Rubi de los Ríos, en el paseo de Zorilla de Valladolid. Carlos Espeso
Coronavirus

«Mi cabeza quiere hacer cosas y mi cuerpo no le deja. Tengo que vivir ya siempre con secuelas»

Rubi de los Ríos padece disnea y un cansancio sin buen pronóstico de mejoría

Ana Santiago

Valladilid

Sábado, 14 de mayo 2022, 00:05

Optimismo y visión positiva son claramente fortalezas de Rubi. La decisión de seguir adelante, de luchar contra las secuelas, de mantener el cuerpo en su situación más óptima marcan su día a día. Y, sencillamente, esta vallisoletana muy vinculada a Pesquera de Duero, ha aceptado ... que el coronavirus la arrolló y ahora tiene que convivir con su legado que, según le anuncian sus médicos, tiene pocos visos de mayor recuperación.

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El coronavirus entró en su familia en el verano de 2021. Los cuatro, padres y dos hijas, se contagiaron; pero fue Rubi la única que sufre el llamado covid persistente. «Tenía antes de contagiarme miastenia, un sistema inmunitario débil, las transaminasas altas... bueno que mi situación era más complicada. Y, entre lo peor, el hígado graso que tengo que cuidar muchísimo. cuando me contagié fui poco a poco recuperándome; pero, y eso que fue por teléfono, mi médico detectó una fatiga que no le gustó nada y me mandó ir a consulta presencial. Me hicieron un electro y me mandó también hacerme una radiografía de tórax. Vio una disfunción en el lado interno del corazón y me mandó repetirla para estar segura», recuerda Rubi.

El médico consideró que dada la edad, entonces tenía 57 años, menopausia y esa radiografía indicaban un riesgo alto de infarto y la envió al cardiólogo. «Me correspondía entonces el Río Hortega, luego he cambiado de piso y de zona de salud. Me dejó machacada, yo no podía con mi vida. El especialista debía de tener mucho trabajo porque decidió no verme». No sería la única vez que el médico de cabecera, incluso distintos facultativos y en una ocasión como 'caso urgente', le derivaría al cardiólogo. Hoy es el día que ningún especialista del corazón ha revisado a esta paciente. «Sí me atendieron de Digestivo, Neumología... pero nunca logré llegar al cardiólogo. Al cambiar de centro de salud me mandaron al internista y me diagnosticó disnea. Me dijo que tendría que aprender a vivir con ello porque no veía muchas posibilidades de recuperación. Me hicieron una espirometría, me tienen que hacer otra ahora, porque me agoto enseguida. No aguanto nada. Antes iba desde la plaza Zorrilla a El Corte Inglés sin problemas. Ahora tengo que pararme a reponer fuerzas. Me he concentrado en lo que me han dicho, en saber vivir con ello. Pero el problema que tengo es que mi cabeza va por un lado, a un ritmo rápido y ágil, de querer hacer muchas cosas y el cuerpo no me responde».

Una traición la de su cuerpo que Rubi trata de compensar dando buenos paseos y haciendo pilates para fortalecer sus músculos. «Me sienta muy bien y he mejorado mucho, ya me levanto mejor que antes ni podía; pero no soy la que era. De todas formas, he decidido no desesperarme, no caer en una depresión porque es un lujo que no puedo permitirme. Ya bastante tengo con todo esto. No soy la misma y es lo que hay. Vivo dentro del cansancio y la fatiga permanente. Hago fisioterapia, osteopatía... no bebo nada de alcohol ni fumo. Y cuido mucho la alimentación. Hago cuanto puedo por mantenerme bien y llevarlo con alegría. Tengo mucho humor, me río de mi misma. Y si alguien me dice que si estoy coja, digo que es la ciática, o que se me baja el ojo derecho, contesto que ya se subirá... No quiero pararme en estas cosas».

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Rubi se hace ropa, bolsos, participa en talleres y acaba de irse a París con su hija pequeña que ahora vive en Francia. Yse recorrió museos y la ciudad; aunque con muchas más paradas de descanso las que hubiese deseado.

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