Si el Partido Popular aspira a recuperar la Alcaldía de Valladolid y a aportar escaños suficientes en las Cortes como para borrar la derrota que sufrió Alfonso Fernández Mañueco en 2019, no puede convertirse en gemelo del PP de Soria, que lleva 20 años ... versionando el pasaje bíblico de Caín y Abel.
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La crisis de los populares sorianos dura ya más que el cerco de Numancia y ha provocado el trasvase de dirigentes sometidos a linchamiento interno hacia un nuevo partido, la Plataforma del Pueblo Soriano, que resta ahora votos al PP. En butaca vip disfruta del espectáculo el socialista Carlos Martínez, consolidado como alcalde de Soria desde 2007.
El PP de Castilla y León y la dirección de Génova quizás puedan permitirse un partido abierto en canal en Soria. En Valladolid, no. Valladolid es la provincia que más procuradores sienta en el hemiciclo de las Cortes (15 de 81) y su capital, el mayor Ayuntamiento de la comunidad. Es un Consistorio que aporta marca al partido del alcalde. Ese es hoy Óscar Puente. Y lo era ya en 2019, cuando el PP tiró de Pilar del Olmo y ofreció un espectáculo de cuarta en la confección de la lista de concejales y la candidatura a las Cortes, repescando y expulsando, según el día, al entonces presidente provincial, Jesús Julio Carnero. Resultado: el PSOE logró más concejales en la ciudad y más escaños en la Cortes y el PP perdió las elecciones.
Los roces internos son consustanciales a todos los partidos (PP, PSOE, Cs, Podemos, Vox...), entidades en las que el debate sobre las ideas políticas y el servicio público queda arrinconado por el de los egos y los intereses personales. Esta vez le toca al PP de Valladolid. No es nuevo. Roces había entre Javier León de la Riva, que exhibía criterio propio, y Tomás Villanueva o Ramiro Ruiz Medrano, presidentes del partido.
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La diferencia con la época del Clan del Montico es que ese PP arrasaba en las Cortes, el Ayuntamiento y la Diputación, con escaños y despachos al por mayor en los que colocar dirigentes. Eso neutralizaba los conflictos internos. Entonces tampoco había primarias. Elegir líderes con este método es lo natural para un político sueco, pero entre los ibéricos potencia el gen cainita. En cuanto alguien expresa su apoyo a un aspirante entra en la lista negra del otro. Proscritos. Arrieros somos y en el camino nos encontraremos. El PP de Valladolid arrastra, después de primarias provinciales, regionales y nacionales, listas de carneristas y borjistas, silvanistas y mañuequistas, casadistas y sorayistas, que se entremezclan entre sí.
Todo eso está detrás de la crisis actual del partido y del fuego amigo que sufre Pilar del Olmo en el Ayuntamiento. Algo que no ha sabido gestionar, por lo que hemos visto estos días, Conrado Íscar, que cogió las riendas de la formación en marzo y que para volver a hacer al PP un partido ganador en Valladolid ha resucitado como asesor a Pablo Yáñez, que lleva en su mochila el desastre del fichaje de Silvia Clemente para Cs y el pucherazo en las primarias. Exponente del todo vale en política. Si Yáñez es la solución a los apuros del PP de Valladolid, el problema es serio.
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