Lazos con los jóvenes

El Centro Menesiano ZamoraJoven comenzó su labor educativa de la mano de Cáritas en el año 1998 con tres talleres prelaborales de soldadura, electricidad y fontanería, a los que luego se unió el de mecánica de motos. Hace 12 años, el traslado a un nuevo centro en el barrio de Pinilla, en la margen izquierda del río Duero, abrió las posibilidades a ir creciendo y dar respuesta a otras necesidades de los jóvenes. El objetivo es ofrecer a los jóvenes en situación de riesgo o exclusión social alternativas de formación profesional, trabajo, valores, recursos y habilidades sociales; y lo hace desde una metodología propia, la pedagogía de los lazos, un término menesiano que hace referencia a una relación de cercanía y confianza entre los jóvenes y los educadores.

El Centro cuenta con cuatro áreas, de formación profesional, protección, prevención y reforma. En formación profesional, cuenta con los Ciclos de Formación Profesional Básica (FPB) de Informática y Comunicaciones, Fabricación y Montaje, y Mantenimiento de Vehículos, y con los Ciclos Formativos de Grado Medio (CFGM) de Técnico en Soldadura y Calderería y Técnico en Farmacia y Parafamarcia, a los que asisten al año 140 alumnos. Se trata de programas educativos muy prácticos, con un 50% de la formación que se desarrolla en los talleres, lo que atrae a jóvenes desencantados con los estudios y la teoría y también a personas que después de la ESO no quieren hacer Bachillerato o gente que en estos tiempos se ha visto sin trabajo y quiere buscar otra salida. «Esa parte de taller y más manipulativa es lo que más gusta y engancha a muchos jóvenes que han tenido fracaso escolar, que han abandonado los estudios prematuramente, que llevan unos años sin hacer nada o que el tema del aula, la mesa, el pupitre y los apuntes les ha echado para atrás», explica el director del Centro Menesiano ZamoraJoven, Justino Santiago.

Pero esta labor educativa llevó a la entidad a abordar otros aspectos y necesidades de los jóvenes, tanto en temas familiares como en aspectos de ocio o casos de menores infractores. «De todo eso vas descubriendo otras realidades y otras necesidades», afirma el director. Así el Centro puso en marcha un club juvenil y dos programas de educación de calle que llegan a unas 200 familias en los barrios de la zona norte y sur de la capital zamorana. Se trabaja preferentemente con jóvenes de 12 a 17 años aunque también con niños más pequeños y jóvenes hasta los 21 años. «Educación de calle es ir al lugar donde están los chicos, sentarse con ellos en la calle, hablar en la pista de fútbol sala en la que juegan e ir creando vínculos, acercarse a los chavales e ir haciéndote una figura para ellos importante, de confianza y de referencia», destaca Justino Santiago sobre unos programas del área de prevención con los que los educadores intentan evitar situaciones de violencia, abandono escolar temprano y absentismo en las clases.

Otra de las áreas que se trabaja es la de reforma. En ella se ofrecen dos recursos a menores infractores, el centro de día y un dispositivo de convivencia en grupo educativo. Al centro de día asisten menores infractores con edades comprendidas entre los 14 y los 18 años que son derivados de la Unidad de Intervención Educativa de la Junta de Castilla y León para que cumplan esta medida por sentencia judicial en un medio abierto. Los jóvenes siguen viviendo con su familia y estudiando en su centro educativo habitual pero acuden por la tarde al Centro para cumplir esta medida durante un tiempo determinado con actividades como estudio acompañado y ocio organizado alternativo.

En el caso de convivencia en grupo educativo, otra medida de reforma de menores, existen cuatro plazas dirigidas a menores infractores, muchos de ellos con problemas de violencia filioparental. En estos casos, interviene la Fiscalía de Menores y les impone esta medida de convivencia en el Centro Menesiano con el objetivo de reeducar esas situaciones que están viviendo y volver con su familia tras aprender habilidades sociales que les permitan dar su opinión de forma educada y asertiva y no con una reacción violenta. «Que aprendan a valorar lo que reciben de la familia y a responder poniendo cariño», señala el director.

También con la Gerencia de Servicios Sociales de la Junta de Castilla y León se trabaja el área de protección de menores con dos dispositivos, la Residencia de Protección Juan María, con 12 plazas, y el Hogar de Acogida y Socialización, con 10 plazas, para menores entre los 14 y los 18 años en situación de desprotección. De esta forma, el Centro Menesiano se hace cargo de la guardia de esos jóvenes y de todo el cuidado que requieren en un centro pequeño que pretende dar un ambiente lo más semejante a una familia grande. «Conviven, tienen sus necesidades cubiertas y se les acompaña en sus situaciones personales, necesidades afectivas, sus dificultades de ir creciendo y de ir preparándose para una vida que para ellos ha sido muy difícil», explica el director sobre una labor de acompañamiento en el estudio, en el tiempo libre, la alimentación, el descanso, las necesidades de ropa o incluso en la paga del fin de semana.

Para estos jóvenes que pasan por estos centros de protección de menores se puso en marcha en el año 2008 el Hogar de Transición a la Vida Adulta para cuando cumplen 18 años y se ven obligados a abandonar el sistema de protección. La existencia de este piso permite firmar un convenio con los mayores de edad que quieran vivir en él y los educadores hacen un seguimiento y acompañamiento de la marcha de los estudios, las tareas, la búsqueda de empleo o los problemas de convivencia.

Un equipo de 45 personas forma la plantilla de la entidad con el objetivo de que estos jóvenes con dificultades puedan estar bien, felices con su vida, tengan un trabajo y una familia. «Hay muchas cosas que están mal asentadas en cuanto a su persona y hay que ayudarles a recomponer, a retejer heridas y a trabajar habilidades que no tienen. El éxito nuestro es lograr que la persona esté integrada social y laboralmente».