

Secciones
Servicios
Destacamos
«Hay que ser valientes, un pequeño cambio puede suponer mucho». Esa es la filosofía que Ricardo de Arriba ha implantado en su vida a ... pesar de que el cambio, de entrada, no parece muy pequeño. Atrás deja su Madrid natal y el último año y medio en Boston para instalarse en la localidad salmantina de Fuenteguinaldo, un municipio de unos 600 habitantes en el que, asegura, «hay muy buena calidad de vida». De allí procede su familia, pero él ni se ha criado ni ha vivido de manera continua en el pueblo.
A sus 48 años, Ricardo y su mujer Bea, también natural de Madrid, pusieron sobre la mesa «cuentas, números y sentimientos» y la balanza se decantó hacia el medio rural, donde ha estado teletrabajando desde que comenzara el estado de alarma. «Dentro de que la covid es una desgracia, se puede sacar algo positivo, y es que por primera vez podemos vivir donde queremos; eso no había pasado nunca», asevera.
Con una niña de poco más de cuatro años, Gabriela, que está a punto de comenzar tercero de Educación Infantil, cualquier ecuación incluye su bienestar. Precisamente ese ha sido uno de los motivos de peso para quedarse en el pueblo. «Pensamos: 'Si el colegio cierra y hay que volver a casa, tenemos el pueblo'. Mi hija ha vivido el colegio de Madrid, el de Estados Unidos y ahora un centro rural que creo que es ideal para una niña pequeña, por eso hemos decidido una aventura más», continúa, al tiempo que destaca la «felicidad» con la que su hija vive el día a día en el medio rural. «Hemos visto que aquí es feliz; esto no tiene nada que ver con los colegios del centro de Madrid donde vivíamos», argumenta, mientras lamenta que, en las grandes urbes, las relaciones entre los menores sean más «difíciles» y distantes. «Los colegios en la ciudad son demasiado impersonales y las relaciones humanas, muchísimo más difíciles», apostilla De Arriba.
«Creo que aquí es mucho más feliz y se relaciona mucho mejor con los demás; nosotros también estamos muy a gusto», añade este madrileño.
La intención de esta familia, de momento, es quedarse y «probar». Lo único que condicionará que su proyecto de vida continúe o no en esta localidad salmantina es el trabajo. Siempre y cuando se les permita ejercer su labor desde casa, se quedarán en Fuenteguinaldo. «¿Qué va a condicionar nuestra estancia en el pueblo? Por ahora vamos a aguantar un año, aunque todo está supeditado al trabajo, a si el teletrabajo me lo permite. También influirá si estamos o no contentos con el pueblo, que de momento mucho. No tenemos idea de volver si podemos quedarnos aquí», confirma esta pareja.
Ese empleo que le permite al progenitor vivir en un pueblo y teletrabajar se enclava dentro de los servicios de consultoría informática y hasta la fecha, después de varios meses, dice no haber tenido problemas de conexión a Internet. «No he tenido problemas, para nada. Todos los días me conecto a videoconferencias y subo archivos a la red y la verdad es que no he tenido ningún problema», comenta.
Pero, ¿qué pasa con su Madrid natal? Ricardo de Arriba reconoce que le «gusta mucho», y por el momento lo único que ha echado de menos es la «variedad» a la hora de disfrutar del ocio y tiempo libre. «El pueblo me deja explotar mis 'hobbies', tengo un caballo, tengo más tiempo para la familia y para mí; fíjate lo que acabo de decir, eso no es baladí», incide.
A pesar de que no todo su entorno entiende su decisión, concluye que la vida «no es cuestión de dinero, se trata de buscarte un sitio». A día de hoy, creen que el suyo está en 'Guinaldo mío', como dicen los vecinos de la comarca.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.