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No hace tanto que el hemiciclo de las Cortes de Castilla y León, esas que hubo que trasladar de Fuensaldaña a Valladolid para evitar estrecheces, albergaban a 84 procuradores. Eran la octava y novenas legislaturas, de 2011 a 2019. Y también en las tres primeras. ... En la actual, la despoblación melló las cifras y redujo la cuota a 81, la menor hasta la fecha. Y si el calendario electoral siguiera su curso ordinario, y Alfonso Fernández Mañueco decidiera que su socio le «garantiza la estabilidad» ante eventuales mociones de censura, en 2023 podrían celebrarse con 78 escaños en liza. Sería la primera vez en democracia que el parlamento autonómico baja de 80 procuradores. La proyección la realiza el PSOE basándose en la tendencia demográfica, que apunta que Ávila, Palencia y Valladolid rozan la pérdida de un procurador.
La ley electoral autonómica contempla que a cada provincia le corresponden, de salida, tres procuradores. Luego se añade uno más por cada 45.000 habitantes. Y si el resto supera los 22.500, otro. A Ávila, con el padrón a 1 de enero de 2021 -que se oficializará a mediados de diciembre-, le sobran 1.655 habitantes. A Palencia, 1.094. Y a Valladolid, 1.483. Y aquí entra la tendencia demográfica. Ávila había recuperado algo de población respecto a 2020, pero no lo suficiente como para voltear un descenso constante desde 2010. En poco más de una década ha perdido 7.755 habitantes, y en cinco ejercicios cedió más de esos 1.655 ciudadanos que ahora le supondrían perder un procurador.
En Palencia la proyección es igualmente negativa. O peor. En ocho de los últimos nueve años ha perdido más de esos 1.094 habitantes que le pueden suponer ceder un asiento en las Cortes de Castilla y León. Desde el 1 de enero de 2000 el padrón provincial ha bajado 17.777 personas. En 1999, la circunscripción palentina repartía 7 asientos en el parlamento autonómico. A día de hoy los mantiene. En 2023 podría quedarse en 6.
Valladolid es la provincia que más procuradores aporta al hemiciclo, con 15. Lo hace desde 2007, cuando consiguió incrementar en uno su cuota al pasar de 518.000 residentes. Ahora, sin embargo, está a 1.483 habitantes de perderlo. La provincia vallisoletana ganó habitantes desde el año 2000 hasta 2012 ininterrumpidamente, y a partir de entonces comenzó a caer. En seis de los últimos diez años perdió más de esos casi mil quinientos ciudadanos que le harían ceder un escaño.
Esto altera aún más un escenario electoral incierto. Con los resultados de 2019, Por Ávila se habría quedado sin su procurador en las Cortes; el PP habría perdido uno en Palencia y el PSOE, otro en Valladolid. Lo que habría dejado el equilibrio de fuerzas casi como estaba, con PP y Cs sumando los 40 que, con 78 procuradores, les darían la mayoría.
Un escenario que, en todo caso, parece complicado que se repita. Hay que contar, sea en 2022 o en 2023, con el desmoronamiento anunciado de Ciudadanos, que las encuestas sitúan como una fuerza residual después de haber alcanzado los 12 escaños en 2019, lo que la sitúa como tercera fuerza del parlamento autonómico. También es impredecible la evolución de Podemos, que además pretende confluir como Unidas Podemos junto a Izquierda Unida en un momento en el que la vicepresidenta Yolanda Díaz (PCE) empieza a vislumbrarse más como una posible rival que como una aliada de los de Ione Belarra a nivel nacional. Y entra en liza Vox, que aspira a quitar cuota al PP tanto en las elecciones municipales como en las autonómicas. A eso hay que sumar la irrupción, probable, de fuerzas provinciales ligadas de un modo u otro al movimiento España Vaciada, aún por definirse.
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