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Cientos de estudiantes con mascarilla, apuntes, bolsas de plástico y 33 grados a la sombra. Este es el retrato de la EBAU 2020, la más atípica de la historia. Un inicio de las pruebas completamente ordenado, con espacio de sobra entre los jóvenes y profesores, con un control de que todo estuviera en orden, pero que según avanzó la jornada dio paso a un ambiente distendido y sin apenas preocupación por la distancia de seguridad. El 'Protocolo de adaptación de la EBAU a la nueva situación originada por la pandemia covid-19' no se cumplió en su totalidad en Valladolid. O al menos tras la celebración de los primeros exámenes.
La Universidad de Valladolid sí garantizó al inicio de la prueba una distancia mínima de seguridad de entre 1,5 y 2 metros entre los alumnos, la presencia de gel hidroalcohólico y de guantes de protección, según precisó Ricardo Josa, coordinador de las pruebas de acceso en la Universidad de Valladolid, quien explicó que los casi 5.000 alumnos que se presentaban por la Universidad de Valladolid estuvieron repartidos en 18 sedes: 10 en Valladolid, 3 en Palencia, otras 3 en Segovia y 2 en Soria. «El protocolo de seguridad a la entrada se ha cumplido correctamente en todas las sedes y no ha habido incidentes», insistía.
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La hora oficial de apertura de sobres era las 9:00 de la mañana y no se produjeron retrasos debido al cumplimiento de las normas por parte de los estudiantes. «Cada vocal de centro hizo un punto de encuentro con sus alumnos a las 7:45 horas, por lo que a las 8:45 se empezaron a leer las normas y a las 9:00 comenzó el examen sin problemas», añadió.
Cada estudiante tuvo la opción de elegir si deseaba realizar el examen con mascarilla o sin ella. Además, solo pudieron acceder con un bulto que tuvieron que introducir en una bolsa de plástico al entrar en el edificio donde realizaban la prueba.
El control en el acceso a las aulas, con el respeto de los alumnos a las filas y el cumplimiento de las normas establecidas desapareció a la salida. El goteo de estudiantes que abandonaban las aulas pasó rápidamente a ser un apelotonamiento en el tiempo de descanso habilitado entre cada una de las pruebas.
En el Aulario Campus Esgueva, los estudiante se juntaron en grupos a medida que iban saliendo, sentándose en el suelo a repasar el siguiente examen y comentar el ya realizado. Ante la presencia de algún profesor que les advertía de que debían ponerse la mascarilla y separarse, los jóvenes seguían sus indicaciones. Muchos de ellos salían desbocados, alegres por haber visto que «tampoco era para tanto» y pensando ya en cómo celebrarán el final de los exámenes.
Inés Rivero. Estudiante
Alejandro Atanasov. Estudiante
Claudia Fernández. Estudiante
Este año, los alumnos cuentan con más espacio personal a la hora de hacer los exámenes y, según reconocían muchos de ellos, el examen les resultó más fácil de lo que inicialmente esperaban. En la primera prueba, la de Lengua y Literatura, tuvieron libertad de elección en todos los ejercicios. No era así en años anteriores, que había que elegir entre las opciones A y B y realizarla de forma completa. «Han caído los temas que esperábamos», señalaban los alumnos en alusión al temario de Cela y Delibes que ya protagonizó la prueba del año pasado.
La covid ha retrasado este año la prueba para los alumnos de Bachillerato, con un tiempo extra para estudiar que, sin embargo, apenas han posido aprovechar ante los «nervios» desatados por la situación de confinamiento de los últimos meses.La convocatoria ordinaria continuará entre hoy y mañana, mientras que la extraordinaria tendrá lugar los días 10, 11 y 12 de septiembre.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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