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Maquinaria en una empresa de Valladolid. Santiago Bermejo

Castilla y León

La baja productividad debilita la capacidad regional para atraer inversiones

Tras lograr un lugar destacado en el periodo 1995-2014, del retroceso solo se salva la industria, las mayores debilidades están en tecnologías de la información y las comunicaciones e I+D

Sábado, 30 de septiembre 2023, 00:05

La inversión, el componente de la demanda que más fluctúa, es a la vez el principal responsable del perfil cíclico de la actividad económica. Entre ... 1995 y 2014 se produjo en España un ciclo inversor de enorme intensidad, protagonizado por el sector de la construcción e inmobiliario, que colocó al país por encima de la media de su entorno. Después, con la gran recesión, el esfuerzo inversor (público y privado) sufrió un desplome y, en los últimos años, se ha acompasado a la evolución del PIB y del empleo. Un estudio de la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas que analiza la distribución de la inversión y el stock de capital público y privado por autonomías concluye que, una vez superada la crisis desatada en 2008, la capacidad de Castilla y León para captar inversiones ha sufrido un descalabro debido a la baja productividad tanto del trabajo como del capital.

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La mitad de la inversión se concentra en las tres comunidades más grandes, Madrid, Cataluña y Andalucía, seguidas a cierta distancia por la C. Valenciana, que es la que más ha visto reducidas las inversiones. A continuación, un grupo de cuatro comunidades de tamaño medio atraen porcentajes próximos al 5% de la inversión: País Vasco, Castilla y León, Galicia y Castilla-La Mancha, pero su peso en el total no sigue la misma pauta en todos los casos durante los dos subperiodos estudiados (1995-2008 y 2009-2021). «Tres de ellas mantienen sus participaciones, pero Castilla y León las reduce en los años más recientes casi un punto porcentual, lo que para su tamaño es una cifra importante», señala el informe.

Tras la crisis inmobiliaria se superponen varios procesos distintos en el ámbito de la inversión (o formación bruta de capital fijo): «se invierte menos en todas las comunidades pero también en todas ellas la inversión se orienta más hacia activos más productivos; y se reorienta territorialmente la inversión, ganando peso algunas comunidades más desarrolladas al ser las que tienen mayor capacidad de atraer inversiones de mayor contenido tecnológico». Es aquí donde Castilla y León ha salido perdiendo. Una rama, la industrial, ha absorbido la mayor parte de la inversión en detrimento tanto de los servicios como de la que procede del sector público.

Consecuencia del menor ritmo en el cambio del flujo (las inversiones) y el stock (los capitales) es que, en las dotaciones de capital, Cataluña ha perdido peso y Madrid lo ha ganado. También han salido bien paradas Andalucía, Castilla-La Mancha y, ligeramente, Baleares. Las pérdidas más relevantes de cuotas son las de Cataluña, la C. Valenciana, el País Vasco y Castilla y León.

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Al contrario de lo que sucede con la inversión, que fluctúa mucho y presenta tasas de variación negativas después de la debacle de 2008 y en comparación con el periodo anterior, «el stock de capital suele evolucionar de manera suave y rara vez retrocede, aunque sus ritmos de crecimiento difieran a lo largo del tiempo y entre territorios». «La intensidad media de la acumulación en España entre 1995-2008 (del 3,8%) triplicó la de 2008-2021 (del 1,2%). En el segundo periodo destacan por sus ritmos de acumulación muy inferiores a la media Asturias, Canarias, Castilla y León, Extremadura y Canarias».

Las dotaciones de capital son superiores en agricultura, industria y servicios públicos; y más débiles en servicios privados y construcción

La comunidad, explica el informe del BBVA y el IVIE, «tiene una renta per cápita y una productividad del trabajo algo inferior a la media nacional (dos puntos y medio), mientras que su tasa de ocupación es superior a la media y la tasa de paro muy inferior». La productividad del trabajo puede medirse de varias maneras, aunque habitualmente se mide como el PIB dividido por el empleo total o por el total de horas trabajadas. Es la cantidad de bienes y servicios que un grupo de trabajadores produce en un período de tiempo determinado.

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En cuanto a la capitalización relativa (la ratio entre las dotaciones de capital y el PIB territorial) de la región, ésta ha crecido con fuerza entre 1995 y 2021 y es superior a la media en proporción a la población, el empleo y, sobre todo, la producción. «Este último dato implica que la región presenta una de las productividades del capital más baja de todas las regiones españolas, solo por detrás de La Rioja. La productividad del capital es la cantidad de producto obtenido por unidad de capital y aumenta cuanto mayor es el aumento que se genera en la producción en relación con el aumento de capital que se ha incorporado.

Las mayores cuotas de capital captadas por Castilla y León corresponden a los activos de 'otras construcciones' (no viviendas). El resto de activos tienen pesos más modestos que además se han reducido desde 1995. «Las mayores debilidades están en activos relacionados con las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) y en los de I+D y otros activos inmateriales». Por sectores, las cuotas de las dotaciones de capital neto de la región son superiores en agricultura, industria y servicios públicos, y más débiles en servicios privados y construcción.

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