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Una auténtica avalancha. Los pueblos de Castilla y León atraen a cientos de veraneantes en busca de descanso y convivencia familiar o de amigos, también ... de un clima más fresquito, cuanto llega la época estival. No sólo tiene peso el turismo de interior sino el retorno a las zonas rurales cuando el buen tiempo acompaña, dejando atrás las viviendas más urbanas para pasear por el río y disfrutar del campo. Son muy habituales los abuelos que vuelven al pueblo para pasar todo el verano tras un largo invierno urbano, pero también es frecuente la vuelta a casa de los estudiantes o de los que ya trabajan y tuvieron que irse a otra comunidad para ello.
Esta población flotante reclama más servicios, como los farmacéuticos o las tiendas, piscinas u hostelería, pero en todos estos casos la demanda es positiva y genera riqueza. Más en la cuerda floja sitúa este aumento de habitantes a la asistencia médica. Lo más habitual es moverse por todo el territorio español con la tarjeta sanitaria de cualquier comunidad sin problemas. Siempre habrá atención porque el sistema sanitario público así lo establece para las urgencias. Y son por ello pocos, en relación con el volumen real de visitantes que llegan estos próximos tres meses, los que solicitan la tarjeta sanitaria de desplazado. Lo habitual es que la obtengan personas mayores con pluripatologías que pasan, además, buena parte de esta época estival en su pueblo y precisan de continuidad terapéutica por sus enfermedades crónicas, que si el sintrom y la coagulación, que si la tensión alta... Estas tarjetas sanitarias de desplazados están concebidas para un tiempo máximo de tres meses, si se supera tal periodo se estima que el paciente ya debería gestionarse el cambio de médico tras empadronarse en la nueva localidad.
Durante todo el año hay pacientes con tarjeta de desplazado, algo que es muy habitual en casos de jóvenes que estudian en las ciudades fuera de su comunidad o para los que trabajan temporalmente de esta manera lejos de casa; aunque es muy frecuente también mantener el mismo médico de Familia –siempre que haya un domicilio que lo justifique– aunque la vida laboral o académica traslade a las personas a otra comunidad.
Actualmente, con datos de finales de mayo, son 48.028 los ciudadanos de otras comunidades, sobre todo vecinas, que disponen de tal documento de forma activa. En las mismas fechas del año pasado eran 47.357. Las cifras se mueven de manera similar cada año. Por ello, si el pasado ejercicio –y varios anteriores– la población de otros territorios españoles con documentación sanitaria para ser atendida por Sacyl llegó a triplicarse durante el verano cabe esperar que este verano se repita la tendencia habitual. En septiembre incluso más del triple, con 146.181 tarjetas sanitarias y en agosto aún más, con 167.145. Más leve es el aumento en julio, aunque el año pasado alcanzó los 146.181 pacientes.
Durante todo 2022 se llegaron a generar 288.348 altas como desplazados y los cinco primeros meses de este 2023 son ya 64.880.
Llegan a Castilla y León con los trámites de traslado sanitario temporal, especialmente desde las autonomías limítrofes, y es en agosto cuando más población ajena activa hay en Sacyl. Esto es igual en las diecisiete comunidades y muy similar en las dos ciudades autónomas. La Comunidad de Madrid es la que más pacientes 'emite' para estos meses de verano, con hasta 75.662 personas en agosto de 2022. Actualmente, registra 19.139 altas. Le sigue el País Vasco, con 37.790 en agosto del pasado verano y 10.407 actualmente. Las siguientes autonomías con más peso asistencial –aunque ya a mucha distancia– son Cataluña, con 3.549 usuarios, que ahora lo son de Sacyl y que previsiblemente superen los 16.000 en plena época estival, como han hecho otros años, y Asturias, que actualmente tiene 3.250 tarjetas sanitarias desplazadas a Castilla y León y que el pasado agosto llegó a las 9.886. Importante porcentaje aportan también otras más alejadas como Andalucía y la Comunidad Valenciana, de las que cabe esperar más de cuatro mil visitantes de cada una y entre uno y tres millares con necesidades asistenciales aportan cada región del resto de España. Solo Ceuta y Melilla resultan anecdóticas con una treintena de pacientes en verano que ha de asumir Castilla y León, aun así duplican también el dato del invierno, según los datos de la Consejería de Sanidad.
Asturias, Cataluña, Madrid y el País Vasco han visto ya en los últimos meses dispararse sus cifras de traslados a la región.
Ávila y Segovia, la cercanía y la tradición así lo dispone, son las principales receptoras de la población madrileña en época estival, seguidas a distancia de León.
Los extremeños recalan en sus vacaciones en Salamanca fundamentalmente –como durante el resto del año– y a bastante distancia es Ávila quien acoge su descanso. Los gallegos claramente vuelven a municipios rurales leoneses y algo menos a Salamanca y Zamora, al resto es escaso.
Los asturianos también comparten con León sus jornadas veraniegas, mientras que Burgos y Palencia acogen a los cántabros y la primera también a los vascos junto a Salamanca. Aragón se despliega claramente por tierras sorianas y Castilla-La Mancha, aunque se reparte más por toda la comunidad, es en Ávila donde más recala. No obstante, Castilla y León, y dentro de ella cada una de las nueve provincias, reciben de todas. No hay ninguna que no aporte visitantes con demanda sanitaria.
Sacyl ve así, sobre todo en el primer nivel asistencial, cómo sus exiguos recursos, y más en zonas rurales y aún peor en las de difícil cobertura, como ocurre con Soria, triplicar las tarjetas sanitarias de desplazados. Pero además llega un ingente volumen que ni siquiera se contabiliza. La población flotante general llega a duplicarse y el turismo aumenta en un 0,9% los habitantes empadronados.
Sacyl tiene bajo su amparo a 2.308.434 pacientes, el verano le aporta –varía según meses– unos 167.200 más. Evidentemente, hay cierta compensación con la salida de población desde Castilla y León hacia otras autonomías también con sus tarjetas de desplazados, el movimiento estival se comparte en toda España y especialmente las ciudades ven más vaciarse sus calles. Pero la comunidad es especialmente receptora y la población rural en general, al margen de las tarjetas sanitarias que se adscriben temporalmente, crece hasta duplicarse, prácticamente sin excepciones. A ello hay que sumar que es época de fiestas y festejos taurinos que siempre aportan más demanda asistencial. Aunque todo este movimiento supone también enriquecimiento cultural y económico.
Según el documento 'Diagnóstico Estrategia Nacional frente al Reto demográfico. Eje efectos Población Flotante', elaborado por el Ministerio de Política Territorial y Función Pública, en su estudio de los municipios de menos de 50.0000 habitantes, que incluye entre sus variables la población estacional máxima (residentes más vecinos ocasionales de veranos y fines de semana), evidencia que la población de los municipios, en determinadas épocas del año, se llega a multiplicar por la cifra de empadronados en las fechas de mayor afluencia. La segunda comunidad española con mayor porcentaje en este sentido es Castilla y León (105,2% población ocasional sobre residente), ya en 2017 –no se ha vuelto a actualizarse– según las distintas provincias de la comunidad.
Para solicitar la tarjeta de desplazado hay que acudir al centro de salud más cercano al nuevo lugar de residencia. El personal administrativo rellenará la solicitud con tus datos. Para solicitar el 'alta temporal' habrá que ir con la tarjeta sanitaria de la comunidad de origen y el DNI.
La Atención Primaria en Castilla y León se organiza en 11 áreas de salud, 249 zonas básicas, con 247 centros de salud, 3.665 consultorios locales y 199 puntos de atención continuada y centros de guardia. Envejecimiento y dispersión la definen junto a una importante población flotante que llega en verano. Este es el panorama de la comunidad para una época, la estival, que por primera vez no logra ni un refuerzo médico, sí de enfermería. En otros periodos vacacionales, la Junta sí conseguía algún refuerzo, once por ejemplo contrató en el verano de 2022. La falta de facultativos es cada vez más grave porque hay menos, se jubilan más y ya es imposible tirar de bolsa de empleo. De esta manera, Sacyl ya anunció que contrataría 465 enfermeros para las sustituciones de verano - tiene una plantilla de 2.688 profesionales-; pero en cuestión de médicos de Familia y pediatras tendrán que ser las horas extra por la tarde, voluntarias y retribuidas, y el transporte a la demanda para acercar al ciudadano a un centro de salud con recursos lo que intenten dar respuestas asistenciales.
Obviamente la plantilla también se tomará su mes de vacaciones, lo que deja temblando los efectivos. Y ello sin contar con las bajas laborales –hay doce por covid entre los médicos de Primaria actualmente– y la exención de guardias.
En los hospitales tampoco hay sustituciones pero la actividad programada baja y se cierran camas, 470 en concreto es la previsión para toda Castilla y León.
Satse también se muestra preocupado porque en los próximos meses, al cierre de camas y el déficit de enfermeras, se suma al periodo vacacional de estas profesionales; lo que supondrá «que se modifiquen turnos y jornadas laborales de algunos enfermeros de los hospitales de Castilla y León con el objetivo de hacer frente a la falta de personal».
A este respecto, el sindicato de enfermería destaca que el cierre de camas «es algo especialmente grave porque genera un progresivo incremento de la presión asistencial, tanto en urgencias, plantas como en las UCI, y un aumento de las listas de espera, cuando se debería trabajar para reducirlas».
Asimismo, estima que «cerrar camas conlleva que en los hospitales no se pueda garantizar una atención y cuidados óptimos al conjunto de la ciudadanía que, lógicamente, también enferma y tiene problemas de salud en verano que no pueden esperar a después de septiembre»
Asimismo, explica que «en comunidades como la de Castilla y León, la presión asistencial se ve incrementada en verano por la llegada a todas las provincias de población de otras comunidades debido a las vacaciones. El número de festejos y fiestas, accidentes de tráfico... contribuyen a que la presión sobre los hospitales aumente, lejos de reducirse por vacaciones».
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