Alicia Pérez
Miércoles, 10 de febrero 2016, 17:12
En el centro de la localidad burgalesa de Melgar de Fernamental hay un centro de día, una residencia y tres pisos tutelados para personas con discapacidad intelectual y enfermedad mental. Sus puertas están abiertas para los usuarios. Es la filosofía con la que trabaja la Fundación Conde Fernán Armentález en un pequeño centro, sin vallas ni puertas cerradas, que es como una gran familia para su medio centenar de usuarios y sus 17 profesionales. «Es una casa para vivir, un sitio para estar, un centro abierto, libre y en el que trabajamos desde la normalización», destaca Asunción Ortega, gerente de la Fundación, una entidad sin ánimo de lucro que trabaja desde hace 28 años, con la ayuda del Ayuntamiento de la localidad, para proporcionar los apoyos necesarios a las personas con discapacidad intelectual y problemas de salud mental que viven en el medio rural y a sus familias.
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La Fundación gestiona el centro de día, la residencia Zorita y tres pisos autónomos, 50 plazas en total en las que se atiende a personas que necesitan apoyos ligeros. El centro de día es el primer servicio que puso en marcha la entidad como centro ocupacional. A él asisten de lunes a viernes 45 usuarios, 25 de toda Castilla y León que viven en la residencia y los pisos, hogar de muchos de los usuarios, y el resto, de pueblos de la zona que cuentan con dos rutas de transporte diarias para trasladarse al centro. El objetivo es proporcionar a los usuarios oportunidades y apoyos para que gestionen su proyecto de vida personal, su autonomía y participación en la comunidad. Para ello realizan talleres prelaborales por la mañana como el de huerta ecológica, que próximamente se convertirá en un Centro Especial de Empleo (CEE); de jardinería, de manipulado de productos hortícolas, en el que se limpian ajos y se dejan aptos para la venta, y de imprenta y encuadernación, que da servicio a toda la comarca. Por la tarde, es el turno de las actividades de psicoestimulación cognitiva, habilidades sociales, informática e Internet, baile, coro, club de lectura, cocina, gestión de emociones, actualidad, manualidades, programas de salud, actividad física o paseo y un día a la semana, piscina, para lo que se trasladan a Burgos. «Todas las actividades tienen un objetivo para trabajar ya sea la coordinación, el bienestar personal, la relación con los compañeros, el trabajo en equipo». Y para el fin de semana queda tiempo para el senderismo o actuar, tras los ensayos con un monitor voluntario, como coro de la iglesia de Melgar y tomar después el vermú por la zona. Y es que otro de los objetivos de la Fundación es la participación, como unos vecinos más, en la comunidad y en las celebraciones, fiestas y actividades culturales de la localidad.
«Los usuarios están encantados porque esto es su casa, su centro», explica Asunción Ortega, quien destaca el modelo de intervención basado en el refuerzo positivo con el que se trabaja y el equipo profesional. «Tenemos muy buenos profesionales, muy vocacionales, y el tamaño del centro hace que seamos muy cercanos pero profesionales», lo que aporta calidez a un servicio, según afirma, además de profesional, muy humano.
El equipo cuenta con educadores, psicólogos, cuidadores, y con cinco voluntarios que colaboran en algunas de las actividades. El objetivo primordial es «prestar un apoyo integral a estas personas y promover unas condiciones de vida dignas, que sean ciudadanos con sus derechos respetados y, sobre todo, que su desarrollo personal sea bueno y positivo».
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