Explotación de porcino en un municipio de Valladolid. MIRIAM CHACÓN-ICAL

Castilla y León duplica en diez años las explotaciones de porcino intensivo

La normativa, aseguran los ganaderos, es muy restrictiva y garantista, pero los ecologistas advierten sobre todo del riesgo para los acuíferos

Antonio G. Encinas

Valladolid

Sábado, 15 de enero 2022, 07:48

Las macrogranjas, en España, no existen. Lo dice David Castaño, que además de portavoz de Ciudadanos en las Cortes es ganadero. «Es un término importado de Estados Unidos y China». Y pone un ejemplo contudente: una sola explotación en China puede tener la mitad de ... la cabaña de porcino de toda la provincia de Salamanca. «En Europa, por legislación, no se permiten». Así que habría que hablar de «explotaciones intensivas». Y esas las define un documento elaborado por 40 expertos consultados por la ecologista WWF como los cebaderos industriales, o aquellas en las que los animales están permanentemente encerrados «en instalaciones con densidades muy elevadas».

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En España, las explotaciones que superan un determinado nivel de emisiones deben inscribirse en el Registro Estatal de Emisiones y Fuentes Contaminantes. Y de ese tipo hay 578 explotaciones en Castilla y León. 139 tienen licencia para acoger hasta 750 cerdas reproductoras y/o hasta 5.500 cerdos de cebo. Otras 439 pueden albergar «entre 51 y 200 cerdas reproductoras y 2.000 cerdos de cebo de más de 30 kilos».

Lo que es cierto, dicen los datos, es que en los últimos años se ha producido una eclosión de explotaciones intensivas, que han convertido a Aragón, Cataluña y Castilla y León en los mayores anfitriones de estas ganaderías. En 2011, el primer año del que ofrece registros el Registro, se contabilizaban en la comunidad 180 complejos de tipo a.II y 68 de tipología a.III (los de mayor capacidad). En 2020 ya figuraban 382 y 119, respectivamente. Hoy aparecen en el Registro 578. La subida ha sido igualmente exponencial en todo el territorio. De 876 explotaciones de la categoría a.II se ha pasado a 2.180. En las de mayor tamaño el salto ha sido de 381 a 757.

Es un boom que tiene que ver, apuntan algunos especialistas, con la peste africana que afectó al porcino de China desde 2018. Pero no era la primera vez. Por eso el Gobierno chino ha diseñado un plan para evitar las «fluctuaciones» en la producción, diseñado por provincias, basándose en que «desde 2009, la producción de cerdos vivos y el suministro de carne de cerdo de China han experimentado cuatro fluctuaciones importantes, (en promedio, una vez cada tres años)», según se puede leer en un informe del Ministerio de Agricultura y Asuntos Rurales del país. Su objetivo es mantener una cifra estable de entre 37 y 41 millones de «cerdas reproductoras». En los momentos de mayor producción su cabaña porcina llegó a contar con 480 millones de cabezas, pero las crisis sanitarias la hicieron caer hasta 310 millones en 2019.

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Esto es relevante porque China es el principal mercado importador para la Unión Europea y España es el cuarto productor mundial de carne de cerdo. Los chinos pasaron de importar 1,34 millones de toneladas desde Europa en 2017 a 2,3 millones entre enero y octubre de 2021, según datos del Observatorio del Mercado de la Carne de la Comisión Europea. España exportó en esos diez meses 1,08 millones de toneladas de productos derivados del cerdo a China en 2021. En 2011 fueron 49.237 toneladas.

Hay quien considera, con estos datos, que la de la carne de cerdo es una burbuja que acabará por explotar. David Castaño cree que no será así y que la ganadería intensiva convivirá con otras formas porque permite producir carne a un coste asequible para la población. «Si hoy en día las rentas bajas pueden tener una alimentación equilibrada es en parte gracias al intensivo, tanto agrario como ganadero», explica. Asegura que la legislación española, la Norma Sectorial del Porcino, es más exigente aún que la europea, que ya es restrictiva. «El Real Decreto 1078/2014 se ha modificado para exigir el enterramiento de los purines, lo que además de reducir la contaminación, reduce considerablemente los malos olores», añade. En esta línea aboga por invertir en i+D y pone como ejemplo el uso de «biodigestores, que ayudan a producir biogás y abono orgánico, o las membranas permeables para captar amoníaco y nitrógeno». El debate no es nuevo. En las Cortes, en la IX Legislatura, Juan Vicente Herrera (PP), entonces presidente de la Junta, aseguraba que su prioridad era «apoyar la modernización de las explotaciones ganaderas actualmente existentes». Pero al tiempo añadía: «No es, por tanto, el de las macrogranjas el modelo que desde la Junta pretendemos. Pero mire, aquí hay una cosa que se llama iniciativa privada, aquí lo que hay es una libertad de empresa, libertad de iniciativa, y afortunadamente lo que hay es también garantías. Esas iniciativas deben someterse a unas normativas estrictas, rígidas». José Sarrión (IU) oponía entonces que había aumentado la producción pese a que se cerraban explotaciones. «¿Qué quiere decir esto? Que las grandes macrogranjas no crean riqueza: concentran la riqueza actualmente existente. Quien pierde, finalmente, es el pequeño y mediano ganadero, que es quien mantiene la población en el medio rural».

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Concentración en Faramontanos de Tábara, en Zamora, contra la instalación de una explotación intensiva de porcino. ICAL

Porque el problema, en realidad, no es la falta de normas. Es que algunas, en invierno, cuando las balsas de purines rebosan, son de difícil cumplimiento. Eso hace que haya zonas afectadas por contaminación subterránea de nitratos en sus acuíferos. La solución, de momento, son más normas. El Gobierno prevé aprobar un Real Decreto en 2022 sobre protección de las aguas «contra la contaminación difusa generada por nitratos procedentes de fuentes agrícolas», informa Europa Press. Recientemente, Ecologistas en Acción se oponía a la ampliación de una explotación con 4.952 cerdos en el entorno de Cuéllar. Entre sus alegaciones, el exceso de extracción de aguas subterráneas de un acuífero «ya sobreexplotado» y cuyos niveles de nitrato superan los permitidos.

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