Mercadillo de los jueves de Peñafiel A. O.

Un agosto de reencuentros sin abrazos, sin fiestas y con temor a los contagios en Castilla y León

Los municipios de la comunidad autónoma viven desde hace semanas un aluvión que amenaza con complicar la situación sanitaria

Antonio G. Encinas

Valladolid

Sábado, 1 de agosto 2020, 21:39

Este agosto pandémico, absurdo como un belga por soleares, macabro como el vientre de los misiles, que cantaría Sabina, como un mes de vacaciones sin fiestas, atemoriza a alcaldes y a médicos, puede que por igual. Los primeros ven cómo recae en ellos la responsabilidad ... de mantener el orden, de poner coto a las peñas y las reuniones multitudinarias, de contener la propagación del virus a fuerza de bandos municipales y de mucho 'por favor', porque apenas un puñado de municipios, menos de setenta, tienen policía local en toda la comunidad autónoma. Los segundos, los que tratan de mantener la atención médica por teléfono para no correr riesgos, empiezan a pensar en lo que viene. Multitudes en los pueblos; después la reapertura de los colegios y universidades; un poco más allá, los catarros y resfriados y la gripe estacional, que sumarán sus síntomas a los de la covid-19 para complicarlo todo más aún. Un otoño de pesadilla si los tres factores se conjugan en otra tormenta perfecta.

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En Castilla y León, según datos de la Junta, más de 1.100 municipios de los 2.248 de la comunidad tienen alguna festividad en este mes de agosto, sea la Virgen del 15 de agosto, San Roque, San Mamés, San Bartolomé o san cualquier otro. Todas ellas se han ido al limbo cuando ha irrumpido el Sars-Cov-2, pese a que municipios como Valladolid, que las tiene en septiembre, aún le dan vueltas a la posibilidad de programar unas fiestas aligeradas, negándose a zanjar el asunto con una suspensión definitiva. Valoria la Buena, que marcaba la linde entre julio y el agosto del desenfreno con su Nochevieja estival, ha optado este año por dejarse de uvas veraniegas. Ha sido la última conocida, después de que el fin de semana de 'no-fiestas' en La Cistérniga y Tudela de Duero demostrara la peligrosidad de estas reuniones de amigos y familias en las que el control de las distancias y el uso de las mascarillas se relajan.

Con o sin fiestas, son fechas que muchos castellanos y leoneses que residen fuera reservan año tras año para pasar las vacaciones en el pueblo. Y en esta ocasión, además, los plazos parecen haberse alargado bastante. Conrado Íscar, presidente de la Diputación de Valladolid y alcalde de Matapozuelos, dice que algún regidor, con su punto de sorna, lo ha descrito así: «Vienen a refugiarse». El 'welcome refugees' del medio rural. «Esas casas que habitualmente, durante muchos veranos, no se abrían, están llenándose. La propia familia, en muchos casos herederos, que es raro que venga en verano, no es que haya venido un día o una semana, sino que prácticamente está pasando el verano en los municipios».

Son muchos los que se encuentran fuera de Castilla y León pese a haber nacido aquí. No todos tienen raíces hondas, claro, algunos estaban de paso cuando nacieron y no entra en sus planes regresar a un pueblo que nunca tuvieron. Pero la emigración de los años sesenta tuvo en Cataluña y País Vasco sus grandes destinos y la más reciente, la de los jóvenes en busca de trabajo del siglo XXI, se ha fijado en Madrid. Según el Instituto Nacional de Estadística, 704.445 personas nacidas en Castilla y León viven ahora en los territorios que en la última semana han presentado una incidencia mayor del virus: Cataluña, País Vasco, Aragón, Madrid y Navarra.

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Más de 1.100 municipios de la comunidad incluyen alguna festividad en el calendario en el mes de agosto

«Hay una preocupación generalizada en la provincia por parte de los alcaldes, que a través de la Subdelegación del Gobierno están pidiendo colaboración a la Guardia Civil. De momento, de hecho, el control está siendo bastante bueno», explica Conrado Íscar. Aunque ahora que los habitantes se van a multiplicar, todo recurso va a ser poco. Y cabe recordar que las peticiones del mundo rural para dotar de más plantilla a la Guardia Civil son un hecho habitual incluso sin pandemia de por medio. «Tienen los medios que pueden. Han montado un operativo, un grupo especial para estas cosas, y en el caso de Matapozuelos, que coincidía con las fiestas de seis u ocho municipios, como La Cistérniga o Villaverde de Medina, conocí al sargento que coordinaba al equipo y me dijo que habían cerrado bares en La Cistérniga, por ejemplo. Los medios son los que son, esa es una de las reivindicaciones del mundo rural, necesitamos más Guardia Civil, pero mi experiencia en Matapozuelos es para dar las gracias porque el dispositivo ha funcionado muy bien», añade el presidente de la Diputación.

El delegado del Gobierno, Javier Izquierdo, asegura que existe un contacto directo entre las subdelegaciones del Gobierno y los ayuntamientos «para ver qué necesidades hay» y conseguir que se cuente con «la presencia necesaria dentro de que las cricunstancias hacen que controlarlo todo tenga sus dificultades». De hecho, como él mismo añade, es imposible, pues uno de los puntos de riesgo mayores se da en las reuniones familiares, que se producen en ámbitos privados y frecuentemente en espacios cerrados, con una relajación de las medidas de prevención.

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El otro foco, como se comprobó en La Cistérniga, está en las fiestas más o menos multitudinarias, concentraciones de peñas, etc. «Lo más importante aquí son los mensajes de prudencia, sobre todo a los jóvenes», insiste Izquierdo. «Hablamos de botellones y fiestas en las peñas y al final por mucho que se quiera tener precaución... Por ejemplo, ocurre que la música está alta se habla más alto y eso facilita la propagación del virus».

El Sars-Cov-2 se apoya en los detalles. En las mascarillas mal puestas, los espacios cerrados, las conversaciones a voces. Y es tan peligroso como lo era en marzo. Los especialistas insisten: no ha mermado su virulencia, solo se han empezado a detectar, conforme se hacen más pruebas a contactos, casos asintomáticos que antes pasaban inadvertidos.

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704.000 personas nacidas en Castilla y León viven en territorios que han registrado alta incidencia de contagios esta semana

«Hay un contacto permanente con los ayuntamientos y existe la posibilidad de convocar juntas de seguridad local, en las que participan alcaldes, subdelegados y policía local si la hay. Se trata de tener un contacto lo más directo posible para apoyar, echar una mano y ver dónde son necesarios refuerzos, fundamentalmente de la Guardia Civil», que es el cuerpo que actúa en la mayor parte del territorio de la comunidad autónoma, destacada Izquierdo.

De hecho, es habitual en verano que efectivos de la Unidad de Seguridad Ciudadana de Comandancia (Usecic) se unan como refuerzo cuando hay actividades con gran afluencia de gente.

Son los que colaboraron en la vigilancia en Matapozuelos y los municipios de alredeor que estaban en fiestas, y probablemente los que tendrán que estar en dos semanas en Viana de Cega, por si acaso. Allí, como ha ocurrido otros años en Matapozuelos, los botellones estivales han sido motivo de preocupación y esta vez se planteaba el interrogante de qué iba a suceder con esas fiestas que llegan por la vía del tren. «Nosotros, como Viana, estábamos preocupados. En Matapozuelos no lo ha habido y a ver qué ocurre allí», cuenta Conrado Íscar. Viana ha llegado a albergar a dos mil personas en torno al fin de semana del 15 de agosto. Otras localidades, como Peñafiel, han intentado hacer cualquier cosa por evitar las acumulaciones. En ese caso, levantar un coso dentro de la Plaza del Coso para poder controlar los aforos en los eventos programados para este verano.

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Sin embargo, Conrado Íscar advierte de que el virus se está dejando notar en la afluencia a los diferentes eventos culturales que los municipios han programado para compensar la ausencia de festejos. «En Santovenia, con una población de en torno a cuatro mil personas, las actividades, que tienen un programa bastante completo, están en una media de entre 40-50 personas», explica.

La conclusión, ante estas paradojas, es que «cuesta creerlo». «Por un lado, responsabilidad a tope, miedo, respeto… Y por otro lado, ese colectivo en el que se ha puesto el foco, de la gente joven, que hace un poco su guerra», explica el presidente de la Diputación. En lontananza, más allá del agosto achicharrante que se anuncia, asoma un septiembre incierto. Que lo sea más o menos dependerá de estas cuatro semanas.

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El Espinar, de 9.000 a 30.000 habitantes ya desde julio

. El 12 de marzo, dos días antes del estado de alarma, el alcalde de El Espinar, en Segovia, empezaba a echar cuentas. Tantos kilos de basura recogida, tanta gente de más que ha llegado estos días. Y advertía:«Estamos pegados a Madrid, si es que lo tenemos al lado de casa. Como no tomemos medidas, vamos a tener un problema». El vaticinio de Javier Figueredo, regidor de un municipio con cuatro núcleos de población y unos 9.000 habitantes habitualmente, se cumplió en toda la provincia, la más expuesta al virus, junto a Soria, de toda Castilla y León.

Figueredo cuenta que ahora, cuando aún no ha llegado agosto, vuelve a ocurrir algo similar. «Estamos en los 30.000 habitantes, que es algo que solía ocurrir en agosto. Estamos en casi el triple de consumo de basura y de agua», dice, que es el modo en el que ha venido calculando unos incrementos de población que llegaron a producirse cuando, en teoría, los desplazamientos estaban restringidos entre provincias. «Tenemos nueve mil viviendas dadas de alta en El Espinar y por el consumo de basuras, agua y demás estamos en números en los que no hemos estado nunca», contaba el pasado martes. «Desde mayo estamos a tope. En marzo se notó que vino gente y estaríamos en 13.000. En abril echábamos cuentas y nos salían casi 17.000-18.000 personas por los consumos. Pero ahora está como si fuera agosto».

La cuestión no es tanto que el municipio pueda absorber esta invasión de urbanitas con ganas de aire tras el confinamiento. A eso están acostumbrados en agosto. Lo que cambia es la programación veraniega. «Intentamos que no haya nada, hemos hecho actuaciones en el Auditorio para controlar el acceso», explica el regidor. «A la semana siguiente de que enMadrid se anularan las fiestas hasta octubre, nosotros hicimos lo mismo. Porque el 90% de la gente que viene es de Madrid. La semana de fiestas de cada núcleo –El Espinar, San Rafael, La Estación de El Espinar y Los Ángeles de San Rafael– estamos haciendo actos culturales con el aforo reducido y controlado».

Tiene la ventaja de ser uno de los tres municipios segovianos –junto a la capital y a Cuéllar– que dispone de Policía Municipal, pero sobre todo de tener al lado dos cuarteles y uno más de Tráfico, emplazado allí cerca por la autovíaA-6. «Estamos bien cubiertos. Hemos intentado que hubiera coordinación entre Policía Local y Guardia Civil, incluso han hecho controles conjuntos durante el confinamiento», señala.

Otra cosa es lo que ocurra con el centro de salud o los consultorios. En su caso, ha llegado a proponer a la Junta que sea el Ayuntamiento el que contrate a una persona que coja el teléfono en las instalaciones sanitarias, porque son muchos los vecinos que se quejan de que no se les atiende. «stoy muy cabreado con el tema del teléfono. No hay suficiente personal para atender todo.Me he ofrecido a coger a alguien. Que lo pidan. Si los ayuntamientos pueden aportar algo, encantados», brinda.

La movilidad de Madrid con los territorios anexos, según estudios publicados por la Universidad de Valladolid, ha sido uno de los factores que han influido en el modo en que se ha propagado el virus por el territorio. Y no solo por los madrileños que viajan a segundas residencias, que sí es el caso en estas fechas. En El Espinar, explica Javier Figueredo, la cercanía es tal que hay vecinos que trabajan en la capital y van y vienen a diario.

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