Los símbolos tienen una importancia fundamental en el proceso de creación y consolidación de las identidades. Algunos de ellos, como las banderas, los himnos y las fiestas, expresan valores comunes y activan las emociones. Los símbolos han sido empleados con profusión por los nacionalismos para ... activar movilizaciones políticas que, en casos extremos, han agudizado los enfrentamientos. Pero también, cuando se trata de símbolos compartidos, han fomentado el acuerdo y facilitado la configuración de identidades regionales capaces de conjugar la reivindicación social, la solidaridad entre los territorios y la lealtad constitucional. Este es el caso, a nuestro juicio, de la fiesta de Villalar, establecida por Ley en 1986.
Publicidad
1
Promover la participación: Más allá de la crisis política generada por la muerte de la reina Isabel y las sucesivas regencias, o de la llegada al poder, de aquella manera, de un Carlos de Gante que desconocía las costumbres españolas y pedía más impuestos para sufragar los gastos imperiales, las razones comuneras remiten a valores de honda actualidad. Ya sus peticiones, en el otoño de 1520, expresaban demandas tan sentidas como la sobriedad en los gastos oficiales o potenciar las Cortes como cauce de representación política de las ciudades. Aunque derrotados primero en Villalar y luego en Toledo, los principios comuneros de lucha contra el centralismo y promoción de una mayor participación política de las ciudades triunfaron por su poso de cultura emancipadora, que más adelante cristalizaría en los movimientos liberales, antiabsolutistas y revolucionarios.
Noticia Relacionada
2
Una movilización popular: La investigación histórica ha demostrado que el de los comuneros no fue un movimiento solo de privilegiados. Fue un movimiento esencialmente urbano, protagonizado por capas intermedias, por los que pagaban impuestos, y con un alto componente popular y antioligárquico. Durante la rebelión accedieron al poder local miembros de capas sociales que hasta ese momento estaban marginadas del mismo, señaladas con desprecio por los cronistas reales: «Caleros, mamposteros, sombrereros (…) débiles tenderos e ignorantes labradores (…) ganapanes y gente baja (…) se armaron contra la nobleza y los supremos magistrados» para «buscar la igualdad de bienes».
Noticias Relacionadas
3
Nadie por encima de la ley: Como demostró Joseph Perez, las propuestas comuneras tenían un alcance revolucionario porque pretendían modificar el binomio rey-reino imperante en aquel momento, pues si los comuneros rechazaban la política imperial lo hacían por el sacrificio que suponía tanto del bien común como de los intereses propios y legítimos del reino. Su intención era cambiar la relación con el rey para facilitar la participación directa del reino en los asuntos políticos, y ello exigía dotar de mayor representatividad y eficacia política a las Cortes, que pasarían a ejercer un papel preponderante. Se trataba, pues, de un contrato tácito entre el rey y el reino, en virtud del cual éste dejaba de estar por encima de la ley y debía cumplirla en igual medida que los súbditos. Principios resumidos en la famosa frase «Quel reyno manda al rey, no el rey al reyno», y que entroncaban, además, con otros movimientos de corte igualitario en el contexto europeo.
Publicidad
4
Un movimiento integrador: La rebelión comunera afectó a las dos mesetas castellanas (aquel reino de Castilla, que se extendía desde Galicia, Asturias y País Vasco al Norte hasta Andalucía al Sur, ocupaba más de 355.000 kilómetros cuadrados y sumaba más de 4,5 millones de habitantes). Siendo patente la centralidad en aquel episodio histórico de las tierras que hoy conforman Castilla y León, también lo era el alcance universal de las propuestas comuneras, que no se reducían al estrecho marco de un territorio concreto, sino que pretendían implantarse en el conjunto del reino. En caso de haber triunfado aquel ideal político, se habría reducido considerablemente la capacidad de centralización patrimonial de la monarquía. No por casualidad, Adriano de Utrech escribía al emperador, el 30 de junio de 1520, que «los de Toledo cada día se afirman más en su pertinacia [y] procuran atraer aquella ciudad a la libertad, a la manera que lo están en la ciudad de Génova y otras de Italia».
5
Una fiesta de ciudadanos libres: Villalar nunca ha servido para reproducir la estrategia nacionalista de evocar orígenes legendarios o buscar legitimidades y derechos historicistas para ser más que los demás o poner a los territorios por encima de las personas. En una sociedad moderna y democrática, donde los únicos derechos radican en nuestra condición de ciudadanos libres, no se debe manipular el pasado para inventar derechos históricos que justifiquen privilegios del presente. Nada de esto se ha dado nunca en Villalar, ni puede encontrar legitimación en la propuesta comunera, pues en ella primó la búsqueda del bien común («el bien público de estos reinos»), una mayor participación política de las ciudades y la lucha por una libertad amenazada, se decía, por los espurios intereses de los poderosos y la codicia de unos pocos. Se trata de evocar, en definitiva, todo un conjunto de valores de hondo contenido emancipador y de alcance claramente universal, que trascendieron con mucho lo ocurrido aquel 23 de abril de 1521, hace hoy 502 años, en la campa de Villalar.
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.