Estas son las cinco fotos que recordarán para siempre cómo fue la pandemia en Castilla y León

¿Miedo? «Nadie rehuyó del riesgo; es nuestro trabajo», dice Gabriel Villamil, fotógrafo de El Norte de Castilla. «Con la cámara delante del ojo, no ves el peligro», añade Álvaro Sancha, fotorreportero vallisoletano. Son dos de los profesionales de Castilla y León que participan con sus trabajos en Archivo Covid, el proyecto impulsado por un colectivo de fotoperiodistas españoles (más de 400 participantes), con el respaldo de la Universidad de Alcalá de Henares, que busca crear una «memoria fotográfica» de la crisis, que «contribuya al derecho a la información» y que sea «profunda, diversa, respetuosa y fiel a las difíciles realidades que se han documentado».

Un grupo de editores seleccionará las imágenes que formarán parte del archivo, aún no constituido como tal. Sin embargo, en redes sociales ya se han publicado algunas de las imágenes que formarán parte de este legado: la memoria de unos meses para olvidar. Y varias, con la firma de profesionales de Castilla y León. Estas son las fotos ya desveladas, el archivo puede incluir más de profesionales de la región.

Como Gabriel Villamil. Suya es una instantánea tomada el 5 de junio de 2020, cuando militares de la Brilat desinfectaron las instalaciones de la residencia de estudiantes Hermanos de la Sagrada Familia, en Valladolid. «En este caso pudimos acceder y hacer nuestro trabajo, porque no siempre fue así. Las autoridades ejercieron muy poca transparencia durante esos días. No querían periodistas cerca, que se tomaran imágenes de lo que estaba pasando. Un error, porque la información y las fotografías sirven para remover conciencias, para contar lo que ocurre en los hospitales, en las residencias. Si no se muestra, no se conoce.Si no se registra, se olvida. Por eso ha sido tan importante la labor de los medios y lo será también la de las hemerotecas y la de este archivo. Es una forma de mantener vivo el recuerdo de la pandemia», cuenta Villamil.

«Nuestra labor no es ganar premios, sino documentar lo que pasa. Y cuando comenzó a extenderse al pandemia, cuando ya venían tantas noticias desde Italia, supe que estábamos ante algo histórico que había que fotografiar y testimoniar, para que quedara recuerdo dentro de 30, de 50, de 100 años», cuenta Emilio Fraile, fotorreportero de largo recogido, con experiencia en 'La opinión de Zamora', Europa Press, trabajos internacionales en México.

«En el proyecto participan los mejores profesionales del país, muchos de Madrid o Barcelona. Y ante eso te preguntas: '¿Qué puede aportar el fotógrafo de una provincia?'». La respuesta es: mucho. «Porque en el último pueblo de Sanabria, donde apenas viven cuatro personas, también existe la covid». La frontera y el medio rural fueron las claves del trabajo de Fraile. Una de sus imágenes ya forma parte del archivo:la de un grupo de personas que intenta sofocar un incendio declarado el 15 de agosto en una nave ganadera de Vegalatrave. «Era una desgracia (el incendio) sobre otra (la pandemia). Y la demostración de que la vida sigue a pesar de todo. De que hay otros problemas, que nos pueden pasar más cosas. Es lo que ha ocurrido a lo largo de este año», indica Fraile, quien resalta la valía del archivo: «No solo por el registro actual, sino por el valor que adquirirá dentro de unos años, cuando se recuerde la pandemia a través de la mirada de profesionales honestos, desde distintos ángulos personales y geográficos».

El foco de Álvaro Sancha se detuvo en la solidaridad y ha contribuido al archivo con una imagen de SOS Rondilla, el proyecto de la asociación vecinal, que recoge alimentos y productos de primera necesidad para los hogares más necesitados de la zona. Un paquete de arroz –que parece lanzar ese mensaje de ayuda– se convierte en protagonista de una imagen que habla de las dificultades económicas destapadas por la covid y de la solidaridad que se ha tejido frente a ellas. Además, Sancha presentó 'Miradas frente a la covid', que se posa sobre los profesionales que fueron esenciales más allá de la sanidad: desde el frutero al psicólogo, de las empresas que hacían pantallas a quienes prestaban atención telefónica.

«También hice un seguimiento con Ambuibérica y, como todos, lo intentamos en los hospitales. Tenía contactos, amistades, la aprobación de los profesiones y responsables de área para poder entrar, con todos los EPIS y medidas necesarias, y registrar lo que estaba pasando. Los sanitarios nos decían que era necesario, que era muy importante que la sociedad viera lo que ocurría en los hospitales para que la sociedad tomara conciencia, pero nos topamos con mil trabas de la Junta, que impidió nuestro trabajo».

«Lo de los hospitales de Castilla y León ha sido un despropósito total de la Junta. Todo eran negativas y trabas», añade Paco Santamaría, fotorreportero con el trípode plantado en Aranda de Duero. Suya es una foto del interior de un hospital de campaña en la localidad burgalesa, «el primero que se abría en Castilla y León». En la imagen ya seleccionada destaca una manta de un rojo escandaloso que tapa a un paciente mientras los profesionales le sacan sangre para pruebas serológicas y le hacen una PCR. «No es morbo, es información. Se ha politizado tanto el coronavirus y su gestión que el periodista gráfico se ha visto como un estigma. Los políticos pensaron que les ibas a machacar con una foto. Y no. Era lo que estaba pasando. Es lo que está pasando. Y no se puede esconder. Hay que contarlo». Santamaría consiguió, pese a las trabas «superburocráticas» de la Consejería de Sanidad, completar su trabajo. «El personal sanitario de Aranda de Duero quería que esto se contara», explica el fotógrafo, quien en todo momento respetó la confidencialidad de pacientes y trabajadores. Hay imágenes que no vieron la luz, por consenso entre unos y otros.«Muy pocas».

«Si una foto no se ve, es como si no la hubieras hecho», cuenta Santamaría, quien durante estos meses ha nutrido de imágenes a la Agencia Efe. «Trabajo en Aranda, un sitio pequeño, pero donde suceden muchas cosas que no se pueden contar desde otros lugares. La agricultura no paró, las bodegas no pararon, el sector del lechazo vive momentos complicados (hice fotografías de camiones con solo tres lechazos colgados en su interior...)».

«La pandemia ha sido un fenómeno global, que ha afectado a todos los países, en todo el planeta, así que todos los reporteros hemos trabajado sobre un mismo tema. Se corría el riesgo de encontrarse con muchos aplausos, muchos hospitales, muchas calles vacías. Pero, lo interesante es que, sobre un mismo asunto, se han paseado muchas miradas diferentes. Por eso el archivo es tan rico. Por eso hemos visto tanta variedad. Porque la diversidad de profesionales hace que nos acerquemos a la pandemia desde diferentes ángulos», asegura Tomás Alonso, fotógrafo burgalés, quien apostó por el «fotoperiodismo doméstico». En aquellos meses de confinamiento extremo, con tantas familias encerradas en casas, cuando la vida eran cuatro paredes y el virus ahí afuera, Alonso comprendió que también la noticia estaba ahí: en el miedo cotidiano, en la incertidumbre del día por delante.

Una de sus fotografías ya incuida en el archivo es la de su propia familia. Dos de sus tres hijos, Gael y Pablo, confinados en casa, charlan por videoconferencia con su madre, María José, profesional de un centro de salud. Alonso firma además la serie 'Una pandemia indiscreta':«Son imágenes desde la ventana, desde un mismo punto, que es lo que mucha gente vio día a día en el confinamiento, y desde ahí puedes ver la calle vacía, la ambulancia que pasa, los bomberos, los policías en acto de servicio, las funerarias que recogen el cuerpo de alguien que falleció en tu barrio». Y ahí siempre, la mirada de un fotógrafo, para convertir en inolvidables unos meses para olvidar.