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«Esta situación es demasiado rocambolesca como para dejarla pasar de lado sin documentarla», explica la joven traductora salmantina Inés Sánchez (25 años), que ... trabaja en Zaragoza y conoció el proyecto a través del Facebook del Museo Etnográfico. En su vídeo de 10 minutos reflexiona sobre los variados sentimientos que ha experimentado en estos meses. Al principio fue «una gran paz» ya que borró su vida laboral recorriendo pasillos por las oficinas, algo que «me estresaba bastante».
Después llegó la sorpresa porque «el mundo se había parado. A pesar del calentamiento global seguíamos jugando a dioses». A ello se añadió la soledad que «nos priva de la presencia física del otro y de los abrazos», a pesar del sucedáneo de internet. Inés acaba reconociendo su «estrés por pisar la calle», el miedo a «contagiar y ser contagiada».
Y, finalmente, la joven cuenta como gracias a las rutinas (deporte en casa...) ha aprendido a «tener más fuerza de voluntad con mis vicios». También que «aunque cambien las circunstancias de nuestra vida, somos capaces de todo. Solo hay que gestionar nuestros límites».
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