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Barro y estrellas, suelo rojo bajo el cielo de terciopelo negro cuajado de brillantes, a tan solo 15 kilómetros al suroeste de la capital zamorana. Además de una gastronomía excelente basada en productos primarios sin trampa ni cartón y un trato familiar, es ... lo que ofrece Pereruela, la localidad zamorana cuyos apellidos están ligados al trabajo alfarero desde tiempos inmemoriales. Los artesanos perigüelanos tienen la fórmula para modelar y cocer las mejores cazuelas refractarias para los asados y los mejores hornos para el pan. A pesar de los estragos de la emigración de los sesenta del pasado siglo, que puso en riesgo esta actividad, la herencia ha vuelto a repuntar con fuerza desde que hace treinta años las nuevas generaciones ligadas al municipio y al oficio recobraron la consciencia de su singularidad.
Algunas familias tienen documentada su actividad desde el siglo XVI, pero lo cierto es que, como poco, la alfarería de la zona ya era apreciada por los romanos. En la misma carretera que une Pereruela con Fermoselle se ubica el Centro de Interpretación del Barro (abre de miércoles a domingo, a partir de las 11:00 horas), el visitante podrá admirar una exposición permanente con piezas antiguas y actuales, también de otros alfares de España. El 24 de agosto se celebró la undécima edición de Alfareruela, con exposición, venta de cacharros, premios, degustación de arroz a la zamorana y flamenco.
Pero Pereruela no solo es la puerta de entrada a la comarca de Sayago y a los abismos de los arribes o arribanzos del Duero. También, a poca distancia, en la pedanía de Sobradillo de Palomares, tan solo a veinte minutos en coche desde Zamora, se ha construido una flamante ventana a las estrellas. El secreto es la escasa contaminación lumínica del cielo en esta zona, lo que permite una óptima observación. Ideado y construido por el astrofísico Javier Domínguez en su pueblo, el telescopio newtoniano sayagués combina ingeniería punta y artesanía. Además de los fines científicos, está pensado también con fines divulgativos y turísticos.
Aunque el cielo es tan limpio en esta comarca de Zamora que solo hace falta una manta, un termo con chocolate caliente y un telescopio casero (y hasta sin telescopio) para asomarse a las maravillas de la Vía Láctea y a las historias de ovnis. Los relatos de avistamientos y luces extrañas los conocen bien los vecinos antiguos de Muga de Sayago.
Cazuelas, galaxias, ovnis y también caballos, porque la Capital del Barro tiene un centro hípico con el que pueden distrutar los amantes de estos animales durante su estancia por estas tierras misteriosas de frontera. Los paisajes que en tiempos remotos dominó el mítico caudillo Viriato, el Terror de los Romanos, el inventor de la guerra de guerrillas no dejan de admirar al viajero. Las nueve pedanías de Pereruela bien merecen un paseo: Arcillo, Sogo, Malillos, Las Enillas, Sobradillo, La Tuda, La Cernecina, Pueblica de Campeán y San Román de los Infantes. Y después, degustar una cerveza artesana bautizada con el nombre del pastor guerrero o un vino de la zona.
'Al sayagués, ni le quites ni le des', advierte el refrán zamorano. Pero, en realidad, los oriundos de estas tierras de pobreza endémica en la Raya ofrecen al visitante mucho más de lo que reciben. Solo hay que pararse y escuchar.
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