Día Mundial del Ictus, cómo detectarlo y agilizar la respuesta para atajar secuelas

La Consejería de Sanidad puso en marcha en Castilla la aplicación de un Código Ictus para coordinar la atención desde que el paciente llama a Emergencias o acude a su médico de Familia, a la atención en las urgencias hospitalarias y por parte de los especialistas. El objetivo es acortar al máximo los tiempos y administrar los tratamientos adecuados en la «ventana» de «las primeras 24 horas». Es una enfermedad «tiempo-dependiente». Cada hora resta. A partir de aquí, claves para reconocer un ictus y afrontarlo.

La pérdida de fuerza o sensibilidad en una parte del cuerpo, en el brazo, la pierna o la cara; la dificultad para hablar o la pérdida de visión de un ojo son síntomas compatibles con un ictus. Pueden verse acompañados por un dolor de cabeza singular: punzante, que quema o hiela, con opresión o latidos. La respuesta debe ser inmediata: llamar al 112.

Hay factores que incrementan el riesgo de padecer un ictus. El primero es la edad y Castilla y León cuenta con una pirámide de población envejecida. Pueden darse en personas jóvenes, pero lo habitual es ver ictus a partir de los 55 años. A la cabeza de otros factores de riesgo está la hipertensión, pero también la diabetes, la obesidad o enfermedades cardiacas, así como el tabaco o el consumo de drogas como la cocaína.

Las mujeres tienen una mayor predisposición a sufrir ictus, con independencia de la edad.

El relato del ictus puede contarse a través de cifras, detrás de las cuales hay personas que encaran situaciones complicadas y dolorosas. La documentación que la Junta incorpora al protocolo de tratamiento del 'Código Ictus' refleja que la comunidad contabiliza unos 1.750 fallecimientos anuales. La incidencia en España es de 187 casos por cada 100.000 habitantes. Esa cifra puede ser algo más alta en Castilla y León por el envejecimiento del padrón de habitantes. Eso indica que cada año se producen en la comunidad en el entorno de los 4.500 ictus.

Cada ictus supone, por término medio, 9,5 años de vida vividos con discapacidad, con un coste individual estimado en el primer año que oscila entre los 20.000 y los 30.000 euros, según estudios europeos recogidos en la documentación que acompaña al 'Código Ictus' de la Consejería de Sanidad de Castilla y León.

Castilla y León dispone de un 'Código Ictus' en cuya elaboración trabajaron más de 80 profesionales y que ve la luz siguiendo los pasos del 'Código Infarto'. Es una herramienta de 140 páginas que establece un protocolo de asistencia para guiar a los sanitarios desde la atención en el consultorio o la ambulancia que acude a una emergencia a su abordaje en el hospital. Es más complicado tratar un ictus que un infarto. Un electrocardiograma es la prueba necesaria para poner en marcha un tratamiento rápido en el segundo caso. Con el ictus se necesita un diagnóstico mediante imagen que precise si el origen en una hemorragia o un coágulo. Lo primero, pues, es hacer un TAC cerebral cuando el paciente entra en el hospital. El tratamiento está a cargo de neurólogos especializados.

Los casos más graves requieren una asistencia hiperespecializada en unidades de ictus que hay en Valladolid, Salamanca, León y Burgos con traslados prioritarios. El protocolo aprobado por la Consejería de Sanidad refleja el tiempo que se tarda desde los hospitales de otras provincias en llegar a esas unidades: desde los 107 minutos de Soria o los 82 de Segovia a los 77 de Ponferrada o los 67 de Ávila. Los pacientes de Miranda de Ebro son enviados a Vitoria.

El tratamiento de un ictus es un asunto sanitario pero con derivada política. El procurador de Por Ávila, Pedro Pascual, ha llevado a las Cortes en varias ocasiones desde 2021 la apertura de unidades de ictus en los hospitales provinciales que no las tienen, lo que obliga a derivar a pacientes a Salamanca, Valladolid, León o Burgos en una patología en las que «el cerebro es tiempo».

Pascual es médico de Emergencias. «Si te tiene que dar un ictus en Ávila, que sea por la mañana», relata el procurador, que añade a la falta de la unidad especializada el hecho de que el helicóptero medicalizado que puede trasladar al paciente no vuela de noche. La situación de Ávila tiene réplica en Zamora, Ponferrada y Palencia. Soria y Segovia no tienen unidad pero sí una asistencia intermedia, con un 'área ictus'.

Pascual Intentó que se incluyera partidas en los presupuestos de 2021 y 2023 para extender estas unidades a los hospitales que carecían de ellas. Fue rechazada su enmienda por PP y Cs en las primeras cuentas y por PP y Vox en las segundas. Los actuales socios también han votado en contra en una Comisión de Sanidad. El procurador de Por Ávila centra el obstáculo en una cuestión de organización laboral que afecta a los neurólogos, profesionales que en Ávila no tienen guardias presenciales en su especialidad. «Si se estableciesen estoy convencido de que, al igual que ocurre en Segovia, vendrían neurólogos desde Madrid», remarca.