A falta de un retorno a la nueva normalidad, Castilla y León ya ha esbozado lo que será la nueva Navidad. Sin cabalgatas, con reducción de aforos en esas calles que se iluminan precisamente para atraer clientes a los comercios, con horarios pandémicos para la ... hostelería incluso los días 24 y 31, cuando tendrán que cerrar a las 22 horas. Enlos tiempos del 'Zoom', en Zaratán, localidad con más de 900 niños menores de diez años, los Reyes Magos, previa petición por carta, felicitarán las fiestas de forma personalizada por Whatsapp.
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Todo esto, más lo que pueda decidirse a partir de ahora. Porque Alfonso Fernández Mañueco, presidente de la Junta y «autoridad delegada» en materia de restricciones, está pendiente de los datos para decidir si elimina los alivios que se habían fijado al cierre perimetral y el toque de queda. «Vamos a tomar todas las medidas que sean precisas», advirtió, por si acaso, el vicepresidente de la Junta, Francisco Igea. Y añadió, para dejarlo más claro:«Si fuéramos a mantener las mismas medidas lo habríamos anunciado hoy. Nuestra intención es adecuarlas al nivel de riesgo en el que estamos».
Todo porque la tercera ola se avista en lontananza.
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Melchor Sáiz-Pardo | Álvaro Soto
Paula De las Heras
Melchor Sáiz-Pardo
Las olas pandémicas se comportan como olas marítimas. Por el modo de crecer y por cómo trazan su desplazamiento a lo largo del territorio. La primera llegó desde Asia, irrumpió por Italia, alcanzó España y ascendió al centro y norte de Europa.La segunda arribó desde el corazón de la Unión Europea y acabó por llegar a España y multiplicar las cifras hasta el vértigo sanitario. Y la tercera, ya estamos avisados, lleva el mismo recorrido cuando la segunda aún no se ha disipado. No ha habido esta vez un verano que hiciera de playa para amansarla.
Con Alemania o Francia echando el cerrojazo a las navidades, hay quienes en el ámbito sanitario ya la ven como algo ineludible. Dan por seguro que vendrá y solo queda saber en qué momento cogerá al país, que por ahora luce unos 201 casos por cada cien mil habitantes que son, en términos epidemiológicos, una barbaridad (de 25 para abajo se establece ese neoconcepto político de la nueva normalidad). Más aún cuando en Castilla y León, este jueves, se contabilizaban 720 hospitalizados, con 161 de ellos en la UCI. «Recuerdo que el número de camas UCI, en toda la comunidad autónoma, antes de la pandemia, eran 166», ejemplificó Verónica Casado, consejera de Sanidad. «Nunca llegábamos a alcanzar una cobertura por encima del 70%. Tenemos más de 500 camas ahora mismo para críticos y casi el mismo número de personas con covid que las camas que teníamos antes de la pandemia», comparó.
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La comunidad sumó ayer 409 positivos y 18 fallecidos más. La incidencia, aunque se ha rebajado mucho, se ha estancado en algunas zonas y repunta, explicó Casado. «Tenemos dos provincias con incidencia acumulada a 14 días por encima de 250: Burgos y Palencia. Cuatro con entre 150 y 250 –León, Soria, Valladolid y Zamora– y tres entre 50 y 150, Ávila, Segovia y Salamanca». Como las sociedades científicas han alertado a la Junta de que cuidadito con los excesos de optimismo, conviene explicar esto: una incidencia de entre 50 y 150 casos supone un «riesgo medio». En una escala de cinco números, el tercero. Tan cerca de rebajar un poco la gravedad como de pegar otro brinco hacia el «alto» y el «muy alto», algo sencillo cuando las seis provincias restantes se mantienen en esos epítetos.
«Les pido a los ciudadanos que sean mejores que quienes les gobernamos», rezó el vicepresidente Francisco Igea. Y es que la tercera ola viene porque las mecánicas humanas parecen condenadas a repetirse. En Estados Unidos, la celebración del día de Acción de Gracias el pasado 26 de noviembre ha tenido un efecto claro. Tras un repunte –segunda ola–, el número de casos se había estabilizado la semana antes de la festividad en una media de 164.000 positivos confirmados diarios. Tres semanas más tarde la media en el país norteamericano es de 220.000. Ha aumentado un 34%. Y el efecto de ese aumento es, obviamente, un incremento de los casos más graves y de las defunciones.
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Esto es lo que ha llevado a Castilla y León a echar el freno navideño. Aquella frase del presidente Alfonso Fernández Mañueco hace cinco semanas, cuando justificó las medidas duras y los cierres para poder «salvar la Navidad», ya es historia. La Navidad tiene poca salvación porque la situación de partida era tan alta que se ha llegado a las fiestas con números inasumibles para soportar un repunte. «Si no hay un descenso del contagio, de los ingresos, de las UCI, y tenemos una tercera ola, es probable un colapso sanitario», advertía Verónica Casado.
Panorama de la covid en gráficos
La consejera, el vicepresidente y el presidente mantienen el grupo de whatsapp autonómico abierto. En vista de que el Gobierno ha preferido dejar en manos de las autonomías la posibilidad de restringir más o menos, Castilla y León está en contacto con las regiones limítrofes para tener en cuenta lo que pueda suceder. Un millón de castellanos y leoneses viven en otras comunidades. Y diciembre es tiempo de regresos al terruño. Extremadura ya dijo ayer que endurecerá las medidas si es necesario pero Madrid, por el contrario, anunció que no impedirá entradas y salidas de la comunidad autónoma. La Navidad 2020, tan cercana, aún está terminando de dibujarse.
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Castilla y León vacunará los siete días de la semana. No habrá descanso en la lucha contra el Sars-Cov-2, que empezará, si los plazos se cumplen, en el mes de enero, cuando está previsto que lleguen 126.000 dosis del medicamento creado por Pfizer. Un desembarco anhelado para el que se ha previsto ya incluso lo que parecía más complejo: la logística necesaria para su conservación. «Existe la posibilidad de aprobarla el 21 de diciembre. Se podría disponer de ella a finales de diciembre, a partir del 27. Tenemos el plan operativo dispuesto. La primera es la Pfizer y la logística es compleja, se debe conservar a -70º y -80º y venir en multidosis. Hemos adquirido nueve ultracongeladores», anunció ayer la consejera de Sanidad, Verónica Casado.
En un primer momento se vacunará «a las personas institucionalizadas, hayan pasado o no el covid», anunció Casado, que lo justificó porque se ha comprobado, explicó, que no desarrollan suficientes anticuerpos por sí solos. «Trabajadores sociosanitarios, sanitarios y grandes dependientes» seran los siguientes.Eso sí, aclaró la consejera de Sanidad que aún deberán pasar «muchos meses para que nos proteja», ya que se necesita «tener al 70% de la población vacunada». El estudio de seroprevalencia indica que Soria, la provincia con más incidencia de la enfermedad desde que se inició la pandemia, se encuentra en un 18,7% de la población. Muy lejos de ese 70% que marca la inmunidad de rebaño.
«Los controles de la agencia de evaluación del medicamento son estrictos y de garantías. La población vacunada en las diferentes fases es más grande de la que se suele hacer en otras situaciones y hay miles de personas vacunadas y que han tenido un seguimiento, por lo que hay que mandar un mensaje de tranquilidad, la vacunación va a ser segura, efectiva y lo va a garantizar la aprobación de la agencia del medicamento», advirtió. Francisco Igea, además, añadió que la Junta va a llevar «un registro de efectos adversos» y se ofrecerá «toda la informaciónpara que la gente tenga clara la seguridad del procedimiento. Si no creemos en la ciencia en estos momentos, no nos queda nada».
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