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ana Santiago
Domingo, 20 de diciembre 2015, 16:55
Fue la mayor crisis alimentaria que haya vivido la Europa moderna. Sacudió los mercados, llenó de temores las mesas de los consumidores, provocó una enorme depresión en el sector ganadero y una gran revolución en la legislación y en los controles de sanidad animal. Hubo reacción y los resultados llegaron, lo hicieron de forma seria y eficaz. El mal de las vacas locas llenó congresos, noticias y fue sometido a un permanente balance de casos en bovinos y, por supuesto, de cada uno humano que aparecía en el mundo. Durante años fue un goteo en los medios de comunicación.
Ahora, los datos avalan que la presencia de la encefalopatía espongiforme bovina está controlada en el ganado y no llega al mercado para su consumo; aunque todavía hay animales enfermos y aún no se puede descartar que aparezcan personas infectadas de forma esporádica.
Desde 1995
20 años. 20, desde la aparición de la variante de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob y su relación con el consumo de carne de vacuno contaminada. La primera res afectada por el mal de las vacas locas fue detectada en el Reino Unido en abril de 1985. Una década antes de la versión humana en el mismo país. Sería el más afectado por la crisis en ganado y también en seres humanos.
En el mundo ha habido desde entonces 228 diagnósticos de la Enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, la variante humana de la Encefalopatía Espongiforme Bovina (EEB). De ellos, Gran Bretaña ha llegado a sumar 177 entre aquel 1995 y la actualidad. El último caso descrito es de 2013, según datos facilitados por el Centro de Encefalopatías Transmisibles y Enfermedades Emergentes de España. Desde entonces, no ha habido más notificaciones en ninguna parte del mundo.
En el resto de los países hubo otros 51 casos: 27 en Francia, 5 en España, 4 en Irlanda y otros tantos en EE UU, 3 en Holanda, 2 en Portugal, al igual que en Italia y Canadá, uno en Taiwan y otro en Arabia Saudí. La mayoría de los casos se concentraron en los primeros años de este siglo, tal y como se esperaba por el tiempo que, desde el consumo de productos contaminados, se tarda en desarrollar la enfermedad; aunque el número de años es variable y hay diferentes resistencias a la infección por priones.
España registró cinco casos.Tres de ellos fueron de Castilla y León una mujer de Salamanca y una madre y su hijo de la localidad leonesa de Villoria de Órbigo, la única agrupación familiar y todos se concentraron entre 2005 y 2008. Siete años después no hay ningún nuevo caso notificado. Todos los españoles fallecidos por esta grave enfermedad neurológica y actualmente sin tratamiento aunque hay algunos avances en investigación parecieron relacionarse más con los hábitos alimentarios de vísceras y partes del cerebro que con donaciones de sangre o prácticas clínicas, y no habían viajado al Reino Unido.
Los fuertes controles en mataderos y crianza del ganado se establecieron en el año 2001. La mayor parte de las vacas afectadas habían nacido entre 1994 y 1999 y son unos diez años los que tarda la enfermedad en desarrollarse. Los humanos afectados responden en principio a los de las vacas enfermas de antes del 2001.
La encefalopatía espongiforme bovina es una enfermedad producida por una proteína infecciosa, llamada prión, que transforma las proteínas sanas en dañinas al alterar su forma. Este mal se encuadra dentro de las denominadas encefalopatías espongiformes transmisibles, que incluyen otras como la del scrapie, que afecta a ovejas y cabras, entre otras. Esta patología, solo la bovina, se transmite al ser humano por el consumo de animales enfermos. Los tejidos de mayor riesgo, que fueron clasificados como Materiales Específicos de Riesgo (MER), son el cerebro, la médula espinal, los ojos, amígdalas, bazo y el intestino. Las vacas enfermaron por el consumo de piensos realizados con despojos animales. Argentina, que nunca realizó tal práctica y que es un gran productor y consumidor de vacuno, nunca tuvo casos.
Las formas clásicas
Antes y a la par que esta variante, hay un grupo de encefalopatías espongiformes que afectan al hombre, como el kuru humano o la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (CJD) clásicas, entre otras.
El informe epidemiológico de la Dirección General de Salud Pública de la Junta recoge 117 enfermos, desde 1993 hasta el cierre de 2014, incluidos los cinco casos transmitidos por consumo de vacuno. De ellas, la más frecuente es la Creutzfeldt-Jakob y en particular la esporádica, con 108. El trabajo de Sanidad revela que la incidencia de la forma clásica de esta patología se estabilizó en los últimos años con tasas por millón de habitantes entre el 2 y el 2,74, hasta 2014, cuando subió a 4,01 con 108 casos.
El informe del Servicio de Epidemiología recomienda mejorar los estudios de anatomía patológica posmortem para mejorar los diagnósticos y con la incorporación de datos genéticos.
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