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En la época estival simplemente hace calor, en mayor o menor medida y, en general, compensado con unas noches que refrescan el ambiente. En los últimos veranos ya se habla de ola de calor y no de una sino de varias hasta bien adentrado el ... otoño; aunque no siempre, indica la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), con la precisión adecuada y, en muchas ocasiones, «con tendencia a exagerar». Temperaturas anormalmente altas, durante varios días –al menos tres– y en las que, como mínimo, el 10% de las estaciones de medición registran máximas por encima del 95%. Esta es la definición de ola de calor de la Aemet, esto es lo que se espera a partir de mañana.
La Agencia Estatal de Meteorología alerta de la entrada de «aire muy cálido de origen africano» en la península desde este 26 de junio. Este factor, unido a «las condiciones de estabilidad atmosférica y a las fechas estivales», propiciará el alcanzar e, incluso, el superar los 40 grados, durante estos días hasta el próximo lunes o martes.
Con ola o sin ella. El calor y la falta de medidas de prevención y de responsabilidad sobre la propia salud y la de los más vulnerables como los niños, las personas con discapacidad y los mayores, hace que se dispare, cada año más, la demanda asistencial por sus efectos, fundamentalmente colapsos y deshidratación, especialmente graves en personas con patologías previas y, en particular, cardiacas.
¿Qué hacer ante un golpe de calor? Llame a emergencias sanitarias al 112 . Coloque al enfermo en un lugar a la sombra. Quítele ropa para airearle. Si está consciente, coloquele con la cabeza ligeramente elevada y ofrézcale abundante agua. Refrésquele con agua fría o hielo, sobre todo la cara y axilas. No le meta en la bañera para enfriarle. Si está inconsciente colóquele tumbado de lado, con las piernas flexionadas. Nunca de líquidos a una persona inconsciente.
Un repaso por el último decenio de los datos de asistencia y mortalidad de la Dirección de Salud Pública de Castilla y León muestra un progresivo y alto aumento de ingresos y urgencias cada año. Y aunque hay fallos de registro porque en ocasiones se repetían al entrar desde notificaciones de Primaria, de Especializada y del 112; esas duplicidades se daban cada año y mientras el registro recogía tan solo 57 urgencias y 29 ingresos en 2014, pasaba a mucho más del doble en 2015 (119 emergencias y 84 hospitalizaciones), con sus mismos defectos de contabilidad. Más aún en 2016, con 151 ingresos de los 212 casos que llegaron a urgencias y, en los dos últimos años, el sistema nacional de vigilancia, dependiente del Instituto de Salud Carlos III, decidió eliminar la contabilidad de la demanda asistencial y solo constata los datos de mortalidad, uno el año pasado y tres en 2017 por dichos fallos de la base de datos. En vez de mejorar el registro, lo eliminó.
Aun así, responsables sanitarios aseguran que la demanda es mayor cada año, en algunos casos por puro miedo y exceso de alerta; pero al final no solo aumentan las urgencias sino también los ingresos en los que «no hay falsas alarmas». Temporadas más largas de calor, y temperaturas más excesivas con noches que no refrescan son cada vez una realidad más frecuente, se clasifiquen o no como olas de calor. Y la falta de prevención de las personas «eso sí que es alarmante», indican responsables sanitarios. En los últimos años, detrás de buena parte de las demandas asistenciales por insolación o deshidratación estaban las personas «que salen a correr o a hacer ejercicio en horas puntas, a mediodía, en los momentos de más calor y también el entorno laboral es un problema, los trabajadores sobre todo de la construcción, que están al aite libre y ni se protegen la cabeza ni beben agua a menudo». Una mala combinación, la de falta de líquidos y de sombra en las peores horas de una jornada de calor.
Los datos revelan que en los últimos ejercicios entre el 17% y el 33% de las personas que llegan al hospital con un cuadro provocado por las altas temperaturas termina ingresado. Los casos de fallecimiento –y muchos de los de hospitalización– son por los efectos negativos del calor en personas con patologías graves previas y la deshidratación que es un serio peligro en bebés y en ancianos porque ni unos ni otros controlan en general su necesidad de ingerir líquidos, no perciben que tienen sed.
Según el informe de la Aemet, desde 1975, cinco han sido los años con más olas de calor. Concretamente 1991, 2003, 2015, 2016 y 2017 y en particular este último porque sumón hasta cinco olas.
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