«Caeríamos en un error si culpamos a Madrid; el virus ha afectado a todo el país»

No poder decir adiós es la herida más profunda que les queda. Y «siempre» estará ahí. Porque los vecinos del Real Sitio de San Ildefonso «nunca» olvidarán la fuerza con la que el virus arreció sobre su municipio. Se llevó a 48 empadronados y 538 personas se contagiaron –en la actualidad, 67 casos permanecen activos–, la tasa de enfermos por tarjeta sanitaria más elevada de Castilla y León. Pero ahora, «después de unas semanas excesivamente duras, vamos viendo ese final, al menos temporal, con la esperanza y la responsabilidad de ir paso a paso». Lo dice el alcalde, Samuel Alonso, pero sus palabras pueden hacerse extensibles a cualquiera de los vecinos de esta localidad segoviana. Porque están «todos a una». «Más unidos que nunca».

No pasarán página. Tampoco lo pretenden. Aunque sí «había ganas de volver a esa cierta normalidad sin olvidarnos de lo que ha sucedido estos meses». Porque, explica el regidor, «si algo tenemos que sacar de las tragedias y desgracias es un aprendizaje, y solo lo sacas sin olvidarte de lo que pasó».

La «gran mayoría» de bares han reabierto sus puertas e incluso ampliado sus terrazas. La respuesta, coinciden dos hosteleros, el propietario del bar San Luis, Adolfo Adolfo Rincón, y el de la Posada de los Embajadores, Pedro Luis Herrero, ha sido «bastante buena». «Ha sido raro, como volver a empezar. La gente viene, pero no es lo mismo; no sale tanto como antes y tiene miedo», argumenta el primero. «Hay ganas, entre los jóvenes sobre todo, han venido muy lanzados», añade el segundo. Los granjeños apenas salen de casa. Solo para lo justo. «Hay respeto, claro que sí. Pero lo están llevando con mucho cuidado y responsabilidad, y eso siempre da cierta tranquilidad», incide Alonso.

Allí, en este municipio enclavado a los pies de la Sierra de Guadarrama, a la mayoría, de una u otra forma, le ha salpicado el virus. «Quien más y quien menos», insiste Alonso, lo ha vivido en primera persona o conoce a alguien que o bien ha superado la enfermedad o ha perdido a un ser querido. El propio alcalde lo pasó. Sin saberlo, eso sí, y antes de que se decretara el estado de alarma.

La proximidad a Madrid, a 98 kilómetros de distancia, les hizo «mucho daño». Intensificaron los controles para evitar la llegada a segundas residencias, pero ya era tarde. En cuestión de días recibieron un «aluvión» de visitantes. Ahora, más de tres meses después de aquello, los vecinos del Real Sitio rehuyen de la posibilidad de culpar a los madrileños. «¿Cómo vamos a pretender que no venga gente de allí si Segovia y La Granja viven de ello? Caeríamos en un error si les echamos la culpa, ha afectado a todo el país», sostiene Juan García, residente en la localidad, mientras otros tres varones asienten. Miran de reojo el final del decreto de alarma. Ya piensan en un verano que esperan sea «bueno en cuanto a turismo» y con «mucha más gente de lo habitual. Las inmobiliarias no dan de sí; ya se están alquilando casas para pasar aquí todo el verano».