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Fernando Herero, en las taquillas de los Cines Broadway de Valladolid. RODRIGO JIMÉNEZ
Fernando Herrero, crítico cultural y exdirector de la Seminci

«La desigualdad social y económica es obscena»

Aunque admite cierto pesimismo por que el momento político «es malo», resalta que «el que aún haya gente que ayuda a los demás da esperanza»

J. I. Foces

Valladolid

Sábado, 11 de noviembre 2023, 00:04

He aquí un hombre de la Cultura con el que Valladolid siempre estará en deuda. Fernando Herrero (Zaragoza, 1934), crítico de cine, teatro y música, autor teatral, exdirector de la Seminci, fundador, exdirector y profesor de la Escuela Provincial de Arte Dramático y docente en ... el Aula de Teatro de la Universidad de Valladolid. Recientemente ha sido distinguido como Amigo de Honor 2023 por los integrantes de la Asociación Cultural Amigos de Teatro Corsario por su dilatada trayectoria profesional en el ámbito teatral y su dedicación a la cultura en los últimos 60 años. Un motivo para sentarse a conversar con él y conocer su opinión sobre el panorama actual del cine y de las artes escénicas, que él incardina en el momento general que atraviesa el mundo, al que ve muy amenazado por las desigualdades sociales. Marca la conversación con esta sentencia inicial: «¡Qué tiempos! ¡Cómo ha cambiado el mundo!».

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–¿Cómo ha cambiado el mundo?

–A mal, a mal. Afortunadamente hay una tecnología nueva extraordinaria, lo que pasa es que los humanos aplicamos muy mal los nuevos descubrimientos. Cuando descubrimos el átomo, salió la bomba atómica. La tecnología nueva, la digital, se emplea muy mal con las redes sociales, la mentira, el odio,…

–¿Usted está en redes sociales?

–¡No, no, no!

–¿Por que le pilla a trasmano?

–Porque no me interesan.

–Pero atraen a mucha gente que opina de lo que pasa.

–El momento es muy malo. Primero, porque tenemos dos guerras espantosas, la de Ucrania y la de Israel. Y políticamente estamos en un momento en el que sea cual sea el resultado de las elecciones dependemos de un grupo que va a mandar. Vox, a un lado y Sumar y compañía, al otro. No es buen momento, no.

Fernando Herrero, en un momento de la entrevista. RODRIGO JIMÉNEZ

–Le veo pesimista.

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–Tal vez se corresponda esa percepción con mi estado físico, que no es el mejor. De todas maneras, hay cosas buenas.

–Pues cite alguna.

–Las ganas que tiene la gente de vivir, las masas, que van de un lado para otro. Las que van al teatro, por ejemplo, llenan el Calderón siempre. Lo que pasa es que no sé si tiene verdadero interés, realmente. No soy muy optimista. Hay buena gente que ayuda a los demás, que es la que vale, pero luego hay otra que lo único que hace es elevar la diferencia entre los muy pobres y los muy ricos, diferencia que cada vez es mayor.

–Pero con lo que usted ha visto y vivido... ¿por qué ese estado de ánimo?

–De lo que he vivido estoy muy satisfecho. Nací en Zaragoza, mi padre fue luego a La Coruña y en Madrid estudié la carrera de Derecho. Gané las oposiciones del Instituto de Reforma y Desarrollo Agrario...

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–¡El famoso Iryda!

–El Iryda, sí, que me permitió realizar una labor muy interesante y tener mi visión del mundo rural, que no conocía en absoluto. Pero aparte de mi trabajo, primero en Iryda y luego en la Asesoría Jurídica de la Junta de Castilla y León, dediqué todas las tardes a las cuestiones culturales.

«A mí me gusta más destacar lo que es bueno que meterme con lo malo. Hacer crítica no es fácil»

Fernando Herrero

Crítico de cine, teatro y música

–¿Qué le llevó a aficionarse al teatro, al cine y a la música?

–A la música, porque un amigo me llevó un día a un concierto de Ataulfo Argenta y me gustó tanto que me aficioné más. Y al cine y al teatro, desde pequeñito.

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–Pero, siendo un hombre de leyes, ¿por qué orientó esa afición hacia las artes escénicas?

–Primero, porque no sé pintar, que me hubiera gustado mucho, y tampoco sé de matemáticas y demás. Y, segundo, porque son de las cosas más interesantes que existen. Y porque siempre he leído mucho. ¡Sigo haciéndolo!

–¿Cómo se sumergió en el mundo del cine?

–Un grupo de aficionados salvamos en su día la Semana de Cine. La había dejado ya Antolín de Santiago, porque se iba a Madrid, y la rescató y la pagó de su propio dinero el entonces alcalde de Valladolid, Manuel Vidal. La salvó. Y nos la encargó a Rafa González Yáñez y a mí. Hubo más gente, pero principalmente nos encargamos nosotros. ¡No cobrábamos por ese trabajo!

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–Es que eran otros tiempos...

–Hicimos seis ediciones. Y trajimos cosas interesantes. No fue perfecto, ¿eh?

–Pero tampoco como para flagelarse.

–Es que en aquel tiempo teníamos el problema de las subtitulaciones, porque no teníamos dinero, encima.

–¿Qué habría sido de Valladolid sin la Seminci?

–Es uno de sus rasgos definitorios. La Seminci fue mejorando. Empezó como Semana de Cine Religioso y se añadió después lo de Valores Humanos, con lo cual ya se pudo proyectar casi todo. Y con Carmelo Romero, que vino como delegado de Información y Turismo, ya se añadió lo de Semana de Cine. Hizo muchísimo por Valladolid; también el festival de teatro.

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Fernando Herrero, ante la fachada de los lugares que más ha frecuentado, los Cines Broadway. RODRIGO JIMÉNEZ

–Dado que lleva toda su vida como crítico, no me resisto a preguntarle: ¿Existe la crítica positiva?

–¡Sí! Y es necesaria. A mí me gusta más destacar lo que es bueno que meterme con lo que es malo. Hacer crítica no es fácil. A mucha gente le pides que lo haga y no le salen más que dos borrones.

–¿Se ha granjeado algún enemigo en su carrera como crítico?

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–Yo creo que no.

–¿De verdad que nadie se ha encarado con usted después de una crítica?

–Bueno, sí, unos de un grupo de Madrid, pero nos hemos hecho muy amigos después. Y siguen viniendo a Valladolid.

«Orquesta Sinfónica y Semana de Cine son los hechos culturales que caracterizan a Valladolid»

Fernando Herrero

Exdirector de la Seminci

–¿Lo más para un crítico es que alguien decida ir o no a un cine o a un teatro por lo que haya escrito?

–No lo sé. Pero yo lo hago con honradez, eso sí. El crítico tiene que ser honrado. Y, además, vamos a ser sinceros...

–Venga, sea sincero.

–Ahora no hay crítica casi en los periódicos. Salvo El Norte, que incluso me publica alguna de vez en cuando porque yo ya no salgo mucho de casa. A las compañías la crítica les entusiasma, si es buena, ¿eh? Te piden la crítica. Es lógico. Una crítica mala puede destrozar una obra.

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–¿Y una buena?

–La puede encumbrar, aunque eso me parece exagerado.

–Pese a ser crítico teatral, Teatro Corsario le acaba de considerar compañero de viaje y le ha entregado un premio.

–Un reconocimiento muy simpático, muy agradable; una estatua muy curiosa. Me he llevado muy bien con todos. He sido director de la Escuela de Arte Dramático, además, la primera que hubo en Valladolid. Por eso me he llevado muy bien con todos.

–Y ha escrito obras. Varias de teatro infantil. ¡Con lo difícil que es ese público!

–Que no son difíciles los niños, que no: se lo pasaron fenómeno. Hice dos y quise ir más allá todavía, aunque no hubo ocasión.

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«Escogí Valladolid por Delibes, la Seminci y El Norte. A Valladolid le estoy muy agradecido»

Fernando Herrero

Fundador y profesor de la Escuela Provincial de Arte Dramático de Valladolid

–Como autor teatral también ha recogido premios.

–Me dieron uno en Sitges, al que no me presenté, por una obra para mayores que se titula 'La Piedad', de la que hizo un montaje muy bueno Juan Antonio Quintana.

–¿Se ve como profeta en su tierra, Valladolid? La ciudad le dio un premio especial del Festival de Teatro y Artes de Calle.

–Nunca me he presentado a ningún premio. Me los dan y lo agradezco mucho, porque siempre es agradable recibir un reconocimiento. Pero uno es modesto... Cuando gané la oposición, ¿sabe por qué escogí Valladolid?

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–Cuéntelo.

–Porque había tres cosas que me interesaban: Miguel Delibes, la Semana de Cine y El Norte de Castilla. Y, afortunadamente, he sido íntimo de Miguel Delibes, he dirigido seis años la Semana de Cine y he escrito miles de artículos en El Norte de Castilla. A Valladolid le estoy muy agradecido. Además, es una ciudad que ha mejorado notablemente.

–Pero se está quedando sin cines.

–Sin embargo, hay más teatros. Es el eco de los tiempos. Ahora la gente va menos al cine porque hay aparatos de televisión mejores.

–¿Y eso es bueno o malo?

–Si se utiliza mal, es malo.

–¿Y dónde queda la magia de la sala de cine?

–La sala de cine es esencial.

–¿Está en peligro de extinción por culpa de las plataformas?

–Sí. Le pasa lo que a los diarios de papel: la gente se ha acostumbrado a la tecnología, a lo digital y le da pereza ir al cine, tener que desplazarse. Y luego las plataformas han hecho una tarea negativa para las salas y no se han portado nada bien. Los festivales no debían poner nada de televisión. Por eso soy pesimista: el contacto humano cada vez es menor, salvo las grandes avalanchas, como la de la reciente Marcha del Cáncer, que va todo el mundo. Pero hay amigos que se hablan sólo por el móvil.

–Eso decía Manu Leguineche, que el peligro de la tecnología es que cambia amigos reales por amigos virtuales.

–Internet es un hallazgo extraordinario pero no todas las cosas que dice son las que utilizamos. Es utilísimo para los datos, que suelen ser exactos. Pero las opiniones... ya, como hay muchas y distintas, Internet no es suficiente.

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–Usted defiende que el teatro «contribuye a hacer ciudadanos más libres y, por tanto, menos manipulables». Pero de ser verdad, los teatros estarían llenos.

–El teatro hoy no está mal de público. El Calderón, por ejemplo, está lleno siempre. Y, luego, Valladolid tiene una cosa extraordinaria, la Orquesta Sinfónica, que tiene un gerente que funciona muy bien y consigue llenos bastante notables en sus conciertos. Orquesta y Semana de Cine son los hechos culturales que caracterizan a Valladolid.

Fernando Herrero, en un momento de la entrevista. R. JIMÉNEZ

–Pero la política ha empezado a amenazar la escena. En algunas autonomías, Vox, desde los gobiernos, ha cancelado algunas obras. ¿Vuelve la censura? ¿Hay riesgo de involución cultural?

–Sí, sí. La situación política está en toda su extensión, tanto la derecha, el PP, como la que llamamos izquierda, el PSOE, dependen de otros partidos que no me terminan de convencer: Vox, por una parte, que es ultraderecha, y Sumar, que es ultraizquierda, un poco caprichosa, además. Y hay una relación de odio entre PP y PSOE insoportable. Lo lógico, como en Alemania, es que hubiera acuerdos puntuales, ¡y no los hay! Por tanto, los gobiernos no van a ser fáciles. Si gobierna el PSOE, tendremos todos los días, además de críticas salvajes y absurdas del PP, líos con Sumar o con los catalanes. Y si es al revés, tendremos líos entre PP y Vox. Y hay muchas desigualdades.

–¿Cuál le preocupa más?

–La desigualdad social y económica, que es obscena. Hay 11.000 millones de euros en paraísos fiscales de ricos españoles. Lo leí el otro día en El Norte. No se atreven a veces...

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–¿A qué? ¿Quiénes?

–Yo al que sacara dinero a paraísos fiscales le impondría penas de cárcel. Es un delito, porque estás hurtando impuestos al Estado. Si quieres meter en la cárcel a Shakira porque no ha pagado impuestos, o en su día a Lola Flores, ¿cómo no vas a meter en la cárcel a toda esta otra gentuza? Porque le llamo gentuza indeseable por sacar el dinero de España. Ahora al que tiene dinero no le es suficiente. Eso es terrible.

–¿Aconsejaría hoy a un joven con vocación que se hiciera actor, autor teatral...?

–Sí, sí, sí, sí. Con vocación, ¿eh? Si eres uno de los mejores actores, no tienes problema. Pero si no estudias y mejoras, no pasarás de ser una mediocridad.

–¿Ha pensado alguna vez qué habría sido de usted sin la Música, sin el Teatro y sin el Cine?

–Sería una persona normal, pero peor. El ser humano sin las artes sería peor. Aunque Caravaggio, por ejemplo, era un tío nada recomendable y resulta que es el pintor mejor que he visto en mi vida. Y Picasso era un presumido, aunque maravilloso pintor.

–¿Ha pensado cómo evolucionará el teatro en estos tiempos tan internetizados?

–El teatro como siempre. Tienen que cambiar los autores, porque ahora no hay grandes autores. Hay que hacer obras que valgan todo el tiempo, como Shakespeare. Lo bueno es que el teatro tiene gente muy entusiasta y se le puede augurar larga vida.

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–¿Y se ha parado ya a meditar qué quiere ser de mayor?

–Seguir como he estado siempre, porque he podido hacer cosas. Lo mejor que puede hacer uno es ejecutar su trabajo bien y que ese trabajo sirva a los demás. Creo que el mío ha servido.

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