david aso-Ical
Domingo, 9 de agosto 2015, 13:58
El águila imperial, en peligro de extinción pero asentada ya oficialmente en zonas protegidas de Segovia y Ávila, afianza su expansión hacia Salamanca, Valladolid y Zamora favorecida por la proliferación de conejos. Mientras el agricultor teme una de las plagas animales más habituales del campo castellano por los daños que causa en sus cultivos, la rapaz más emblemática de la península, y también la más amenazada de Europa, se está aprovechando de la situación y recupera territorio.
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«Cualquier área limítrofe con parejas nidificando es beneficiosa no sólo para garantizar su permanencia allí, como ocurre en Segovia y Ávila, sino para que poco a poco colonice otras zonas, lo cual supone un aumento del número de ejemplares y una mejora en su estado de conservación», valora el vicepresidente del Colectivo Azálvaro, Francisco Cosme, en declaraciones a Ical. El grupo conservacionista con sede en El Espinar (Segovia) ya notificó a la Dirección General del Medio Natural de la Junta la detección de un nido de águila imperial en Salamanca en abril: «En Valladolid también hay constancia de cría y en Zamora de momento no, pero se la ve volar cada vez más», sostiene.
En total se calcula que hay unas 300 parejas de águila imperial repartidas por distintos parajes de Portugal, Extremadura, Andalucía, Castilla-La Mancha, Madrid y Castilla y León. Las zonas catalogadas como críticas (con presencia estable reconocida) en esta última Comunidad se limitan todavía a Ávila y Segovia, sobre todo por Campo Azálvaro-Pinares de Peguerinos, espacio natural protegido por la Red Natura 2000, entre la sierra de Guadarrama y las estribaciones de las provincias citadas.
De hecho, en Salamanca hacía unos 60 años que no se registraba una nidificación segura de águila imperial, según destaca Cosme. Fue él precisamente quien la localizó esta pasada primavera: «El año pasado se habló de que podía haber algún ejemplar, como conozco zonas de la provincia muy buenas para que se asentaran decidí hacer salidas, y siguiendo al conejo acabé dando con ellas, fue muy emocionante», relata.
El nido se encuentra en el este de la provincia, a menos de 15 kilómetros de la capital charra. El vicepresidente del Colectivo Azálvaro declina dar más pistas «por razones obvias», seguridad. «La gente del entorno lo sabe pero la pareja ha tenido buena acogida y nadie está diciendo nada por suerte, ya que la discreción muchas veces es fundamental para tener más probabilidades de seguir teniendo aquí águilas imperiales el año que viene».
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Los pollos, «bien alimentados» por el conejo
La cría de Salamanca sigue adelante con éxito en la actualidad, casi tres meses después de su detección. «Primero vi volando a los dos ejemplares adultos y después a la hembra haciendo el nido», recuerda. «Me marché al verla ya echada en él (incubando), volví al mes y pico para averiguar si los pollos estaban bien alimentados y si salían adelante, y efectivamente los tiene preciosos».
Hay dos pollos, «están grandes y tienen mucha comida gracias a que hay mucho conejo en el entorno». «Esa es la clave, aparte de que la zona es muy tranquila, a pesar de que no tiene ninguna protección y hay carreteras cerca».
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También en Valladolid «parece que puede haber varios nidos». «Conozco alguno de estos sitios, pero no encontrarás un ornitólogo responsable que te lo cuente», advierte Cosme, ya que «no es sólo un problema de posible expolio de nidos». «Incluso los aficionados a la naturaleza a veces corremos el riesgo de actuar de forma incorrecta, más presencia humana de la conveniente puede perjudicar, y más si las aves aún están probando qué tal les va allí», argumenta.
Y en Zamora aún no saben si está nidificando, pero el caso es que «antes prácticamente sólo se les veía de manera anecdótica, y ahora cada vez hay más observaciones». La situación les invita a pensar, por tanto, en «indicios de una presencia estable que sería el primer paso para nidificar».
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El águila imperial se toma su tiempo hasta convencerse de la idoneidad de un paraje. Estudia mucho el terreno, es un ave monógama y suele hacer dos o tres nidos en distintos lugares para ir probando: «Los visita durante el invierno para vigilar cómo está el entorno y después decide», explica Cosme.
La Administración, por su parte, acostumbra a tardar en declarar un nuevo territorio como zona crítica, lo cual propiciaría la adopción de medidas de protección. «En casos así, normalmente se quiere confirmar primero que no sea una nidificación puntual o anecdótica», entiende el vicepresidente del Colectivo Azálvaro, aunque piensa que «quizá debiera hacerse al revés, tomar medidas de precaución antes, precisamente, para asegurar que el águila se queda».
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Posibles medidas correctoras
Si finalmente la Junta declarase zona crítica el entorno de Salamanca donde se ha detectado la primera nidificación en 60 años, y por tanto se extendiera hasta allí el plan regional de recuperación del águila imperial, «sería el primer paso para tomar medidas como corregir todos los apoyos en las líneas de alta tensión en un radio de al menos cinco kilómetros». No en vano, la electrocución es una de las principales causas de muerte de esta especie (junto con los envenenamientos o el furtivismo), «sobre todo cuando se trata de ejemplares jóvenes a los que en sus primeros vuelos, al estar aún torpes, les resulta más fácil poner la garra en un apoyo limpio como un poste antes que en la rama de un árbol».
Entretanto, el Colectivo Azálvaro ya solicitaba en su primer escrito a la Junta que extendiera a Salamanca el área crítica declarada. Porque el águila imperial ibérica, tras varias décadas en recuperación gracias a las medidas de conservación adoptadas por las autoridades, incluidas las autonómicas, parece dispuesta a posarse en más provincias de la comunidad.
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