He aquí una mujer que lleva toda la vida dedicada a mirar por los demás. Y lo del verbo 'mirar' no es gratuito porque María Jesús González García (Madrid, 1971) está entregada en cuerpo y alma a investigar sobre los ojos del ser humano y ... todo lo que les rodea, les afecta, les daña y, por tanto, todo lo que pueda hacerse para curarlos. Vallisoletana de Madrid («Vine a Valladolid a trabajar y me quedé por amor... ¡al trabajo!», bromea), se diplomó en Óptica y Optometría en 1992 y desde 2008 es investigadora principal en Superficie Ocular en el Instituto de Oftalmobiología Aplicada (IOBA). Doctora en Ciencias de la Visión (2008) y profesora de la Universidad de Valladolid, desde hace meses ella y su equipo trabajan en una doble vertiente: por un lado, los síntomas de molestia o de dolor ocular que vienen influidos por uno mismo, por el día que haya tenido, por haber recibido una mala noticia...; y, por otro, en la búsqueda de biomarcadores objetivos, que se puedan medir, que generan esos dolores oculares.
Publicidad
–Esto de mirar por la vista de los demás, ¿de dónde le viene?
–Quise hacer Medicina y por nota no pude entrar, como les pasa a muchísimos. Esos números clausus tan altos... Pero siempre tuve claro que quería ir hacia la parte de las Ciencias de la Salud. No sabía que existía la carrera de Óptica. Entré en ella y en el segundo curso, cuando nos empezaron a hablar de pacientes, me dije '¡Aquí me quedo!' No es necesario ser médico para ser un buen profesional sanitario y eso es lo que he ido comprendiendo a lo largo de todos estos años.
–Como cura los ojos, ¿lo ve usted todo mejor que los demás?
–Dentro de que me gusta ver las cosas bien, desde un tinte más optimista, la vida te va poniendo en tu sitio y vas viendo las cosas de una manera más realista, no tanto ver las cosas con cristal de color rosa, sino algo más natural.
Publicidad
–¿Para ver bien las cosas como investigadora hacen falta gafas especiales, de visión inteligente o, simplemente, tener más paciencia que el Santo Job?
–Lo que hay que tener es curiosidad. Para dedicarte a una carrera científica, de investigación, has de ser una persona curiosa, tienes que saber hacerte preguntas y querer encontrar respuestas. Eso es lo que me ha movido desde que defendí la tesis doctoral y es lo que creo que me ha ayudado, el ponerme el cristal de la duda para ver las cosas. Paciencia hay que tener mucha, eso sí, porque investigar no es nada fácil. Es una carrera de fondo y solamente la puedes terminar si tienes una motivación intrínseca ya que es difícil encontrar financiación para hacer tus estudios, es difícil publicar, es difícil llevar el día a día y es difícil gestionar tu vida profesional con tu vida privada, muy difícil.
–El omnipresente problema de la conciliación.
–Yo no tengo hijos y en ese sentido no tengo esa exigencia, pero conozco muchas compañeras que al tener hijos han tenido que dejar su carrera profesional un poco de lado. No es sencillo avanzar en esta carrera.
Publicidad
–¿Cabe pensar que en estos momentos más de un político con capacidad de decisión tiene ojo vago por no volcarse en apoyar la investigación científica? Hacerlo es invertir en futuro...
–Más que ojo vago lo que tienen es ceguera, una ceguera mental brutal. Un ojo vago significa que ves mal con un ojo pero bien con el otro. Pero es que aquí lo que tienen es ceguera, miopía, una falta de visión de desarrollo muy grande. El desarrollo científico y tecnológico de un país solamente viene si inviertes. Es así de claro. Necesitamos financiación para poder seguir adelante con nuestro trabajos de investigación científica y una política clara de apoyo a la ciencia.
María Jesús González García
Investigadora del IOBA
–Pasada la pandemia, ¿le parece que desde la sociedad ha podido ocurrir con los sanitarios una especie de 'si te vi no me acuerdo'?
Publicidad
–La verdad es que yo sí que esperaba cambios más radicales, pero no los ha habido. Quiero confiar y esperar en que haya sido un paso más. La gente que trabajamos en investigación, en Ciencias de la Salud, estamos acostumbrados a hacerlo contra viento y marea. Que la gente saliera a aplaudir a los sanitarios cuando estábamos encerrados estuvo bien en su momento: la gente era consciente de la necesidad que tenía de estos profesionales, tanto a nivel de investigación como sanitario...
–...Pero...
–Pero no es algo que se necesite hoy a nivel de población. Como profesora, como investigadora, como profesional de acción clínica en la consulta me siento reconocida por mis pacientes, no necesito que me salgan a aplaudir. El reconocimiento, en el día a día.
Publicidad
–¡Es que somos olvidadizos!
–Hubo un momento de solidaridad con Ucrania cuando empezó la guerra y ahora se nos ha olvidado. Estamos pendientes de Palestina pero, ¿cuánto más lo estaremos? Yo creo que en el fondo es resiliencia: es una capacidad de olvidar las cosas malas, que es verdad que no nos deja evolucionar tan rápidamente, pero llevamos evolucionando millones de años y, de momento, creo que no nos ha ido mal. Pasa cuando tienes una pérdida de un ser querido: un tiempo después vuelves a vivir a pesar de que hubieras querido morirte tu también durante un tiempo.
–En los tiempos que corren, la inteligencia artificial va dando grandes pasos. Muchos ya creen que nos lo va a solucionar todo. ¿Ve amenazado el papel de los científicos?
Noticia Patrocinada
–A mí me parece una herramienta superpotente. Cuando hacemos un estudio manejamos muchos datos técnicos para estadísticas y demás, pero no tenemos como seres humanos la capacidad de analizar millones y millones de datos y eso la inteligencia artificial lo hace en un parpadeo. Nos pone en la mano muchísima información. Es igual que cuando apareció Internet; ahora no entenderíamos nuestras vidas sin un buscador en Internet.
–Nos cambió del todo.
–No hay conversación de café en la que alguien no saque el móvil para buscar un dato que apoye lo que dice. Recuerdo cuando te tardaban un mes en mandar un correo certificado desde Londres con un artículo en papel para un estudio que estuvieras haciendo. Hoy soy incapaz de imaginar hacia dónde nos va a llevar la inteligencia artificial, pero que va a traer cosas buenas, sin lugar a dudas. Que va a haber malos usos, también; pero como en todo. Eso sí, el ser humano tiene que ser lo suficientemente inteligente como para utilizarla bien.
Publicidad
María Jesús González García
Investigadora del IOBA
–Se pasa el día entre jóvenes estudiantes. ¿De cuando usted empezó a los que ve ahora...?
–No sé decirle. Siempre me planteo que los de ahora ni vienen a clase... El otro día un compañero se quejaba de que solo le habían ido a clase seis de primer curso; estaba quemado...
–Es para estarlo.
Publicidad
–Y tiendes a generalizar: que si no vienen a clase porque no es obligatorio, que solo vendrían si lo fuera... Y les preguntas: '¿No vienes a aprender?' '¿No te intereresa lo que te tengo que contar?' '¿Por qué estás aquí?' Total, que piensas que vienen sin ganas, sin ningún tipo de interés ni de motivación... Pero luego pienso que es injusto pensar eso, porque son unos cuantos los que pasan de todo, pero luego hay gente muy buena, pero muy buena. Gente que sigue luego en la carrera investigadora, que llega a hacer la tesis. Y, al final, te debes un poco a esa gente, a la que se interesa de verdad. Yo tengo un grupo ahora que preguntan de todo y por todo y lo disfruto, soy incapaz de cortarles. Muestran que tienen curiosidad y necesidad de saber. ¡Cómo no voy a ayudarles! Hay gente muy mediocre y gente muy buena.
–¿Y qué hace entonces?
–Intento centrarme en los buenos, en los que realmente vienen a interesarse por todo lo posible. ¿Que consigo enganchar a la gente que menos les puede interesar el tema y logro que al menos suban un escalón y por lo menos salgan de la Universidad que han logrado aprender y les ha gustado? Mejor. Pero por otro lado me siendo un poco Abuela Cebolleta.
Publicidad
–¿En qué sentido?
–Muchas veces pienso que ahora los jóvenes son una generación a la que les falta motivación, pero ¿qué decían nuestros padres o nuestros abuelos de nosotros cuando teníamos 20 años? ¡Creo que eso no ha cambiado! No sé quién lleva razón, si los jóvenes o nosotros, pero volvemos a lo mismo: han pasado miles de generaciones en las que siempre los abuelos han dicho, '¡Jó, la juventud cómo está!' Y hemos seguido evolucionando, con lo cual, tan mal no se estará haciendo. Me gustaría que todos vinieran a clase, hicieran preguntas, salieran de clase sabiendo un montón; o hay que dejarles, que evolucionen, que vayan encontrando su sitio. Probablemente sea esto lo que haya que hacer.
–¿Aconsejaría a esos jóvenes con los que está a diario en clase seguir sus pasos?
Publicidad
–¡Sin lugar a dudas!
–¡Qué contundencia!
–Es que no me arrepiento absolutamente de nada de lo que he hecho durante estos años. Llevo treinta años en la Universidad y en el IOBA y repetiría todas las decisiones que he tomado y todo lo que he hecho.
–¿A qué no le quita el ojo?
–A la juventud, a mis alumnos. Son el futuro. Un científico o quien trabaje en investigación no está completo hasta que no consigue que la generación siguiente siga con su trabajo, hasta que no haya relevo generacional.
–Con lo que ve en Valladolid, ¿es optimista sobre eso que acaba de aseverar?
–¿Por qué no? Llevo muchísimos años dirigiendo tesis y viendo a gente que son verdaderas joyas. Y cada año surge gente buena.
–Como investigadora, ¿qué cree que va a llegar a ver?
–Hace solo 30 años ni sospechábamos todo lo que tenemos hoy, ¡ni lo sospechábamos! Así que ante la pregunta de qué nos deparará el futuro obliga a que conteste que no lo sé. Lo único que sabemos es que nos vamos a morir algún día, pero lo demás... Y me gusta tener esa incertidumbre porque me gusta dejarme sorprender. Y viendo la evolución de la Humanidad, y exceptuando lo negativo, desde que el ser humano estaba en la cueva hasta hoy el desarrollo no parece que haya ido mal del todo. ¿Que podíamos haber ido a mejor? Sí, el cambio climático, por ejemplo, no existiría, pero creo que nos podemos corregir y confío y eso espero. Y sí me gustaría ver una cosa...
Publicidad
–Adelante con ella.
–Aunque está fuera de mi campo de trabajo, me gustaría que la gente se concienciase sobre el cambio climático, que todos y cada uno de los seres humanos de este planeta hiciéramos lo que esté en nuestras manos para corregirlo. Los científicos, investigando y la gente de a pie, haciendo cosas para evitar el calentamiento global. Nada que ver con lo mío, pero es un tema que a nivel personal me preocupa mucho; me preocupan las nuevas generaciones ya que el legado que les estamos dejando a nivel ecológico está muy dañado.
–¿En algún momento se ha parado ya a pensar qué quiere ser de mayor?
–Lo que quería ser de pequeña, lo mismo: quiero trabajar en temas de Neurociencia, en el tema de la interpretación de la sintomatología y buscar marcadores biológicos que nos ayuden a interpretar síntomas.
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.