J. A. Pardal
Viernes, 25 de septiembre 2015, 21:30
Hablar de casos ovni es muy complicado desde el prisma de un medio de comunicación serio. El trabajo de estos se basa en las pruebas físicas y las declaraciones de los testigos y, ambos escasean en cuanto los textos tratan sobre estos fenómenos no explicados en los que la acusación de locura, invención o fábula están en la punta de la lengua de los que los leen.
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Pero, restando hierro al asunto, no tiene por qué tratarse de extraterrestres que vienen a visitar a los incautos humanos, ni de enviados celestiales. Un ovni no es más que un Objeto Volante no Identificado por el que lo observa. Puede ser de origen militar, un fenómeno de la naturaleza, un ingenio aeronáutico o globos aerostáticos o de observación atmosférica que pueden dar lugar a error. Más allá de los avistamientos de este tipo que se pueden explicar, hay un grupúsculo de ellos cuya procedencia se desconoce, y en Castilla y León existen diversos casos así.
Junto al que tal vez sea el más famoso, ocurrido el 16 de septiembre de 1965 cuando sobre la provincia de Valladolid y durante el espacio de cuatro horas pudo observarse un objeto descrito como «un platillo volante del tamaño de un teléfono de mesa y de color blanco brillante», algunos otros casos salpican las páginas de El Norte de Castilla y de algunos otros diarios de los últimos años.
En unos de los episodios del vídeo-programa Radamantis, creado por El Norte, se relata un encuentro ocurrido en Matapozuelos en 1974. En él, varios niños de 12 años de edad aseguraron haber avistado unas luces rojas que en torno a las once de la noche sobrevolaban el cielo del pueblo a baja altura. Uno de los pequeños, identificado como Fidel, encontró tras un muro, donde se reflejaban esas luces, un platillo volante de unos diez metros de diámetro y tras él -agárrense los machos- tres siluetas revestidas de un color blanquecino. Según este testigo, se inició entre él y los tres seres «una conversación por medio de la telepatía», en la que Fidel les preguntó sobre su procedencia y ellos le comunicaron algo que sonaba como «sim o simi».
En noviembre del año 2000 se celebró en Tordesillas un congreso sobre ufología organizado por Nacho Ares y en el que participó, entre otros, el especialista Iker Jiménez. A pie de página, junto a la información que se centraba principalmente en el caso de 1965, aparecen las declaraciones del poeta Alan Pipo que aseguraba rotundamente: «Yo vi un extraterrestre con antenas en 1975». En el pequeño texto que acompañaba a este titular tan llamativo, la periodista Elena García de Castro relata que el extraordinario encuentro tuvo lugar en el mes de mayo, junto al pueblo de Renedo. Pipo relata lo que se encontró: «era un personaje de 1,85 o 1,90 de altura, voluminoso, de un tono gris plomizo. Anduvo unos metros sin posar los pies en el suelo y desapareció».
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En 1976, concretamente el 3 de septiembre, el 'Diario de Castilla' en su edición de Segovia relataba el avistamiento de un Objeto Volador no Identificado por parte de cuatro jóvenes universitarios en la carretera que une Segovia capital y Madrona, cerca de este último pueblo. El fenómeno fue observado días después por algunos habitantes más del pueblo y según Amelia Ayuso, una de sus observadoras, se trataba de «un globo desinflado de color anaranjado y con una luz opaca que no hacía ningún daño ni despedía ningún reflectante. No puedo decirte su perfil. Era indefinido. Tendría menos de un metro (). En un momento determinado, el objeto describió un ángulo recto y descendió hasta nuestro Seat 600 de manera vertiginosa».
Alertas OVNI
Hay quienes se encuentran con uno de estos fenómenos inexplicados y hay otros que acuden en su búsqueda. Es el caso de las denominadas Alertas OVNI, es decir, jornadas en las que curiosos y estudiosos de la materia dedican toda la noche a observar el cielo y conocer más en profundidad los pormenores de este tipo de casos extraños. Así ocurrió por ejemplo en el primer Encuentro OVNI celebrado en Villabáñez en julio de 2003 y donde, pese a no conseguirse ningún avistamiento, sí que hubo testimonios de algunas personas que aseguraban haber sido testigos de estos encuentros.
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Así ocurría, por ejemplo, con el organizador del encuentro, Miguel Asensio, que aseguraba en las páginas del diario del día siguiente que había vivido en primera persona algunos fenómenos sin explicación. «En varias ocasiones he visto luces que dejaban un gran rastro de luz. No sé si eran ovnis, pero lo que está claro es que no era ni un coche ni un avión. Eran luces muy raras». Igualmente, el investigador José Luis Camacho contaba su propia experiencia cuando en 1980 avistó un aparato que voló por encima de su casa, en la calle Miguel Íscar, durante aproximadamente una hora y media. «Cuando era pequeño me asomaba a la ventana para ver las luces de mi ciudad. Pero ese día ocurrió algo impactante. Vi una inmensa luz, con movimientos y giros imposibles que dejaba un gran rastro de luz».
El propio Camacho relataba un año después, en una entrevista como presidente de la Asociación para Investigar Fenómenos Extraterrestres (AIFEX), que «el Valle del Esgueva es una pista de ovnis». El investigador asegura que «existe una teoría que sitúa sobre estos pueblos una línea ortogénica, es decir, una especie de pista que atraviesa el valle y lo convierte en una autopista de ovnis».
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