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Alicia Pérez
Miércoles, 21 de octubre 2015, 20:24
Iniciativa Social de Mujeres Rurales (ISMUR) es una asociación de mujeres rurales que nace en 1996 en el seno de Unión de Campesinos (UCCL) de Segovia, de la mano de las esposas, hijas y hermanas de los afiliados, que apostaron por la participación social de las mujeres en el medio rural. En un principio, se centró en la formación y en la cualificación profesional de las mujeres de los pueblos a través de cursos principalmente en sectores como la geriatría, el medio ambiente o la cocina. Ahora, como parte de la Federación de Mujeres de Unión de Campesinos, responsable en el Área de la Mujer de la organización agraria y miembro de Colectivos de Acción Solidaria (CAS), desarrolla programas dirigidos no solo a mujeres sino también a hombres y a otros colectivos como niños, jóvenes, inmigrantes, mayores y personas dependientes del medio rural.
El objetivo primordial de ISMUR es fomentar la presencia y la participación de las mujeres que viven en los pueblos en todos los ámbitos, laboral, económico, social y político; así como eliminar desigualdades entre el hombre y la mujer y entre el medio rural y el urbano. «La presencia de las mujeres en todos los ámbitos supone un motor de desarrollo no solo para las mujeres sino también para la economía de los pueblos y las comarcas. Es de justicia que participemos ya que somos más del 50% de la población y trabajamos para que haya más equidad y justicia social y para potenciar la presencia de las mujeres en la toma de decisiones que nos competen a todos», afirma Rosa Arranz, presidenta de ISMUR, que cuenta con unas 600 socias y que en el año 2014 llegó con sus programas a 500 beneficiarios en la provincia de Segovia.
La asociación desarrolla así cursos de formación, seminarios, debates, actividades de fomento y dinamización del medio rural, programas culturales y de ocio y campamentos y animación infantil. Entre los programas, destacan los dirigidos a la población mayor y dependiente como el de rehabilitación cognitiva en el medio rural, basado en el uso de las nuevas tecnologías para la estimulación cognitiva; así como el programa integral de proximidad para detectar y actuar contra la dependencia, que mejora la calidad de vida y prima el deseo de estas personas de permanecer en sus pueblos. Se trata de programas que se desarrollan en pueblos pequeños, con menos de 100 habitantes, y en los que muchos mayores durante los meses de invierno tan solo tienen la misa y la visita del médico como únicas citas semanales de reunión. «Estos programas refuerzan mucho su autoestima porque les permiten llevar una vida más social o cultural», explica Rosa Arranz sobre unas actividades que suponen para los participantes un motivo más de reunión y de unión vecinal en los pueblos. En 2013, fueron 101 personas las beneficiarias de estos programas de ayuda y prevención de la dependencia, y en 2015, un total de 71.
También desarrolla, desde el año 1999, el programa Un medio rural para vivir, que pretende generar una conciencia colectiva respecto a las riquezas y oportunidades que ofrece el medio rural. Así, los talleres inciden en aspectos de cada zona o pueblo y se trabajan conocimientos como la historia de la iglesia, de una ermita, de las bodegas, del medio ambiente, de la economía, de la agricultura o la ganadería o de las tradiciones, a través de la aportación también de fotos antiguas y de la edición al final del curso de una revista propia.
Por su parte, el programa sobre mujer y economía social pretende fomentar actitudes emprendedoras y de implicación entre las vecinas de los pueblos, mientras que el proyecto sobre nuevas tecnologías para la integración socio-laboral se dirige a la población inmigrante y pretende su inserción laboral. En este sentido, tiene mucha importancia la población marroquí presente en las zonas de Cuéllar, El Espinar o La Granja, a la que van destinados cursos de costura y confección para las mujeres, en los que elaboran ropa para la casa o chilabas, y que además cuenta con servicio de guardería, o de rehabilitación y pintura de espacios comunitarios en el caso de los hombres.
Haciendo hacenderas es otro de los proyectos en los que han participado jóvenes de la provincia de Segovia en un proceso para recuperar los trabajos comunales u obrerizas que tradicionalmente se hacían en los pueblos, con el fin de recuperar esa forma de economía social y que los jóvenes se impliquen en las necesidades del medio rural.
«Aunque estemos en un entorno limitado tanto porque somos pocos como por el acceso a los servicios, si todos trabajamos en red somos capaces de sacar adelante proyectos, decisiones y participaciones que benefician al conjunto de la población», destaca Rosa Arranz sobre el aspecto que considera más satisfactorio de la labor de ISMUR, que logra una participación vecinal y la solidaridad en el medio rural.
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