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Castilla y León presenta un nivel competitivo medio-bajo, si bien creció más que la media del país el último año. Además, la crisis del covid se prolongará durante todo 2021 y parte de 2022, con una incidencia «elevada», que es un estado intermedio entre « ... severo» e «importante». Según el Informe de la Competitividad Regional en España 2020 del Consejo General de Economistas, el entorno económico y la eficiencia empresarial son los puntos flacos a la hora de competir en el mercado.
En 2019, de los siete ejes en que basan los economistas la competitividad, el que tiene que ver con el capital humano y el de innovación tecnológica son los que mejor se comportaron en Castilla y León. Por el contrario, el eje que recoge las variables relacionadas con el entorno económico, su dinamismo y el tamaño de mercado; así como el de eficiencia empresarial, con un tejido amplio, sofisticado, internacionalizado, etc. caen con respecto a 2018.
Los capítulos con mejor evolución son el referido al paro de larga duración, el del uso de Internet en los últimos tres meses, la desigualdad, la población con problemas de contaminación y la cifra de investigadores y empresas con medios sociales. La marcha es particularmente desfavorable en el crecimiento del PIB real y el coeficiente de apertura externa; así como en tasa de paro juvenil, déficit público, productividad y patentes.
Según explicó el presidente del Consejo General de Economistas, Valentín Pich, «lo que va a salvar nuestra economía del bienestar es ser competitivos y para serlo se requieren pequeñas y grandes reformas».
Durante una presentación telemática se puso de manifiesto que una parte importante de los Fondos Next Generation de la UE van a gestionarlos las comunidades autónomas en la transformación de la economía y que «en función de la eficiencia en el uso de los fondos, así evolucionará el índice de competitividad en los próximos años». Para Pich «el conjunto de medidas a adoptar para la recuperación debe ir orientado a un modelo general de crecimiento económico más sostenible y basado en el capital humano, el conocimiento y la tecnología».
La competitividad promedio de las 17 autonomías creció un 3,2% respecto a 2018, por debajo del incremento del año anterior. En 2019, Madrid, Navarra y País Vasco volvieron a ser las más competitivas; mientras que Extremadura, Andalucía, Canarias, Islas Baleares, Castilla-La Mancha, Murcia y Asturias forman el grupo de competitividad baja. En el medio-bajo de sitúa Castilla y León, cuyo crecimiento fue el pasado año «moderado» frente al «leve» de todo el país.
El diagnóstico recogido en el informe de los economistas se realiza a partir de los resultados del Índice de Competitividad Regional que se ha elaborado para las 17 comunidades autónomas a partir de 53 indicadores.
De las variables contempladas para medir el impacto de la pandemia en la marcha económica de la comunidad, los mejores resultados vienen de la mano del crecimiento observado, el crecimiento previsto, el nivel de desempleo, la cifra de ERTES y la marcha del sector alimentario.
Balance intermedio presenta Castilla y León en cuanto a ocupación laboral, producción industrial, movilidad, productividad, costes laborales, comercio y entretenimiento. El impacto mayor se ha dejado sentir en lo que respecta a la inversión extranjera, el saldo de empresas y las cifras de contagios y fallecidos por el virus.
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