Castilla y León inaugura la campaña perpetua: 11 elecciones en 48 meses

Castilla y León se convierte así en la inauguración oficial de una campaña electoral perpetua, ya que entre las dos citas de la comunidad se celebrarán otros nueve comicios de todo tipo: municipales, generales, seis elecciones autonómicas y unas europeas. Once procesos en 48 meses. Solo habrá un mínimo descanso de once meses entre las catalanas de 2025 y las castellanas y leonesas de 2026. Y eso si no se producen más modificaciones de calendario.

Ya las hubo en 2019, cuando la Comunidad Valenciana decidió adelantar su fecha para que coincidiera con las generales de abril y no con las demás autonómicas. Ahora se especula con que puedan producirse nuevos anticipos tanto allí como en Andalucía -que debería tener su encuentro con las urnas en diciembre pero puede producirse en junio, según algunos analistas- y en las generales.

Y es que parece que los gobiernos de coalición, en España, tienden a aguantar menos tiempo del que duran las legislaturas. La tentación de romper el pacto y absorber al socio pequeño es muy grande y Pedro Sánchez, si la recuperación económica le concede una tregua demoscópica, puede optar por repetir la jugada de Mañueco pero en el otro lado del espectro político. A tiempo, quizá, de evitar que la vicepresidenta y rival Yolanda Díaz aglutine los restos de Podemos, Más País, Izquierda Unida y todo lo que se mueve a la izquierda del centro izquierda para que rebrote.

En el centro de tanto movimiento de fechas electorales subyace el objetivo del PP de alcanzar la Moncloa cuanto antes, especialmente para evitar que una derrota de Pablo Casado, hasta hace poco al alza en las encuestas, pueda disparar la ruptura interna definitiva entre Isabel Díaz Ayuso y él. El triunfo en Madrid se interpretó como una jugada maestra estratégica de la presidenta madrileña, y no como un movimiento del tándem Casado-García Egea, sorprendidos en un primer momento por la moción de censura en Murcia. El presidente del PP necesita así fijar hitos propios que le aúpen como presidenciable en las generales del 2023, sean en noviembre o antes.

El primero sería Castilla y León. «[Adelantar las elecciones ha sido una decisión] tomada libremente y sin ninguna indicación nacional por parte de Alfonso Fernández Mañueco», decía Pablo Casado el miércoles pasado. Sin embargo, el presidente castellano y leonés, que no empezó la andadura con una buena relación con Génova, no habría dado el paso sin el visto bueno de la dirección nacional. Algo similar ocurre con Juanma Moreno en Andalucía, donde también es presidente por un pacto de Gobierno con Ciudadanos. Casado dejó entrever un futuro parecido: «[Juanma Moreno] Tendrá libertad si decide convocarlas antes de la fecha en la que se cumplen cuatro años de su investidura».

Recuperar el triunfo en Castilla y León tras la derrota de 2019 y reeditar la victoria en Andalucía supondrían un espaldarazo muy importante para el PP, que llegaría en un 'crescendo' poderoso a las autonómicas y municipales de 2023. Unas autonómicas en las que de nuevo se presentaría en escena Isabel Díaz Ayuso, puesto que en Madrid el anticipo electoral no supone, como aquí, inaugurar un nuevo periodo de cuatro años de Gobierno.

La campaña perpetua empieza con el PSOE instalado en el Gobierno central y en el de diez comunidades autónomas -siete en coalición- y el PP, en cinco -ahora solo tres en coalición-. Con el bipartidismo orillado definitivamente en favor de una situación 'bibloques' y muchos aspirantes, conocidos y emergentes, dispuestos a ser la clave de un futuro Ejecutivo nacional.