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Cuatro horas dura habitualmente el tratamiento, la depuración de la sangre cuando el riñón falla, cada tres días intermitentes a la semana y años... Así hasta que llega el trasplante. Las rutas para trasladar pacientes de una amplia zona a su hospital de referencia, ... los fallos en el calendario de recogidas y las esperas en las salas hospitalarias hacen que muchos pacientes de la comunidad tengan un periplo día sí, día no, de hasta diez y once horas fuera de casa para poder tratar su problema renal. Es imprescindible para su supervivencia. Entre siete y nueve, lo más habitual.
La hemodiálisis es un proceso que elimina los desechos de la sangre utilizando un acceso al sistema circulatorio bien sea a través de una fístula en las venas periféricas (habitualmente en el brazo) o bien accediendo a una vena central a través de un catéter. La sangre extraída pasa varias veces por un filtro para su depuración. Esta terapia y la propia enfermedad renal deja al paciente cansado, mareado, revuelto, con un malestar general y postrado en una silla a la espera de su ambulancia, en ocasiones, durante horas. Y muchas veces son octogenarios, por encima de los 50 siempre y en torno a los 65 años habitualmente.
Con la excepción de Valladolid y Soria, esta última porque dispone de su propia organización también local y diferente al resto de Castilla y León, las otras siete provincias tienen problemas de largas esperas, según apuntan los afectados y la asociación de los mismos, Alcer. Coinciden en señalar que el servicio ha empeorado en los últimos tiempos, el paralelo a los recortes en personal y en dotaciones y a la centralización del operativo en Valladolid para atender otras provincias.
Y son especialmente los afectados de Burgos y Ávila los que más problemas tienen y más reclamaciones presentan. Comparten problema y distancias similares; aunque Burgos tiene, después de León, el mayor número de pacientes en diálisis: 184 en total entre la capital (124), Aranda de Duero (41) y Miranda de Ebro (19), además de 16 que realizan el tratamiento en su casa, algo posible en muy contados casos. Son los atendidos en el Hospital de Burgos los que más problemas sufren con el transporte sanitario programado; especialmente el 80% de los mismos que viajan desde pueblos de su provincia y el 90% lo hacen en ambulancia. Pocos enfermos recurren a su propio coche. Ávila suma 95 pacientes en terapia renal sustitutiva. Unos 24 van, por ubicación geográfica, a centros hospitalarios de Béjar, Medina del Campo o Talavera; pero 51 acuden al Hospital Nuestra Señora de Sonsoles de Ávila y la mitad desde municipios. En toda al comunidad hay 1.366 pacientes con necesidad de diálisis, más de trescientos casos nuevos cada año, según datos del registro de la Consejería de Sanidad.
«La desorganización y una mala praxis», indican los afectados y los responsables de Alcer, «hacen interminables las rutas, exagerados los tiempos de demora hasta que paran en la casa de un paciente a recogerlo, también fallan a la hora de recogerlos en el hospital para devolverlos a su casa y, lo que es peor –coinciden– se olvidan de alguno y lo dejan en la capital a kilómetros de su pueblo o no figuraba en la orden del día recogerlos en su domicilio para llevarlos».
Estas incidencias, apuntan, «no son excepcionales. Cuando un enfermo se queda tirado en su casa, dado que el tratamiento es vital, la familia llama a Alcer y la asociación se mueve y llama hasta lograr que se vaya a por el enfermo». En ocasiones, los propios médicos o enfermeros. Por cierto, que coinciden en señalar el altísimo nivel clínico y humano de las personas que los atienden en los hospitales.
La situación es todavía más grave cuando estos pacientes son trasplantados, dado que los alrededor –según casos– de los primeros tres meses tras el injerto renal deben acudir con una alta frecuencia –de tres días semanales al principio, luego se va reduciendo progresivamente– al complejo salmantino donde fueron intervenidos. Pasado este tiempo, el seguimiento ya se deriva alServicio de Nefrología del hospital de su ciudad o provincia. En estos casos de más de hora y media para los abulenses y una más para los burgaleses, cada uno de los dos viajes que deben hacer en el día, no solo es un transporte más largo sino más delicado y con menos recursos porque los horarios de autocares o trenes, son incompatibles con unas consultas a las que se les cita a las ocho de la mañana.
Una ambulancia traslada entre cinco y siete pacientes, no solo renales;pero dado su tratamiento más largo la espera lo hace todo aún más penoso. También sufren esta situaciones quienes acuden a Radioterapia o a cualquier consulta.
La Consejería de Sanidad ha adoptado varias medidas para corregir esta situación. Según explica el gerente regional de Salud, Manuel Mitadiel, «hemos mantenido reuniones con los pacientes y queremos en primer lugar establecer un canal de comunicación que nos permita conocer sus reclamaciones de forma ágil».
Así, Alcer «formará parte de la Comisión Provincial de Transportes para mantener una relación fluida con la gerencia de salud de su área». Mitadiel explica que van a «incluir este transporte en el plan de inspecciones, ya las había, pero de esta forma se potenciarán. También estamos hablando sobre la renovación del equipamiento y, desde luego, vamos mejorar la organización de rutas y los tiempos de espera».
Son 45 kilómetros los que separan El Tiemblo de la capital abulense. Es el recorrido día sí, día no, que hace Miguel Ángel para someterse a diálisis hasta que llegue un riñón compatible para él. Y el camino no es directo, sino todo un itinerario que reúne pacientes de distintos pueblos. Hasta aquí, «lo asumo, es lógico, pero lo que no puede ser es tener problemas todas las semanas. Tardan en llegar a buscarme más de lo anunciado. Unas veces a las seis de la mañana, otras a las siete.Me enganchan a la máquina a las 8:30 horas y termino a las 13:30, depende;pero no llego hasta las cuatro de la tarde o cinco». Un día «se me soltó a las seis de la tarde una fístula y todo fueron complicaciones. También me ocurrió que se olvidaron de mí y hasta las dos de la tarde estuve esperando, me habían dejado en la sala del hospital».
«Siempre que llamamos dicen que está en camino y tarda horas. Crea inseguridad y angustia comprobar continuamente que no lo tienen apuntado, que dicen a una hora y llegan a otra», apunta su esposa. Así, Miguel Ángel, a sus 69 años, tiene la vida no solo ligada a esta terapia imprescindible, que «nos impide movernos de casa» sino a la incertidumbre. «Si quieres irte 15 días, el hospital contacta con otro centro y te lo arreglan para que se dialice en otra ciudad;pero es todo muy problemático y no lo haces», explica Carmen. Lleva 31 años enfermo y ya recibió un riñón que le fue trasplantado pero «por una subida de tensión se le estropeó y ahora esperamos otro que nos de la libertad», destaca su mujer.
Ocho años en lista de espera para un riñón cuando residía en Madrid y seis años viviendo en Ávila, «hasta que superó tal desmotivación y decidió hacerse las pruebas», a los tres meses lo llamaron para un trasplante renal en el Hospital de Salamanca. Todo ha ido bien y Carlos Jiménez, y su mujer Paz, solo esperan volver a casa para ser «libres, para liberarse de una máquina tres días a la semana». Pero hasta que eso llegue –que está cerca porque se operó en noviembre– «sufrimos la tortura del transporte en ambulancia. Tenía que ir, al principio tres días cada semana, ahora dos, hasta Salamanca y yo con él. Pero muchos días cuando llamo a ver a qué hora llega ni siquiera figuraba su trayecto; incluso, han llegado a negarse a llevarlo porque no lo tenían en lista y ya no cabía, es catastrófico. Un recién trasplantado no puede faltar a una consulta, es vital. Una vez casi nos tiene que pagar taxi de ida y vuelta Alcer. Y ahora hemos tenido que luchar porque nos sigan llevando aunque la frecuencia baje aun día semanal.Se negaban».
Alfonsa Illera vive en plena avenida del Cid de la capital burgalesa y cada lunes, miércoles y viernes acude al Hospital de Burgos para someterse a diálisis. «Estoy enferma desde hace 21 años y llevo 17 en diálisis tras un fracaso de un trasplante en el mismo quirófanos, sigo en lista de espera, quiero salir de la máquina cuanto antes. Y así, lleva «con paciencia y resignación» este peregrinaje; pero advierte que lo peor «son las personas que tienen que acudir en sábado o cuando hay un día festivo porque entonces al ambulancia falla mucha más, viene de Valladolid y nunca sabes lo que va a pasar. Muchas veces estás apuntada y te dejan plantada. Y llamas al teléfono que tienes para estas incidencias y los muy tunantes te ponen la musiquita en espera y así tiempo y tiempo sin soluciones. Y aguantas porque no te queda otra. Pone muy nervioso porque esto es tres días a la semana durante años, sin descanso. Tenemos que ir a diálisis si estás bien pues bien y si tienen gripe o gastroenteritis, pues también. No puedes dejarlo, es vital. Muchas personas se marean mucho, se revuelven y no están para esperar tanto para volver a su casa a descansar. La oficina de coordinación funciona por la mañana, pero los pacientes de las tardes ya están desprotegidos si algo funciona mal o no cumplen con el servicio, no tienes a quién recurrir».
Explica Alfonsa que la situación es muy crítica en Burgos «porque aquí hay muchos pacientes que llegan de fuera, medio centenar son de fuera, de la provincia, y están a espensas de la ambulancia y a veces precisas una consulta de vascular u otra y te retrasas más de la una de la tarde y cuando sales ya no hay nadie, no te llevan y hablamos de personas con una edad media de 67 años y hay algunos muy mayores».
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