María Cruz Rey de las Moras | Doctora en Biología Molecular y Biotecnología e Ingeniería

«Aspiro a que mis alumnos ayuden a transformar el mundo»

–¿Ejemplos como el suyo permitirían acabar con aquel baldón que se nos atribuía a los españoles del 'que inventen ellos'?

–Lo que te gusta no se lo dejas a otros, lo haces tú. Hay muchas cosas que se pueden hacer en Valladolid en nuestro ámbito, muchas cosas. Actualmente, se valora mucho a los investigadores españoles: hay muchos que son mundialmente conocidos y muchos permanecen en España.

–¿A qué se puede atribuir, entonces, esa sensación de creer que en España no estamos en esto al nivel de los mejores?

–Se está aportando más financiación y se ha llegado al 1,5% del PIB, aunque la UE está marcando el 2%. Ese incremento está haciendo que la investigación aquí mejore y se vaya potenciando. También es cierto que hay países que destinan por encima del 3% de su PIB, como Alemania o Suecia, pero hay otros que con porcentajes similares a España tienen menor producción científica que nosotros e investigación menos puntera. Aquí somos bastante eficientes con los recursos que tenemos. Lógicamente, cuanta más financiación haya más recursos habrá y más potencial tendrá esa investigación.

–¿Lo de dedicarse a las Ciencias le vino a usted de cuna?

–Un investigador tiene que ser curioso en su ámbito, ha de tener un pensamiento muy crítico, debe querer transformar y mejorar y tiene que tener expectativas de buscar algo más. En mi caso todo empezó en el Grupo Leche Pascual.

–En Aranda de Duero...

–Tuve una beca hace 25 años de la Agencia de Desarrollo Económico de Castilla y León y fui para allá a hacer lo que se empezaba a llevar por entonces, los APPCs.

–¿APPCs?

–Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control, monitorizar en las empresas del grupo dónde podían encontrarse los peligros a la hora de fabricar los productos. A mí me gustó muchísimo aquello. Veía todos los procesos, estaba muy integrada con la gente de las fábricas... Se hacían ya ensayos y como pedían voluntarios para distintas actividades relacionadas con la investigación vi que aquello me gustaba y me picó el gusanillo: Qué podía hacer, qué podía aportar...

–Y de ahí...

–Leche Pascual me contrató y pasé de becaria en Aranda a la planta que entonces tenían en Valladolid, donde hacían los cereales para el desayuno. Me ofrecieron ser responsable de calidad con proveedores, me vine a Valladolid, mi tierra, y aproveché para empezar el doctorado.

–¿Y eligió hacerlo en...?

–Biología Molecular y Biotecnología. Mi referente era el catedrático Marcelino Pérez de la Vega, una persona con mucho criterio y rigor científico, que sabía mucho de Genética. Yo veía que la alimentación y nuestra salud iban a ir muy relacionadas con nuestra propia genética, eso me gustaba y le pedí dirigirme la tesis.

–¿Qué buscaba?

–Mejorar la salud de las personas. Por eso siempre me he ido formando en los temas que podían ser interesantes y complementarios de forma que yo entendiera los resultados que me iban arrojando esos proyectos de investigación que he ido haciendo.

–Estudiar, investigar, estudiar, investigar... ¿Siempre así?

–He estado más ligada a temas de mejora en procesos industriales vinculados a la alimentación. Por ejemplo, ¿cómo se puede hacer que un alimento no lleve conservantes y, sin embargo, tenga larga vida útil? Por entonces daba clases en Ingenierías, pasé de lleno a Ciencias de la Salud y vi un poco más todo lo que se estaba moviendo. Me caló la importancia de la alimentación en la salud. Con los alimentos que consumimos se puede hacer mucho y bueno por la salud.

–¿Cómo qué?

–Me planteé metas vinculadas a mejorar la salud de las personas sobre todo centrándome en enfermedades de alta prevalencia, como hiperlipidemias, concretamente hipercolecterolemias...

–Que quiere decir...

–Personas con colesterol alto.

–¿Por qué ahondó en ello?

–Porque si somos 50 millones de personas en España y la mitad tienen ese problema, merece ser estudiado y se debe intentar dar alguna solución. Están también la diabetes, el azúcar... El 13% de la población española tiene diabetes; seis millones de personas.

–¡Seis millones! Elevada cifra.

–Como lo que yo mejor conocía eran las plantas, por mis estudios de Ingeniería Agronómica, fui buscando compuestos que pudieran reducir ese colesterol de forma natural sin los efectos secundarios de las estatinas. También quería cambiar el que los enfermos no tuvieran que estar siempre tomando pastillas, sino que la posología fuera mejor y se pudieran adherir mejor al tratamiento. Se me ocurrió que como las gominolas estaban ya muy vistas, y las hay para dormir, de vitaminas... me dije ¿a quien no le gusta una matriz 'dulce' como es el chocolate? Como no quería meter azúcar, formulé con chocolate negro y en ese nuevo producto introduje las sustancias que ayudaban a bajar el colesterol. Estaba probado que era efectivo. Y quise dar un paso más.

–¡Una investigadora nunca para de darle vueltas a la cabeza!

–Me dije que si soy de Castilla y León, tengo que cuidar mi tierra, a la que estoy muy arraigada. Esas sustancias que he encontrado que son beneficiosas, que funcionan y que las podemos formular en ese producto, me planteé buscarlas, o similares, con la misma acción y sin efectos secundarios en cultivos de esta tierra que bien estuvieran ya implantados o pudieran implantarse porque se adapten a las condiciones agroclimáticas de Castilla y León.

–Cultivos como...

–Por ejemplo, remolacha y cereales. Tenemos mucho potencial para desarrollar y también eso supone una mejora para las explotaciones, su viabilidad, la fijación de población rural y para que, en general, Castilla y León pueda tirar para arriba. Empezamos con colesterol, pero rápidamente juntamos el de la diabetes, dado que mucha gente tiene colesterol alto y diabetes, sobre todo tipo 2. Formulamos así el producto con esas características probadas científicamente.

–Meterse en un laboratorio a investigar, ¿a qué obliga a renunciar de la vida personal?

–Yo no he renunciado a nada. Tengo marido y dos hijos. Soy muy familiar.

–En la tarea investigadora, ¿ha tenido alguna vez ganas de tirar la toalla?

–¡Nunca, nunca! Un investigador tiene que ser muy perseverante porque las cosas no salen a la primera. Si algo no sale como esperas, lejos de ser negativo has de transformarlo en algo positivo. La frase 'No hay mal que por bien no venga' la aplico muchas veces.

–¡Qué dice!

–Tanto en la investigación como en la vida cotidiana. Grandes descubrimientos lo han sido por un fallo tecnológico o una casualidad.

–En las carreras universitarias que enseñen a ser perseverante o curioso a un estudiante.

–Han de ser cualidades innatas, pero discrepo de lo que dice porque en muchas asignaturas sí que va inherente el que aparezcan.

–¿De verdad?

–A mis alumnos intento transmitirles curiosidad por la materia, que indaguen, que no les salgan las cosas a la primera para que sean perseverantes y logren los objetivos.

–Pero en la sociedad actual la cultura del esfuerzo no aparece en los primeros puestos, como que no vende, no es apreciada.

–Hay mucha gente joven que se encuentra motivada y en la juventud veo aspectos que son muy buenos para la investigación. Por ejemplo, la gente joven es más creativa, tiene una frescura que los senior a lo mejor vamos perdiendo porque hemos visto demasiadas cosas. Los jóvenes vienen con ideas nuevas, frescas, y están muy adaptados a la tecnología, han nacido con ella y por eso tiene muchas herramientas y potencial para poder investigar y llegar a sus objetivos.

–¿Algún alumno le ha dicho que quiere hacer lo que usted hace?

–Sí, claro. Y, de hecho, alumnos míos han colaborado conmigo en hacer prototipos orientados a la empresa. Recuerdo ahora mismo tres prototipos que se han desarrollado con alumnos de la Universidad Europea Miguel de Cervantes. Uno con el producto, del que hemos hablado antes, del colesterol; otro que, con el covid, mejoraba la inflamación crónica de los enfermos con secuelas permanentes, aliviándoles los sintomas, y otra alumna de CAF (Ciencias de la Actividad Física y Deporte) con el doble grado con Nutrición que quería hacer un producto, de forma totalmente natural, que pudiera ayudar en el gimnasio a los deportistas principiantes y amateurs.

–A sus 47 años, ¿qué le motiva?

–Mejorar la salud de las personas, siempre.

–Y los malos hábitos alimenticios de esta sociedad moderna, ¿no le desaniman?

–No, no, para nada..

–Precocinados, bollería...

–Cada vez estamos más concienciados con la salud y queremos mantenernos más jóvenes más tiempo. La motivación es mejorar tu entorno y la salud y la vida de las personas en la medida que esté en mano de cada uno.

–Y ahora que no se oye más que hablar de inteligencia artificial, ¿la ve como una amenaza real?

–¡No! La veo como una oportunidad. Como positivo veo que, por ejemplo, en mi campo, el de la genética, hay unas bases de datos enormes que puedes gestionar de forma más rápida, ganas tiempo; te puede ayudar a diseñar experimentos de forma más eficiente con parámetros más optimizados; te puede ayudar en los diagnósticos por imagen a buscar enfermedades que para el ojo humano no son detectables. Si eso lo unimos a que con inteligencia artificial se puede interconectar con análisis clínicos de los pacientes, te puede llevar a diagnósticos más precoces y siempre un diagnóstico precoz en una enfermedad permite actuar antes. Eso es una ventaja.

–Algunas desventajas verá.

–Sí, que se pierda curiosidad, intuición, trabajo tradicional del investigador con la rigurosidad que eso supone y con la experiencia que trae todo el recorrido, que la inteligencia artificial te arroje unos resultados y que los des por buenos cuando no lo sean.

–¿Cuál es su mayor meta?

–Desde el punto de vista profesional, ver en el mercado los productos que mejoren la salud de las personas e intentar que muchas personas se beneficien del trabajo que hacemos otras muchas. Y, también, que haya muchos alumnos que continúen el legado que les podamos dejar.

–Y en su tarea de tantos años, ¿se ha parado ya a pensar qué quiere ser de mayor?

–Me gustaría que los jóvenes que están conmigo empezando a trabajar fueran el número uno en sus campos respectivos y ayuden a transformar el mundo, a hacer un mundo mejor en el ámbito de la salud y la tecnología. Y poder decir: 'Este o aquella fueron alumnos míos'. Eso me llenaría de plena satisfacción.