![Cincuenta kilómetros al día para atender a 25 pacientes](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/201911/24/media/cortadas/sanidad-kvqG-U90778712187zYB-624x385@El%20Norte.jpg)
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José Antonio Blanco Gutiérrez llega en su propio coche a Villadepera, una localidad zamorana de la comarca de Sayago enclavada en los Arribes del Duero. Es lunes. La consulta comienza a las 10:30 horas, pero el médico, que vive en Luelmo de Sayago, ha ... pasado antes, a las nueve de la mañana, por el centro de salud de Bermillo. Allí, los 16 médicos (13 titulares y tres de área) de la Zona Básica de Salud Sayago comienzan su jornada. Se reúnen, llevan documentación, peticiones de consulta y se informan sobre si alguno de sus pacientes ha pasado por urgencias durante el fin de semana. Después, cada médico de familia parte hacia los núcleos de población que atiende.
José Antonio Blanco aparca frente al consultorio de Villadepera. Es uno de los 1.538 profesionales que conforman las plantillas de facultativos de Atención Primaria en el medio rural de Castilla y León. A ellos se suman 57 pediatras.
Hay 151 médicos de Atención Primaria en el medio rural de Ávila, 181 en Burgos, 204 en León, 73 en El Bierzo, 129 en Palencia, 229 en Salamanca, 135 en Segovia, 98 en Soria, 71 en Valladolid Este, 96 en Valladolid Oeste y 171 en Zamora, según los datos facilitados por la Consejería de Sanidad de la Junta de Castilla y León. En total, 1.538 médicos repartidos por los pueblos de la comunidad en un momento en el que la Atención Primaria se enfrenta a la implantación de un nuevo modelo de ordenación. El proyecto piloto se iniciará en la comarca zamorana de Aliste, al norte de Sayago y limítrofe también con Portugal.
Blanco Gutiérrez es médico de Villadepera y Villardiegua de la Ribera desde hace diez años, aunque lleva 32 años como médico en Sayago. En este tiempo ha ejercido en casi la mitad de los núcleos de población de la comarca porque los médicos también asumen acumulaciones para suplir las ausencias de los compañeros.
Actualmente, el doctor pasa consulta en Villadepera los lunes, miércoles y viernes y los martes y jueves ve a pacientes citados. Esos dos días tiene consulta también en Villardiegua de la Ribera. Además, cubre los descansos por guardia y las ausencias de otro profesional en los núcleos de población de Torregamones, Gamones y Argañín. Entre los dos pueblos de los que es médico titular, tiene asignados 510 pacientes. Atiende de media a 25 personas al día, pero suelen requerir más tiempo, al ser la mitad de la población mayor de 65 años y contar con un grupo considerable de más de 90. Recorre 50 kilómetros al día, un trayecto que aumenta si surgen avisos de pacientes que están encamados o alguna urgencia.
Zamorano y médico de Sayago durante 32 años, se confiesa un amante de la medicina rural. Decidió ser médico de pueblo y no lo cambia. Así se jubilará. «Es lo que más me gusta. Siempre me ha gustado la medicina rural y vivir en el pueblo, en el campo». Sin embargo, ve poco claro el futuro de la medicina rural y siente que, tal y como está actualmente estructurada, va a desaparecer. «A mí no me gustaría que desapareciera, pero las circunstancias obligan», explica convencido de que el modelo en el medio rural tiene que cambiar. Son las 10:30 horas en el consultorio de Villadepera y siete pacientes aguardan en la sala de espera. El médico les va indicando su turno con un timbre después de que la sala de espera se trasladara un poco más lejos de la consulta para aumentar la intimidad de los pacientes a los que por su edad es necesario hablarles alto.
José Antonio Blanco ve una sanidad rural que necesita una reordenación porque «tiene muchos problemas», entre ellos la escasez de médicos para contratar cuando los actuales se jubilan. De hecho, él tendría que haberse jubilado el pasado 15 de octubre, pero ha firmado la prórroga de la permanencia en el servicio activo para continuar ejerciendo su profesión, al menos, durante un año más. «La mayoría de los que continuamos lo hacemos porque nos gusta la medicina rural y porque me da pena, porque llevo aquí diez años y si me marcho, sé que los pacientes no van a poder tener el mismo servicio que tienen», asegura.
Explica que los médicos rurales se sienten «un poco abandonados» porque, a diferencia de la medicina urbana, tienen que resolverlo todo, desde lo más simple a lo más complicado y con menos medios. «Ejercemos de médicos, de secretarios, de asistentes locales». A esto se suma que «la presión asistencial cada vez va a más», las acumulaciones, el incremento de pacientes en el verano, el uso por los médicos de su propio vehículo, el tiempo que pasan en él y no en consulta, las condiciones de las carreteras y que los médicos de familia nuevos, con una formación hospitalaria, «ni se plantean ejercer en el medio rural». «Hace falta una reordenación porque es imposible dar un servicio razonable y ahora estamos todos los profesionales al máximo de horario», sentencia.
En la sala de espera, los pacientes lo tienen claro. Prefieren que el médico pase consulta en el pueblo porque «las enfermedades van a seguir estando». De momento, y aunque ya le ha llegado la edad de jubilación, José Antonio Blanco lo seguirá haciendo. «Soy un enamorado de esto, pero creo que la asistencia sanitaria rural va a desaparecer como la conocemos».
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