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Jóvenes participantes en el programa formativo Volviendo al Campo.
Volver al campo, una alternativa de futuro para jóvenes
ASOCIACIÓN HORUELO

Volver al campo, una alternativa de futuro para jóvenes

La Asociación Horuelo, junto a la cooperativa Proempleo, desarrolla en municipios de Palencia y Burgos el proyecto Volviendo al Campo, en el que los jóvenes reciben formación durante un año para vivir y trabajar en el medio rural

Alicia Pérez

Miércoles, 27 de enero 2016, 12:21

La Asociación Horuelo es una entidad de utilidad pública que nació en el año 2001 con el objetivo de poner en marcha intervenciones socioeducativas con población inmigrante. Con sede en Madrid, desarrolla programas como Ciudadanía Global, con el objetivo de que jóvenes entre los 14 y 25 años se organicen para realizar acciones solidarias en su entorno; Avivar, para población de origen inmigrante residente en el municipio madrileño de San Blas, y acogida residencial de menores tutelados en los dispositivos con los que cuenta la asociación, principalmente menores extranjeros no acompañados.

El trabajo de la Asociación Horuelo en Castilla y León se centra en el proyecto de formación rural Volviendo al Campo, que desarrolla desde finales de 2012 en la comarca de Tierra de Campos de Palencia y en dos localidades de Burgos junto a Proempleo, una asociación comprometida desde 1985 con un modelo de desarrollo, de sociedad y de economía al servicio de las personas y del territorio que en 1989 se organizó en cooperativa de trabajo asociado. Fue en 2013 cuando Horuelo y Proempleo decidieron crear una nueva asociación, Volviendo al Campo, para el desarrollo del proyecto formativo que lleva el mismo nombre y que busca que jóvenes, tanto españoles como inmigrantes, se integren en la vida rural trabajando en el campo y viviendo de él.

Para ello reciben una formación durante un año en un proceso en el que están acompañados por dos educadores y que se desarrolla en las localidades palentinas de Amayuelas de Abajo, Manquillos, Husillos, Carrión de los Condes, Monzón de Campos y San Cebrián de Campos, y en Padilla de Arriba y San Llorente de la Vega en Burgos. De momento, han pasado por el proyecto, en una primera experiencia, seis jóvenes procedentes de España, Marruecos, Mali y Burkina Faso, que han encontrado en el campo una opción de vida y contratos de trabajo. En el año 2015 han sido 12 personas las que han participado procedentes de España, Mali, Marruecos, Argelia, Camerún y Guinea Conakry.

El objetivo es que adquieran los conocimientos necesarios para poder mantenerse trabajando en el medio rural en la agricultura, la ganadería y la horticultura. Para ello realizan prácticas en tierras cedidas por los vecinos de estos pueblos y por algunos ayuntamientos, cuidan ovejas, crían pollos y participan también en clases de español, talleres de cocina y confección para manejarse en el día a día, electricidad, fontanería, construcción, reparación de bicicletas, que es su medio de transporte; prácticas en hostelería, trabajos de mudanza, reciclaje, en definitiva, una formación eminentemente práctica. De esta forma, aprenden todo lo necesario para vivir en el medio rural de la mano del acompañamiento formativo, la orientación y la asesoría de las personas mayores que se dedican a estas profesiones en los pueblos, «los mejores formadores posibles», según el vicepresidente de la Asociación Volviendo al Campo, Enrique del Río.

Así aprenden a cuidar ovejas y corderos en la explotación de Jeromo, un pastor de Manquillos, o a hacer aceite ecológico de girasol en Padilla de Arriba. «Hemos tenido una suerte enorme porque aprenden con personas que llevan muchos años trabajando en estos sectores y en vez de en aulas, es una experiencia eminentemente práctica», destaca Enrique del Río, quien añade que hay jóvenes que están en la calle, no tienen ningún certificado de estudios ni ninguna experiencia laboral y desde la asociación vieron una salida en el campo. «En Tierra de Campos hay terreno, tierras y gente que lleva toda la vida trabajando y luchando por el desarrollo local», explica.

Además, los jóvenes se encargan de gestionar las viviendas en común que comparten en Amayuelas de Abajo, Husillos, San Cebrián de Campos y Padilla de Arriba, y de organizar las tareas de la casa, y también participan en la vida de los pueblos conviviendo con los vecinos de los municipios en los que residen, se forman y trabajan. «La gente y ayuntamientos dejan tierras a los jóvenes para trabajarlas, lo que significa una buena relación vecinal y la aceptación por parte del entorno de la formación e integración de los jóvenes en el mundo rural. Los vecinos incluso les echan una mano y ellos participan en las fiestas de los pueblos y jornadas culturales y de convivencia. Son unos vecinos más», explica sobre unos participantes, tanto inmigrantes como españoles, cuya selección la realizan entidades que trabajan con jóvenes y también a través de los Centros de Acción Social (Ceas). La experiencia se plantea con un año de duración para que vivan todos los ciclos de la vida del campo, sobre todo de las distintas fases del calendario agrícola. Ante el creciente y continuo abandono de los pueblos y el aumento del desempleo entre los jóvenes, se pretende dar una salida realista y de calidad a jóvenes que necesitan encontrar una salida formativa y laboral. Para ellos supone tener papeles y trabajo, además de autoestima, una salida, una alternativa y abrir un horizonte de futuro.

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