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Ni la fría y desabrida mañana, ni las mascarillas quitaron la alegría del reencuentro entre compañeros de clase después de tres meses sin verse. Los institutos de Castilla y León abrieron ayer sus verjas para dar las notas finales y atender a los estudiantes que ... preparan la EBAU (Evaluación del Bachillerato para el Acceso a la Universidad).
Es una de las licencias que permite esta fase 2 de la desescalada. Chicos y chicas pudieron presentar en los días previos y de forma voluntaria sus peticiones para asistir a clases de refuerzo desde ayer y has el 23 de junio para acudir con más garantías al examen que marcará su futuro, y que tendrán lugar el 1, 2 y 3 de julio.
En centros como el de Pinar de la Rubia (Camino Viejo de Simancas), el equipo docente convocó a sus 121 bachilleres que rematan este curso en cuatro grupos para darles sus calificaciones, resolver dudas y explicar la mecánica de trabajo de los próximos díez días.
¿Cómo han sido estos tres meses de enseñanza virtual? «Nos han exigido bastante, pero nos han ayudado también mucho. Estoy confiada», asegura la estudiante Eva Sandonis. Por eso insiste en no necesitar clases de refuerzo. No es el caso de su colega Lucía Peguero que se ha apuntado a «las asignaturas más prácticas como las matemáticas».
Como ella, 5.202 alumnos pendientes de su EBAU se han registrado en Castilla y León a clases de refuerzo, según datos de la Consejería de Educación. Valladolid es la provincia con mayor cifra de inscritos: 1.198.
En un corro se ponen al día y se saludan Santiago, Inés, Daniel, César, Víctor y Saravi tras recoger sus actas. Menos esta última que le cuesta disimular su decepción, el resto es un pleno de aprobados. «La verdad es que los profes nos han freído a ejercicios pero entendían nuestra situación», asegura Santiago. «Por una parte ha sido todo complicado, por otra muy fácil», sigue Inés. «Pero lo han hecho todo muy variado. Había clases por vídeo, por correo... incluso orales por teléfono», agradece Víctor.
No parece que los estudiantes hayan perdido el tiempo, ni el nivel. De los 121 matriculados del Pinar de la Rubia que recibieron ayer sus notas, 110 se llevaron un aprobado. En el equipo directivo reconocen que «hemos sido generosos porque entendimos que teníamos que serlo», explica el profesor David García Mediavilla. En un año convencional habría tenido que esperar a septiembre un tercio de estos bachilleres (80 aptos sobre 120).
Siguiendo esta lógica de año excepcional, los estudiantes que se someterán al examen EBAU confían en que sea asequible. «Pensamos que será más fácil por las circunstancias que hemos vivido profes y alumnos. Creemos que bajarán un poco el nivel», coinciden Daniel y César, que tampoco han visto necesario apuntarse a las clases de refuerzo. De hecho, unos y otros agradecen a sus tutores el que «dentro del esfuerzo de estos meses, al ser 'online' han intentado concentrar las clases para ser más prácticos y concentrarnos en superar el examen».
La directora del Instituto de La Rubia, donde estudian en total 700 chicos, Maite Izquierdo, extendía los méritos por el mantenimiento del nivel educativo en el papel de los padres. «Son chicos de 18 años o casi. La gente que llega a Bachillerato es voluntaria y tiene que demostrar madurez. Pero las familias han estado detrás y eso se ha notado mucho».
Los equipos educativos admiten que estos tres meses de brusco paso de clases presenciales o otras 'online' han supuesto un salto al vacío que los docentes solo han logrado superar a base de esfuerzo. «Ha sido extenuante -insiste Maite Izquierdo-. Muchos días había que levantarse a las seis de la mañana y acabar a última hora. Nuestro equipo directivo han tenido que duplicar horarios». Entre las pocas ventajas, David García Mediavilla admite que «al no haber clases te ahorras a los alumnos disruptivos, pero es poca compensación», reflexiona.
Todos dicen haber hecho un curso acelerado sobre el futuro educativo, que ya es presente. Tanto que «vamos a hacer más formación digital en septiembre para todo el claustro de profesores», anuncia Izquierdo. A pesar de ello, los docentes reconocen que «el trabajo presencial y colectivo del equipo es mucho más efectivo cuando hay contacto», asegura García Mediavilla.
Durante los próximos diez días, la asistencia a las clases presenciales se hará después de las peticiones de cita previa del lunes y martes pasados para que los equipos directivos organicen y escalonen en el tiempo el acceso y la salida de las clases presenciales. Todo sujeto a circuitos de entrada y salida y las habituales medidas de higiene y mascarilla.
Para atender a esos más de 5.000 alumnos que han pedido clases de refuerzo en la región, estarán disponibles 2.159 profesores (460 en Valladolid). No todos serán presenciales ya que hay docentes que «rechazan el regreso 'in situ' a las aulas y pasillos de su centro», admiten fuentes de la Consejería de Educación.
Entre la comunidad educativa se percibe la desazón por no poder celebrar el tradicional acto de graduación que se celebraba a finales de junio. «Es el acto más entrañable de su paso por los centros. Por eso intentaremos organizarlo en septiembre», avanza la directora del Instituto de La Rubia.
Y, aunque aún no han concluido el trabajo de junio, el horizonte de septiembre ya se asoma para los alumnos con suspensos y para los docentes que tienen que pensar en el próximo curso. Y de forma presencial, según el ministerio. «Es la gran duda. Será todo muy complicado. Organizar los grupos en chicos de 15 a 20 por clase ¿cómo hacemos eso?», se pregunta Maite Izquierdo.
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