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He aquí una mujer dedicada a ayudar a quienes están enganchados al juego y las apuestas, entre los que hay cada vez gente más joven. ... Pero no se queda ahí su quehacer profesional. A sus 34 años, Alejandra Melero acumula ya muchos años de investigación sobre las causas que provocan esa adicción para ayudar a superarla a quienes la padecen. Doctora en Psicología por la Universidad Pontificia de Salamanca, psicóloga del Servicio de Asistencia Psicológica Sanitaria de la Universidad Pontificia de Salamanca y profesora asociada de las universidades de Salamanca y Católica de Ávila, es también psicóloga de la Asociación salmantina de Jugadores de Azar en Rehabilitación.
–En enero van a empezar los entrenamientos del proyecto de investigación 'Atrévete a cuidarte'. Lo hacen para público en general. Es un proyecto innovador. ¿Innovador por qué?
–Vamos a ver la eficacia de un programa de reducción de estrés y de autocompasión, no solamente dirigido al bienestar subjetivo que van a percibir los individuos, sino si cambian variables a nivel fisiológico relacionadas con biomarcadores de salud. Los participantes van a tener que hacerse una serie de analíticas para ver si realmente a través de este programa, que es de intervención psicológica, no solo hay un cambio en su bienestar subjetivo, sino también objetivamente a la hora de la prevención del desarrollo de enfermedades.
–Están los tiempos como para conseguir el bienestar psicológico. Vamos de sobresalto en sobresalto: crisis financiera, pandemia, guerra...
–Esto es más importante que nunca. Salimos de una pandemia y si ahora mismo no trabajamos por cuidar nuestro bienestar, no solamente se va a ver afectada nuestra salud física, sino que la salud emocional se resentirá.
–La pandemia nos dejó tocados.
–Eso nos dicen los datos y los distintos estudios. Probablemente, a quienes haya afectado más es a aquellas personas que ya tuvieran una cierta vulnerabilidad y esto haya hecho que se manifiesten problemas psicológicos que no estaban ahí pero que través del confinamiento, de las medidas... Le ha pasado mucho a los chicos y chicas jóvenes: han aumentado mucho los problemas emocionales entre ellos.
–¿Por la menor socialización?
–El hecho de que no pudieran salir y hacer actividades fuera de casa les ha llevado a un mayor consumo de pantallas, de internet, de redes sociales, lo cual no ayuda nada en la autoestima ni a nivel emocional y del estado de ánimo. Todo mezclado ha hecho que hayamos salido bastante tocados emocionalmente.
–Pero parece que la pandemia como que nos queda muy atrás.
–Los seres humanos tenemos mucha capacidad de habituación. Eso es una parte buena: nos adaptamos a lo que viene. Y lo que viene ahora es mejor que lo que hemos tenido hace un tiempo, cuando no nos podíamos reunir ni en Navidad. La parte contextual ahora mejora y hace que emocionalmente tengamos una subida en el estado de ánimo.
–¿Estamos de subidón?
–Estamos mejor, claramente.
–¿Lo nota por su actividad?
–Dentro del Servicio de Asistencia Psicológica Sanitaria de la Universidad Pontificia, el año pasado en muchas personas que acudieron observamos que el precipitante de encontrarse mal había sido la pandemia; muchos casos de ansiedad social: habían estado encerrados en casa y, claro, a personas que tenían una baja autoestima o lo pasaban un poco mal socialmente, el hecho de encerrarse les supuso que el abrir la puerta para volver a la calle les generó una ansiedad terrible. Vimos bastantes casos de esos. Y ahora, ya no. No he recibido este año ni un caso en relación a eso.
–La pandemia aceleró la internetización de la vida. Todo el conocimiento a un click, pero también todos los peligros, ¿verdad?
–Este es uno de los retos a los que nos enfrentamos. La utilización de las nuevas tecnologías nos facilita la vida en todos los sentidos pero es verdad que sobre todo para la población más joven, si no están bien utilizadas, si no se usan con límites de tiempo, sabiendo los padres a qué tipo de páginas entran sus hijos, puede ser un peligro total. Ahora mismo tenemos una estudiante que está abordando su tesis doctoral sobre el problema que puede conllevar el abuso de redes sociales.
–¡Las redes son la selva!
–Ya hay estudios sobre Instagram que nos dicen que, en especial las chicas, cuanto más usan esta red social, peor es su autoestima y peor su bienestar emocional. En pandemia los chicos y las chicas han socializado sobre esa red social, y sobre otras, y eso ha implicado que estén todo el rato viendo una falsa realidad de cómo es la vida de los demás, de lo que deberían tener y estar haciendo, de cómo debería ser su imagen corporal, que no se parece en nada a cómo son realmente. Esa comparativa constante hace que nuestro estado emocional empeore: esto es así y nos pasa a todos, pero cuanto más jóvenes somos y más vulnerables, más fácil es que nos afecte emocionalmente. A esto le tenemos que añadir los juegos de azar.
–Si teníamos poco con lo otro...
–Hemos visto cómo personas a partir de 18 años han empezado a hacer más uso del juego online. Hubo personas que en la pandemia empezaron a abusar más del juego. Cuanto menos tenían que hacer, más apuestas realizaban y con más frecuencia, y como al final lo tenían en el móvil, en la palma de su mano, empezaron a descontrolarse. Eso se disparó en el confinamiento.
ALEJANDRA MELERO
Psicóloga
–El 10% de los adolescentes reconoce haber apostado dinero en la red.
–Para que se haga una idea, siempre cuando hablo de este tema en clase hago la misma pregunta: '¿Alguien de los presentes no conoce a alguien que apueste?'
–¿Y qué le contestan?
–Nadie levanta la mano.
–Lo que significa...
–Que todo el mundo conoce a alguien que apuesta. No les pregunto a quién, pero todo el mundo conoce a alguien que apuesta. Esto es ya algo muy significativo. Eso no quiere decir que esas personas que apuestan tengan un problema con el juego, pero sí nos dice que la población apuesta, que dedica parte de su tiempo a realizar alguna apuesta: deportiva, máquinas tragaperras... Es algo que está ahí.
–Pero, ¿tan extendido como se desprende de lo que dice?
–Cuando trabajamos con personas dentro de la asociación, una de las pautas que se les da es que dejen de estar con personas que apuesten recurrentemente. Y muchas veces la respuesta de los chicos es: 'Ya, ¿y con quién estoy si todos mis amigos apuestan'. Esto nos pone normalmente un contexto muy difícil. Si les preguntas a las parejas de estos jóvenes, que les acompañan como apoyo, te dicen lo mismo, que qué van a hacer si todos apuestan, todos.
–¿El confinamiento y la pandemia han hecho a la juventud más adicta al juego?
–No. Probablemente lo que sí han hecho es que personas que ya apostaban, apuesten más o hayan empezado a tener un problema de adicción. Lo que observamos ahora es que es verdad que el hecho de no tener actividades de ocio saludables relacionadas con el covid o alternativas hace que se dedique más tiempo a las apuestas. Y en el caso de los jóvenes no son solo apuestas deportivas, aunque son las que más; también apuestan a la ruleta bastante.
–Es de imaginar que usted está viendo a diario auténticas tragedias personales y familiares de esos jóvenes que apuestan.
–Es verdad que ahora mismo los chicos jóvenes se hacen adictos mucho más rápido al juego que antes. Porque antes había un control como mucho mayor; es decir, si alguien jugaba a las máquinas tragaperras tenía que ir a un bar, la gente le veía, tenía que buscar tiempo para ir hasta el bar... Pero ahora eso no pasa.
–¿Debido a qué?
–Ahora juegan a cualquier hora porque pueden hacerlo online. Ahí es donde vemos ese mayor deterioro: cuando hay personas que disponen de dinero, de crédito; y eso no quiere decir que trabajen, porque muchos de ellos son estudiantes y el crédito que tienen es el dinero que les dan sus padres: muchos se gastan la beca, el dinero del piso... Algunos han contado que se tiraban jugando todo el día; dormían dos horas y volvían a jugar porque las apuestas no las hacen solo con partidos o equipos de España, sino a nivel internacional.
ALEJANDRA MELERO
–¿La aldea global para apostar?
–Empiezan apostando con cosas que creen que controlan: fútbol, tenis... y acaban a las 3 de la mañana apostando al ping-pong ruso, del que no tienen ni idea. Es verdad que la adicción va mucho más rápida, pero se suele descubrir antes en el entorno. Es algo que estamos viendo.
–Por cambios de carácter, de actividad, de ánimo, imagino.
–El cambio de hábitos en los jóvenes normalmente afecta a los estudios, empiezan a suspender; la pareja, que si la tienen es la principal afectada por el que apuesta...
–Y los padres.
–No, los padres no. Están como perdidos. Antes que en las apuestas confiesan que han pensado en otras cosas, como las drogas. Las parejas es al contrario: como el que apuesta a veces gana, le gusta al principio presumir de que ha ganado. Al principio el dinero de las apuestas se puede gastar en otras cosas como invitar a tu pareja, hacer regalos; luego ya no: luego todo el dinero que ganan en las apuestas vuelve a las apuestas. Y se empieza a ver ese proceso en el que el joven se va deteriorando, se va aislando de sus amigos, incluso aunque también apuesten. A la persona que se hace adicta al juego los demás le molestan, interfieren en su juego. Las apuestan suelen empezar como una actividad social, pero siempre acaban en el aislamiento del que apuesta.
–¿Y se sale de ese bucle?
–El hecho de que el deterioro sea más rápido hace que enseguida el entorno vea que algo está pasando. Y claro que hay solución: es una adicción sin sustancia por lo que la parte que vamos a trabajar es la dependencia emocional que genera el juego. Hay distintos tratamientos, bien individuales, bien en grupos de autoayuda. Y por supuesto que es una adicción de la que se rehabilita muchísima gente siguiendo las pautas. Es una cuestión de querer cambiar y seguir unas pautas para ello.
–¿Qué le llevó a usted a especializarse en el estudio y tratamiento de este tipo de personas con adicciones del juego?
–Hice mi tesis doctoral sobre la materia y comprobé que no había mucha investigación sobre cómo influían el juego y las apuestas en adicciones comportamentales. Se había estudiado mucho en adicciones con sustancia, pero no en las otras.
–¿Animaría un joven a estudiar Psicología y dedicarse a ella como profesión?
–La Psicología explica el comportamiento humano y esto nos influye a todos. Es una carrera preciosa y con muchísimas salidas. El hecho de que cada vez se normalice más el ir al psicólogo ayuda a que en un momento determinado los jóvenes se animen a estudiar esta carrera.
–¿Con todo lo que lleva investigado sobre el comportamiento de los demás, se ha parado alguna vez a observar el suyo y ha pensado qué quiere ser de mayor?
–¡Está claro! Cada vez me interesan más la docencia y la investigación y quiero dedicarles más tiempo a ambas.
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