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El presidente de la patronal de concesionarios (Faconauto), pasó por Valladolid para mantener un encuentro con los representantes locales del sector, a quienes trajo un mensaje de corrección de su previsión de ventas a la baja, con un 5% menos de matriculaciones que el año ... anterior, pero de mayor valor.
-¿Qué están haciendo los concesionarios para combatir la crisis?
-Un sector tan importante para la economía como el del automóvil, y en Castilla y León también, necesita que se articulen medidas para que siga siéndolo. Necesitamos entre 1,2 y 1,5 millones de ventas y vamos a acabar este año en escasamente 900.000. Hay que eliminar la incertidumbre de la mente del comprador. Tenemos que avanzar en el vehículo híbrido y el cero emisiones, pero teniendo en cuenta que el de combustión representa el 98% de las ventas totales. Los concesionarios necesitan seguridad jurídica en un momento de digitalización tan importante, en el que el fabricante intenta ir al consumidor de manera directa. Tenemos que mantener los centros de toda España, que crean riqueza y vertebración y dan mejor servicio. La fabricación es muy importante y tenemos 17 fábricas, pero no olvidemos que también hay 2.252 concesionarios que precisan que el avance en la descarbonización no perjudique a los motores de combustión modernos, eficientes y en muchos casos fabricados en Valladolid.
-¿Qué se están encontrando los clientes cuando llegan? ¿Quedaron atrás las largas esperas?
-En un momento normal, el tiempo era de un mes y medio, en el que el coche se podía fabricar y poner a disposición del cliente. Ahora estamos dando entre cuatro y cinco meses. Esperamos que el segundo semestre puede ser mejor porque se empieza a regularizar la situación. Estamos trabajando en acortar los plazos con los fabricantes.
-¿Independientemente de la motorización?
-Sí, creo que ahí los fabricantes lo están haciendo bien porque se están estrechando y simplificando las gamas. Se fabrican vehículos que necesiten menos microprocesadores para poder servirlos lo más rápidamente posible. Depende del modelo puede tardar más o menos, pero todos los modelos acortarán sus plazos de entrega.
-¿Qué quiere decir simplificar?
-Que el cliente no tenga tantas opciones de personalización. Al final, hemos vivido una locura en cuanto a que un cliente pudiera pedir el vehículo que le diera la gana. Un techo eléctrico te podía tardar cinco meses. Ahora, todas las marcas dan opciones, pero predefinidas para poder garantizar los plazos.
-¿Puede hablarse de vencedores y vencidos entre las marcas?
-Ciertamente ha habido una ventaja competitiva de los fabricantes coreanos, que han podido disponer de microprocesadores porque en el confinamiento no se asustaron tanto como otras marcas. Además, en algunos casos tienen participaciones en empresas de microprocesadores y han tenido distribución más fiable. Sí ha habido vencedores y vencidos, pero también es verdad que tenemos una cartera importante de pedidos que se irán entregando y hasta final de año no podremos saber a qué fabricantes les ha hecho más daño.
-Estrategias como la de Renault de primar los modelos más rentables, ¿repercute de forma positiva en los concesionarios?
-Es la estrategia que están siguiendo todos los fabricantes, que están dando beneficios récord en plena crisis. Es lo mismo que estamos haciendo los concesionarios, proteger el margen de los vehículos. En otras épocas se primaba el volumen, en muchos casos sin rentabilidad. Tiene más mérito obtener beneficio en épocas complicadas porque al final, lo que significa, es que podemos mantener el empleo. Aquí en Castilla y León son 5.000 empleados en la red de concesionarios.
-Ya hay quien dice que el automóvil podría convertirse en un artículo de lujo, ¿la electrificación se paga demasiado cara?
-La electrificación y la conectividad. El vehículo de hoy es un iPhone con ruedas y esto está suponiendo un incremento muy importante de costes. La sostenibilidad hay que pagarla; los fabricantes no van a hacer coches sin emisiones y con gran autonomía si eso no lo acaba pagando el cliente. Calculamos que los coches han subido un 14% en 2022 sobre 2021 y esto supone que hay consumidores que se están quedando fuera de poder comprarlos. De ahí el dato tan preocupante de que el vehículo estrella que se vende en España es uno de más de diez años. Tenemos que intentar que la sostenibilidad sea sensata, mantenga los puestos de trabajo y que todos los clientes puedan comprar un coche
-Hay un boom de ventas de usados, ¿le están sacando partido los concesionarios?
-Si fuera de coches de menos de siete años, beneficiaría al concesionario y al medio ambiente. El problema es que hay muchas transacciones de más de diez años. En un país sensato y coherente, estos irían al desguace. Aquí, en parte por la rapidez de la transición, se está empujando a mucha gente a comprar coches viejos. Nuestros estándares de calidad no nos permiten vender estos vehículos.
-¿Qué preocupa más al comprador de un electrificado, la autonomía, la red de carga, tener garaje comunitario…?
-Hoy, el cliente que compre un vehículo eléctrico tiene que poder cargarlo en su domicilio porque no podemos fiarnos de las infraestructuras públicas. En Castilla y León hacen falta 15.000 cargadores y hay 500. Al consumidor le preocupa la autonomía, los recorridos que aún no se pueden hacer porque superan los 400 kilómetros; y también el precio. Tenemos que intentar que los vehículos cero emisiones tengan un precio parecido a los de combustión. Nuestra gran preocupación es que una parte de los compradores vean el coche como un artículo de lujo. No puede ser, el vehículo privado trajo la democratización del transporte y hay que conservarlo.
-El mantenimiento y las reparaciones de estos vehículos son muy diferentes, ¿cómo afecta esto a los talleres y la posventa?
-El vehículo eléctrico tiene menos piezas susceptibles de averiarse, así que desde este punto de vista es más barato. También es cierto que consumen más neumáticos porque pesan más, y que una avería en la batería puede ser más cara. Esto nos lleva a trabajar en la línea de negocio de la movilidad, que no es tener solo un vehículo privado, sino combinarlo con una moto, un coche compartido o una suscripción. Nuevas formas de movilidad que se añaden a la posventa tradicional. Y sigue habiendo muchísimos coches de combustión en la calle.
-¿Qué tal llevan el cierre de los centros de las ciudades a la circulación?
-Tenemos una magnífica interlocución con todos los organismos públicos, pero también percibimos una carrera un poco alocada a la hora de prohibir el acceso a las ciudades de determinados vehículos. Si solo los que tienen etiqueta pueden entrar y quien tiene uno sin etiqueta no puede permitirse uno nuevo, ¿no estamos prohibiendo el acceso a las ciudades a la gente con menor poder adquisitivo? El que puede comprarse uno de 100.000 euros va a tener la ciudad a su antojo. Tener un coche sin etiqueta no es un capricho. Las prohibiciones nunca son buenas y, en este caso, dejan fuera a las rentas bajas.
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