«Hay que intentar que nuestra huella de trabajo sea positiva»

Isabel tiene claro que hay que crecer con propósito en todos los apartados de la vida, «no se trata de lo que hacemos, sino de la razón, es intentar hacer las cosas con un motivo, darle a la vida un cierto sentido y en mi caso, devolver parte de lo que he recibido, contribuir socialmente a través de la empresa, formar parte o influir positivamente en la vida de los demás, hacer crecer a otras personas, que nuestra huella de trabajo sea positiva», señala.

La ahora directora general tuvo una primera etapa en la compañía nada más licenciarse, en el entonces incipiente departamento comercial, y tras probar otras experiencias y ampliar su formación, «nos dimos una mutua segunda oportunidad». De este modo, regresó a Santa Teresa «con carta blanca».

Asumió la dirección general en el año 2013 y desde entonces, Santa teresa no ha dejado de ampliar horizontes, convirtiéndose en la marca de referencia de cremas de verduras refrigeradas, «una apuesta por la calidad y el bienestar» con el objeto de atender esos nichos «que están preocupados por comer sano, pero rico, está muy bien cuidarse comiendo rico», puntualiza.

Referente agroalimentario

Este referente de la industria agroalimentaria, quizás más conocida en Madrid que incluso en Valladolid, por citar una ciudad, cuenta también con referencias en gazpacho o membrillo, siempre elaborados bajo esa premisa de la calidad y la alimentación saludable, sin aditivos. Todo ello sin olvidar la parte más dulce y que es el origen de la firma, como es el caso de las auténticas yemas de Santa Teresa.

Isabel, por su carácter activo e inquieto acepta, rápidamente, colaborar con aquellas iniciativas en las que entiende que puede aportar algo y así, forma parte de entidades como AvilAgro o la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, ámbitos en los que tiene un contacto directo con el emprendimiento.

En el caso de la Fundación «he notado que en los dos últimos años llegan proyectos más ambiciosos, con más escalabilidad, mientras que antes había mucho autoempleo relacionado con el turismo y la hostelería, ahora veo proyectos más ambiciosos y que pueden ser globales, relacionados con el elearning, el diseño 3D, la inteligencia artificial o la salud mental».

En la última convocatoria para emprendedores que realizó la fundación se presentaron más de un centenar de propuestas y el 60% estaban relacionadas con la inteligencia artificial y la salud mental, «seguro que es una tendencia que vamos a seguir viendo en los próximos años porque es algo que nos preocupa».

La directora general de Santa Teresa observa «mucho talento y cierta apertura a dar recursos al emprendimiento».

Una mención especial, teniendo en cuenta el perfil de Castilla y León, merece el caso del emprendimiento en el medio rural. Isabel es conocedora de «muchos proyectos de personas que viven en Madrid e intentan volver al medio rural, tienen un vínculo a través de sus abuelos o están queriendo deslocalizar sus vidas de las grandes urbes para tener una vida más sostenible».

Asignatura pendiente

Pero a pesar de ser real ese deseo, es verdad que esas intenciones no están exentas de dificultades, «la gente no puede emprender si no tiene unas buenas condiciones: internet, colegio o sanidad, esa la gran asignatura pendiente, encontrar soluciones entre lo público y lo privado, hay un gran debate pendiente de cómo poder solucionar esto en un territorio muy extenso y disperso», subraya.

En este sentido insiste en que «no es que haya falta de gente que tenga interés en quedarse, pero faltan dotaciones».

Está claro que su compromiso personal con el sector agroalimentario y la economía local son los ejes de su trayectoria, que desde un punto de vista puramente profesional, le han permitido dimensionar una marca global con una propuesta de valor apalancada en la alimentación rica y saludable, profesionalizado además una compañía familiar que hace apenas dos décadas era poco más que una pastelería local abulense.