Coronabulos, otra pandemia

Diario de un confinamiento. Día 40 ·
Esta sección alcanza el número que está en el origen del término cuarentena, momento oportuno para instar a que los propagadores de bulos se los metan por donde les rime

Chema Cillero

Viernes, 24 de abril 2020, 07:33

Esta alerta sanitaria está consiguiendo que llevemos hasta los límites del paroxismo el uso del lenguaje bélico, pero también la presencia de factores clave que entran en juego en toda confrontación armada, como ese según el cual la verdad es la primera víctima cuando llega ... la guerra. Ya incluso antes de que el BOE publicase el real decreto del estado de alerta que impuso a todos los españoles las condiciones de un confinamiento que se prolongará al menos hasta el 9 de mayo, empezaron a surgir patrañas, muchas de ellas chuscas de puro peregrinas. Así y hasta esta semana, el portal Maldito Bulo ha detectado y verificado más de 400 mentiras, alertas falsas y desinformaciones sobre la covid-19, que incluyen métodos ineficaces para prevenir o combatir el contagio, cifras inexactas, fotografías o vídeos que no tienen que ver con la pandemia… Algunos engaños, los que intentan recabar datos bancarios o personales de los crédulos, dirigidas a obtener un beneficio material de este río revuelto. Otros, con el propósito de desestabilizar a la sociedad mediante la exacerbación de los ánimos contra las instituciones públicas, la clase política, determinadas empresas… a base de enmierdar con falsas denuncias de supuestos privilegios o comportamientos corruptos. Los hay que propagan presuntos tratamientos milagrosos, en realidad verdaderas astracanadas, que solo pueden encontrar eco en audiencias aprensivas y desvalidas y cuyo único objetivo es el puro placer de engañar y exhibir un nivel superlativo de idiocia y maldad.

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Sirvan algunos ejemplos del trabajo de desenmascaramiento de mentiras que ha llevado a cabo Maldito Bulo en apenas algo más de tres meses: Ni el clorito de sodio cura la enfermedad en 24 horas, ni hacer gárgaras con agua tibia y sal o vinagre previene la infección, los vahos tampoco, ni beber mucha agua, ni hay complementos alimenticios preventivos o curativos, no tiene que ver con la implantación del 5G –en cuanto cunde una alarma hay quien empieza a mirar a la telefonía móvil con recelo, pero eso sí, con el 'smartphone' en el bolsillo (en España hay 44,3 millones de líneas de móvil y somos alrededor de 44,1 millones de habitantes)–, Bruselas no ha pedido al Gobierno que suprima más de 400.000 cargos públicos, poner canciones desde el balcón no vulnera el derecho a la propiedad intelectual, no se han requisado respiradores en Granada para llevarlos a Madrid. Es falso el vídeo del supuesto camionero que denuncia la presencia de coches oficiales que recogieron material sanitario de su cargamento para llevárselo a políticos (venga, hombre, transportista de palo, otra vez prueba a cambiar los coches oficiales por furgonetas, que el Audi A8 tiene buen maletero, pero ya que nos inventamos trolas no nos pongamos límites). Que podamos aguantar la respiración durante cinco segundos no descarta que estemos contagiados (lamentablemente, aguantarse la risa ante tamaña gilipollez durante el doble de ese periodo tampoco). Pablo Iglesias e Irene Montero no tienen a la puerta de su casa dos UVI móviles para atenderles en caso de necesidad (solo habría faltado incluir el detalle de que la del vicepresidente segundo era azul y la de la ministra, rosa. Lo preventivo no ha de estar reñido con lo cuqui por mucho que hablemos de falsas prebendas).

Y hay muchos más ejemplos e irán surgiendo cientos de ellos más en los próximos meses, con la certeza ya de que el 8 de mayo, víspera de la nueva fecha señalada para el final del confinamiento tal y como lo estamos viviendo, el día no acabará besándonos a tornillo con la persona que tengamos al lado –las que la tengan y quieran y/o puedan–, para celebrar que todo ha acabado, mientras la pantalla se va a negro con el cartel 'The End'. Pero lo que no puede cuestionar esta lluvia fina de mentiras, este bombardeo de cargas manipuladoras es el trabajo riguroso y responsable de los medios de comunicación, que lejos de actuar como agentes de los coronabulos, están entre los remedios más eficaces contra sus nocivos efectos.