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Vista general de Traspinedo desde el mirador del Pico de la Atalaya, con su robusto roble. Juan Vargas
Entre brasas, pinos y leyendas

Entre brasas, pinos y leyendas

La tradición culinaria le asigna el origen del pincho de lechazo a la brasa, plato que acuna entre senderos de frutales y amplias zonas micológicas

Lorena Sancho

Valladolid

Miércoles, 31 de julio 2019, 07:51

Hay que remontarse varias décadas para encontrar el origen de lo que hoy es Traspinedo, una población vallisoletana que tiene casi el mismo número de plazas de hostelería que de habitantes (1.150). Hay que buscar en el siglo XIX las señas de identidad que ... hoy sitúan a este municipio, casi puerta de entrada a la DO Ribera del Duero, en un santuario de peregrinación de los amantes de la gastronomía. Porque Traspinedo, que acuña su nombre entre los miles de pinos que abrazan el casco urbano (Tras los pinos), no sería hoy lo que es sin la tradición ganadera y trashumante de los pastores que en otros tiempos poblaron sus tierras. Ellos, presos de la necesidad y de unos tiempos donde la jornada se antojaba larga en el campo, idearon el origen del pincho de lechazo a la brasa; quemaban el sarmiento y asaban sobre sus ascuas la carne de cordero lechal ensartada en palos de viñas o juncos. De ahí surgieron, décadas después, las casi mil plazas que los seis restaurantes del casco urbano ofrecen para comensales que buscan el sabor rural de la gastronomía entre el tradicional olor a leña y los vetustos muros de típicos mesones castellanos.

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