas. Nuestros hijos ya no buscan el dinero, buscan la felicidad. Es cierto que saben que van a tener que tener dinero, pero no están dispuestos a estar 10 horas trabajando por un sueldo de mil euros. Nuestros hijos se están marchando porque lo que hay aquí no les hace felices. Y tienen todo el derecho a buscar su felicidad.
–¿Puede ayudar su libro a quien esté padeciendo algún problema de salud mental?
–Nos están vendiendo mucho la 'Happycracia', la imposición de la felicidad. Nos dicen que ahora mismo no somos felices porque no queremos ya que tenemos todo, pero no es tan sencillo. A pesar de que tenemos todo, España es el país que más ansiolíticos consume, los índices de suicidio son altísimos, los de divorcios también. Luego con esos datos nos damos cuenta de que no somos una sociedad feliz.
JESÚS I SAN JOSÉ
–Según usted el dinero no es garantía de felicidad. Muchos se lo pueden discutir.
–El dinero no da la felicidad, pero si tengo que llorar mejor en un Mercedes que en un Seat Panda, ¿eh? El dinero también te da la felicidad, pero no es garantía de felicidad. El dinero da bienestar y el bienestar es solo un 10% de la felicidad. El otro 90% lo tienes que cubrir tú. Por eso hay gente que es feliz sin el dinero, porque se fija en ese 90%.
–¿Y ese 90% cómo se conforma?
–El 40% es referencial, lo que hayas vivido en casa y el 50% va a depender de tus conocimientos, tus habilidades, tus actitudes y tus ganas de superarte. Y con este 50% puedes revertir el 40% de tu referencia familiar.
–¿Usted es feliz?
–Si, porque he aprendido lo que realmente importa. Ojo, soy una persona feliz, pero no siempre estoy feliz, que hay que distinguirlo. Tengo mis periodos de enfado, de dolor, de saber lo que es la tristeza. En el funeral de mi mejor amigo no tengo por qué estar feliz, pero eso no quiere decir que no lo sea.
–Militar en la reserva con un libro que cuenta su experiencia vital, ¿sabe ya qué quiere ser de mayor?
–Feliz y devolver a la sociedad todo el beneficio que ella me ha reportado, porque me considero una persona muy afortunada por la pareja que tengo, por los hijos que tengo, por donde vivo y por lo que soy.
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