Antonio Largo. i. san martín

Antonio Largo, rector de la UVA: el humanista tecnológico

Defensor a ultranza de los valores tras los avances científicos, es un enamorado de la obra de Miguel Delibes y fiel seguidor del Pucela

LIA Z. LORENZO

Valladolid

Domingo, 21 de marzo 2021, 08:20

Aún conserva su cuerpo de antiguo jugador de voleibol. Espigado, nervudo, con los brazos interminables, los que un día le sirvieron para golpear la pelota y ahora le mantienen pegado a la mesa del rectorado. Esa que esconde su volcán interior. Antonio Largo Cabrerizo eleva ... sosegadamente la ceja izquierda mientras se sienta, tranquilo y espera a que las palabras acudan a su boca. No se ve, pero su cerebro funciona con una pasmosa velocidad, uniendo conceptos, buscando una respuesta. Porque la aparente tranquilidad del rector encierra a un científico incapaz de detenerse. Como otros científicos, sale a correr de madrugada para perseguir esa paz que le hace falta para desentrañar misterios. Sean los de la química computacional o los de la Universidad. En esas zancadas de madrugada, Antonio Largo Cabrerizo encuentra el equilibrio.

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Fue un estudiante brillante, con un expediente admirable. Licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad de Valladolid (1982), recibió el Premio Extraordinario de Licenciatura y el Premio al Mejor Expediente de la Facultad de Ciencias. Logró el doctorado en 1985 con Premio Extraordinario por la UVA. Tras estos comienzos decidió que su postdoctorado se desarrollara en el mundo anglosajón. Así viajó hasta Estados Unidos para una estancia en IBM-Kingston y a Inglaterra para trabajar en la Universidad de Kent. Luego fue profesor titular en la Universidad de Oviedo (1989) y en la Universidad de Valladolid (1995). Desde el año 2007 es catedrático de Química Física en el Departamento de Química Física y Química Inorgánica de la Universidad de Valladolid. Como científico cree que quedarse quieto es retroceder. Cuatro palabras que son la biblia del investigador, siempre dirigido a seguir avanzando. Y eso lo aplica en su gestión de la Universidad de Valladolid. No quiere que la institución se mantenga mucho tiempo inmóvil porque en el ámbito científico eso es inadmisible.

Su vida académica ha estado siempre ligada a la investigación y a la docencia, actividad que aún le apasiona. Casado con la también catedrática de Química Carmen Barrientos Benito y padre de tres hijos, Antonio Largo Cabrerizo aún lleva la enseñanza pegada a la piel. Ansía esos momentos delante de la clase en los que los alumnos son capaces de sorprender al maestro. Ahora trabaja desde el rectorado, preocupado por la posible estigmatización de una generación universitaria que vive casi encerrada en casa desde hace un año. Para él, las paredes de la UVA representan descubrimiento, un momento en la vida en el que salir de casa, descubrir nuevas pasiones, nuevos amigos. Porque, a pesar de ser científico, Antonio Largo Cabrerizo es lo que los antiguos griegos llamaban un filósofo, un verdadero amante de la sabiduría. Eso es lo que le lleva a ser un científico humanista, un humanista tecnológico que cree firmemente en la necesidad de los valores tras los avances científicos, en el nuevo mundo que se abre ahora. Un mundo en el que el rector quiere dar voz a los alumnos de la Universidad de Valladolid.

De cerca

  • Antonio Largo Cabrerizo nació un 12 de julio de 1960 en Valladolid

  • Licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad de Valladolid se doctoró en 1985 con Premio Extraordinario. Desde el año 2007 es catedrático de Química en la UVA

Su voz se ha escuchado muchos años en el José Zorrilla, ya que acumula temporadas como socio del Real Valladolid. El rector acudía al estadio con sus hijos en una tradición familiar enraizada en su vida. Lector incansable, defiende la figura de Miguel Delibes por pura convicción. Hace poco que ha releído 'El camino' y se declara un amante de la literatura del escritor vallisoletano. La misma defensa que hace desde el rectorado de la figura del autor de 'Los Santos Inocentes'. Amante de la historia, se sumerge entre romanos cuando necesita desconectar del día a día, que le absorbe y le obliga a robar minutos al tiempo. Tal vez esos días hubiera preferido estudiar física para tratar de descubrir los entresijos del tiempo. Por el momento, desentraña la gerencia de la UVA con su cuerpo de antiguo deportista y su mente de químico en busca de respuestas.

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