«¿Qué sería de Aguilar de Campoo y su comarca sin la industria galletera? ¿O de Peñafiel sin el vino? ¿O de Guijuelo sin su industria cárnica? Y así podríamos seguir con muchos otros municipios como La Bañeza, Benavente, Aranda de Duero, etc.». La industria ... de alimentación y bebidas sostiene 187.847 empleos en toda Castilla y León y su presencia en las zonas con menor población de la comunidad es responsable de la creación de 49.537 puestos de trabajo. Las palabras de Eduardo Baamonde, presidente de Cajamar, y los datos extraídos del estudio elaborado por la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB) ponen de manifiesto la importancia de un sector que genera el 15% del empleo y un Valor Añadido Bruto (VAB) de más de 11.718 millones de euros, el 14,3% del total.
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La industria agroalimentaria es fuente de riqueza y de creación de oportunidades económicas para los pequeños municipios, pero sigue teniendo mucho recorrido y aún más en el caso de la región. Un ejemplo de ello es la actividad turística ligada a la gastronomía, ya que más de 100 millones del gasto turístico nacional, así como el 9% de las pernoctaciones en el medio rural se relaciona directamente con el sector de alimentación y bebidas.
«Estabilizar la población que ya existe y, en la medida de lo posible, atraer más a Castilla y León no va a ser fácil -ha admitido Baamonde- y serán necesarias medidas que hagan atractiva la vida en los pueblos, entre ellas disponer de los servicios necesarios de calidad porque cualquier persona que habite en una zona rural tiene que disponer de una adecuada atención sanitaria, buenos colegios, vivienda y también, por supuesto, de servicios financieros, además de conectividad». Pero todos estos elementos no bastan. «Además, hacen falta empresas que generen empleo y actividad económica».
Entre las propuestas de FIAB para impulsar y dar estabilidad a su labor en la llamada España Vaciada sobresalen los incentivos fiscales que promuevan la actividad económica, «o el equilibrio que evite penalización con impuestos sobre actividades claves en la dinamización de estas zonas, tales como la hostelería o la restauración, entre otras», ha explicado Mauricio García de Quevedo, director general de FIAB.
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De igual manera, consideran esencial proteger la cadena alimentaria y «evitar la demonización de sus productos y su actividad». También apoyar el emprendimiento, dar facilidades a la reindustrialización de zonas rurales y estimular el relevo generacional, para lo que proponen aligerar el acceso a las gestiones administrativas y ofrecer servicios de asesoría y formación.
Sin olvidar la necesidad de incorporar al medio rural a una economía conectada, eficiente y sostenible. «Estos municipios deben contar con nuevas infraestructuras, una red de comunicaciones y transporte mejorada y medidas que faciliten la integración sostenible».
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Según el informe 'La contribución de la industria de alimentación y bebidas a la España Vaciada', el sector permite fijar en España una población de 834.737 personas, es decir, el 17% de los habitantes de la España Vaciada están relacionados con esta actividad. Además, de los más de dos millones de empleos directos e indirectos que genera el sector a nivel nacional, el 15% se localiza en la España Vaciada, un total de 305.424 puestos de trabajo. El sector se torna así vital para el desarrollo laboral en estas zonas menos pobladas, puesto que el 17,2% del total del empleo en estos municipios se asocia a la industria de alimentación y bebidas, mientras que para el conjunto de España este porcentaje representa el 10%.
En la presentación ha participado también el presidente del clúster agroalimentario de Castilla y León (Vitartis), Pedro Ruiz, quien ha manifestado su preocupación por «la gran incertidumbre que existe ante la posibilidad de que se produzca un desabastecimiento» de materias primas como consecuencia de la guerra de Ucrania. «Desde la crisis de 2008 el sector ha dado la cara y está dispuesto a seguir haciéndolo, por lo que debemos asumir la responsabilidad que tenemos de trasmitir mensajes positivos y no crear más alarma en la sociedad», ha señalado.
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García de Quevedo ha señalado que en este momento «no existe desabastecimiento, aunque «podría haber algo temporal y coyuntural», por lo que ha apostado por mirar a otros mercados e importar productos como trigo, maíz o girasol, que llegan principalmente de Ucrania pero también se pueden comprar en Sudámérica o Sudáfrica.
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