Berzal es hombre de sanas costumbres, salir a correr y comprar El Norte. Ramón Gómez

Aprender las lecciones de la Historia

Diario de un confinamiento. Día 41 ·

Miramos por el retrovisor para conocer experiencias del pasado, para ello recurrimos a nuestro historiador, que ahora tiene prohibido practicar su amado 'running'

Sábado, 25 de abril 2020, 07:38

Hoy cuento en este diario con la inestimable colaboración de Enrique Berzal, nuestro historiador de cabecera de El Norte. Conservante, que no conservador, de la esencia de este periódico y de esta comunidad e intérprete de los acontecimientos del pasado, factor imprescindible en el objetivo ... de no condenarnos a repetirlos. Si los redactores fuéramos los recolectores de las noticias, que por la época del año ahora serían espárragos o atunes, Berzal sería el encargado de embotar esos productos –en mi caso sustituye el ejemplo del atún por el más ajustado bonito– para su consumo en óptimas condiciones en el futuro, así como de extraer las noticias pretéritas como herramientas para la interpretación del presente. Y para entrar en harina, le pregunto ya.

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–¿Qué otros momentos de la historia hemos sufrido situaciones de desamparo y penurias comparables?

–Muchísimos. Las epidemias, las guerras, las crisis y catástrofes han sido consustanciales al ser humano y han provocado calamidades demográficas y materiales, crisis políticas, económicas y sociales, pero también cambios políticos y avances técnicos y científicos. Dos ejemplos: la Peste Negra, en el XIV, se llevó por delante a cerca de 200 millones de personas y aceleró el fin del feudalismo; y la epidemia de la gripe de 1918 mató a más de 50 millones y fue un acicate para posteriores avances científicos y sanitarios.

–Siempre dicen que conocer la historia ayuda a no repetirla. ¿Qué lecciones dejaron esos capítulos negros de la Historia?

–Afortunadamente, las circunstancias históricas nunca se repiten ni se repetirán de manera exacta, los contextos cambian. Eso sí, el conocimiento de la Historia te da una perspectiva amplia y menos catastrofista al valorar las crisis presentes, es una vacuna contra los adanismos, aporta un pensamiento a largo plazo frente a tanto cortoplacismo, y puede proporcionar orientaciones para nuestro presente y para el inminente futuro. Pero solo orientaciones, ojo. Paralelismos hay, por supuesto. Por ejemplo, en las grandes crisis epidémicas del pasado se buscaron chivos expiatorios (judíos, herejes…), los gobiernos se vieron desbordados, en un principio se minimizó lo que pasaba, hubo psicosis colectivas…. Pero también hubo unión y solidaridad, como cuando la gripe de 1918 en Castilla y León: solidaridad en los pueblos, gente que ayudaba a los vecinos acarreando muertos, consolando a las viudas, y no digamos ya los médicos: atendían hasta la extenuación a los enfermos, dando su propia vida. ¡En Valladolid murieron seis por no dejar de tratar a los pacientes aun estando ellos enfermos!

En qué se puede aventurar que será en lo que haga hincapié el Berzal de El Norte del 2120 al hablar de esta pandemia? ¿La heroica actuación de los sanitarios? ¿El modélico comportamiento de los ciudadanos? ¿La errática y dividida gestión de sus responsables políticos?

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–Creo que los historiadores del futuro calificarán esta epidemia como la primera de la globalización, incluso como producto de la misma en buena medida, pues se produce en un contexto de 8.000 millones de habitantes, de sistemática agresión al medio ambiente y con ciudades enormes que facilitan la propagación del virus. Resaltarán el golpe de realidad que nos estamos llevando, ahora que nos creíamos casi inmortales gracias a los avances científicos y tecnológicos, también la improvisación y la errática gestión de los líderes, y el sacrificio de los sanitarios. Y esto es casi un deseo: ojalá los historiadores del futuro escriban que después de la pandemia los gobiernos decidieron invertir mucho más en investigación y en sanidad y que pudimos salir de la catástrofe económica con sacrificio y solidaridad, también en la UE. Y estoy seguro de que se fijarán en el buen periodismo, sobre todo en el local y regional, que seguirá siendo una fuente de primer orden para reconstruir este acontecimiento histórico.

No hace ni falta sacar el DeLorean del garaje ni a Doc de su confinamiento, el augurio del Berzal de 2020 es ajustadísimo, podríamos dejar escrito un artículo con las conclusiones de su análisis para que lo publiquen nuestros compañeros de El Norte de dentro de un siglo. O tal vez nosotros mismos.

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