
Las animadas figuras del belén de la Orden Franciscana Seglar
Más de 200 figuras en movimiento componen una muestra de 50 metros cuadrados que se puede ver en la iglesia del Paseo Zorrilla
La cofradía de la Orden Franciscana Seglar, la de la Cruz Desnuda, ubicada en su sede de la iglesia de los Franciscanos del Paseo de Zorrilla, ha renovado de nuevo este año su compromiso anual con la solidaridad y la catequesis que supone su belén a cuantos visitantes gustan por visitarlo desde el año 1990. Un grupo de ocho personas, todos cofrades, comenzaron el montaje a finales de septiembre, cambiando en esta ocasión la estructura sensiblemente, hasta culminar con el montaje que se puede visitar en la planta baja del templo, entrando por la calle Italia, en el lateral de la iglesia. Han sido casi tres meses, con presencia diaria sobre todo de los cofrades en edad de jubilación, con más tiempo libre para aportar a esta afición belenista.
Las figuras y la extensión son similares a la de ediciones anteriores, cercana a los 50 metros cuadrados. Lo que ha variado sensiblemente es la estructura. Hay nuevas montañas, pueblos metidos entre las cordilleras, y un espectacular puente colgante que separa el montaje en dos partes bien diferenciadas. Hay nuevas escenas, con gran cantidad de figuras dotadas de movimiento, elemento diferenciador de este belén con respecto a otros de la ciudad. Existe ciclo de día y ciclo de noche, con variedad de iluminación, lluvia y tormenta, acompañada de sonido que introduce al visitante en el poblado con sencillez.
El horario de visitas es, en horario de tardes, entre las 18:00 y las 21:00 horas, así como las mañanas de los domingos y festivos, incluida la mañana del día de Reyes. Los turnos de apertura y vigilancia del belén lo realizan los propios cofrades, por turnos. Dada la entidad cofrade del organizador, existen dos acciones solidarias, una a beneficio de la Red Íncola, mediante la obtención de fondos para una beca de escolarización a una familia desfavorecida, así como otra para la campaña 'Calor y Café', de ayuda a personas sin hogar, aportando mochilas, mantas, termos, para dotar el centro que les atiende y en el que pueden asearse, tomar un caldo o un café calientes, en un sistema similar al de un centro de día.
El Hermano Ministro de la Cofradía, Miguel Santos Romón, explica que «la tradición belenista ha sido siempre importante en nuestra cofradía. Todos sabemos que el Hermano Francisco es el iniciador de los nacimientos navideños y que profesaba en acendrado amor al Niño Jesús en el Misterio de la Navidad, y la celebraba con gran alegría».
Como parece lógico, no hay una comunidad Franciscana donde no se represente el misterio de Belén la cofradía vallisoletana, que en los años ochenta retomó la tradición de instalar el mismo. Lo convirtieron en monumental a partir del año 1990 para toda la Comunidad Parroquial de la Inmaculada. Desde ese momento muchos han sido los reconocimientos a su labor a través de los concursos organizados por la Asociación Belenista Castellana, obteniendo el primer premio en la categoría de Asociaciones, hasta en cinco ocasiones, un segundo premio, dos terceros, tres quintos premios y un accésit.
Más de 200 figuras con movimiento propio, cambios de iluminación, cascadas, ríos y lluvia hacen que el belén de los Franciscanos sea un punto de atracción para los más pequeños y, también para los más grandes. Tiene más de 300 metros de cableado, cerca de dos centenares de figuras, luces, motores y sistema informático que permitirán a quienes se acerquen a la cripta del convento vivir un día completo en las tierras de Belén. Desde el amanecer, hasta la noche, cuando las chimeneas de las casas echan humo.
Una centralita es la que se encarga de que el monumental Belén de cerca de 50 metros cuadrados de superficie funcione a la perfección y que desde las lavanderas hasta los panaderos desarrollen su labor. Además, una de las señas de identidad es la de que todos los años es distinto e incluso alguna figura ‘extraña’ se cuela en el montaje, pieza que hay que localizar como entretenimiento del visitante.
Muy cerca del portal, donde está el recién nacido con María y José, se observa a la Virgen María encinta, en otra escena, sobre un borrico guiado por su esposo José. Se dirigen al poblado buscando una posada para descansar. En esta misma zona y al fondo del todo, en el rincón al pie de una montaña, hay un grupo de pastores descansando de su faena, que vigilan por turnos sus rebaños durante la noche y que son sorprendidos por la visita de un Ángel del Señor. Aquí, a lo largo del día, se observan varios profesionales ejerciendo su labor diaria, el panadero durante la noche haciendo el pan, el alfarero o la vendedora de frutas, los labradores trabajando la tierra, la mujer alimentando las gallinas o la mula dando vueltas a la noria para moler el trigo. En el centro de esta zona del Belén vemos a María montada en el borrico, guiado por José, quien lleva en brazos al niño recién nacido e inician la huida a Egipto.
En otra escena y en un discreto lugar se observa a San José trabajando como carpintero. A su lado, su esposa, la Virgen María, borda y vigila a un niño, el Salvador, que juega delante de ellos. Para terminar, no puede faltar en este Belén la importante figura del Rey Herodes, en su trono y en una privilegiada posición de dominio, representada incluso su tristemente famosa matanza. Por el camino que se dirige al portal, como bien reza el villancico, avanzan los Magos de Oriente, que siguiendo la estrella han llegado hasta aquí para adorar al niño.
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