Castilla y León se estanca en séptima posición en el índice de competitividad regional

Factores como la favorable evolución de la actividad y el empleo, junto con la recuperación de sectores estratégicos como el turístico, más el intenso crecimiento del comercio exterior justifican los buenos resultados que arroja a nivel general el Índice de Competitividad Regional. En su presentación, el presidente de los economistas, Valentín Pich, ha destacado que «pese a la inflación y las tensiones de la política monetaria, iniciadas en 2022, el crecimiento del PIB se mantuvo sólido y superó las expectativas en principio desfavorables que creó la invasión de Ucrania.

Según Pich, «si bien la competitividad media de las comunidades autónomas ha aumentado a un ritmo medio del 4,6% en los dos últimos años, la realidad es que nuestra convergencia con la Unión Europea en términos de renta per cápita se está viendo comprometida, en parte lastrada por la crisis financiera de 2008». Con datos de Eurostat, la renta media española ha pasado de ser un 4,4% superior a la renta media de la Unión en 2007, a representar el 85,6% de la misma en 2022, ha recordado.

Respecto al comportamiento de las comunidades, el informe pone de manifiesto que el Índice de Competitividad aumentó en todas con la excepción de Asturias, donde apenas se alteró. El diagnóstico se realiza a partir de 54 variables o indicadores estructurados en torno a siete ejes competitivos que permiten identificar las fortalezas y debilidades competitivas: entorno económico, capital humano, mercado de trabajo, entorno institucional, infraestructuras básicas, eficiencia empresarial e innovación.

En 2022, en plena recuperación postcovid, la composición del grupo de competitividad alta se mantiene, con el País Vasco desbancando a Navarra de la segunda posición y con Madrid ratificando su liderazgo. Cataluña se mantiene como única integrante del nivel de competitividad media-alta y, por detrás, en un nivel medio-bajo figuran Castilla y León (en séptima posición, de acuerdo con la puntuación de las diferentes variables), La Rioja, Aragón, Galicia y Cantabria. El grupo de competitividad baja lo forman Extremadura, Andalucía, Canarias, Baleares, Castilla-La Mancha, Murcia, C. Valenciana y Asturias.

La Rioja y Galicia mejoran una posición, en detrimento de Aragón y Cantabria, mientras que Andalucía, Baleares y Canarias son las regiones con un incremento más intenso del índice, seguidas de Galicia y Extremadura.

El dinamismo de Castilla y León es superior a la media, calificado de alto, en tres de los ejes establecidos. El primero es el mercado de trabajo, cuya tendencia es positiva pero mejora menos que la media de las 17 autonomías. También es alto en lo que respecta al entorno institucional, pero en este caso con tendencia a la baja. Por último, la región obtiene una valoración media-alta en innovación, en este caso con evolución positiva dentro de la media.

En otros dos ejes, la comunidad recibe una puntuación media-baja: en capital humano, cuya tendencia al alza es, no obstante, mejor que la media; y en infraestructuras básicas, con tendencia negativa.

Los dos ejes restantes tienen semáforo rojo: el entorno económico recibe una puntuación baja y aunque mejora algo, lo hace menos que la media; por su parte, la eficiencia empresarial es también baja, si bien tiende a mejorar.

Para llegar a estas conclusiones, el estudio señala que las variables que evolucionan más favorablemente en sus respectivos ejes son la variación del PIB en volumen; la tasa de paro juvenil y la general; el abandono escolar temprano; el tráfico aéreo; la variación de la productividad, el gasto en I+D y el número de investigadores.

Por el contrario, la evolución es particularmente desfavorable en tasa de ahorro, déficit, parque de vehículos ecológicos, dinamismo empresarial y empresas con medios sociales.

El informe incluye un apartado especial sobre eficiencia empresarial, definida como «la capacidad óptima de producir productos y servicios en relación con los recursos y factores necesarios y disponibles». «En términos económicos, mide la eficacia con la que las empresas combinan los 'inputs' y factores productivos para obtener la mayor cantidad posible de bienes y servicios -explica-. El objetivo anterior se alcanza minimizando los costes del proceso productivo. Por tanto, en el seno de la empresa es donde se debe conseguir la eficiencia de las tareas productivas como resultado de la gestión que el colectivo empresarial lleva a cabo en términos de organización de los métodos y factores productivos disponibles».

Para calibrar esta eficiencia empresarial, el estudio analiza variables como el número de empresas que exportan, el gasto en tecnologías de la información y las comunicaciones, la cuota de empresas grandes, etc. Dentro de este eje, Castilla y León figura en el puesto número 12 de las 17 autonomías, con una puntuación 'baja', pero con tendencia a mejorar más que la media.