Demetrio Madrid, presidente de Castilla y León, en el III Aniversario del Estatuto de Autonomía de Castilla y León, en 1986.

El Estatuto regional, 32 años y dos sedes

Castilla y León conmemora hoy en las Cortes regionales la aprobación de su norma básica

mariana royo-villanova

Miércoles, 25 de febrero 2015, 13:41

Las Cortes de Castilla y León celebran hoy el 32 aniversario del Estatuto, la carta magna autonómica cocinada desde los escaños del hemiciclo regional. Se trata de una labor realizada durante más de tres décadas, desde dos sedes pero con el mismo objetivo, el del desarrollo legislativo de la comunidad, la elección del presidente de la Junta y el control e impulso de la acción gubernamental. Todo ello, desde el escaño de dos edificios incomparables, uno histórico y el otro, moderno, el actual; aunque en el fondo y a pesar del tiempo, el papel de quienes se sientan es esos sillones ha variado poco salvo en consideraciones técnicas.

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Hasta 1983, las Cortes no tenían sede; el pleno se convocaba de forma itinerante. Fue entonces cuando se tomó la decisión de utilizar el Castillo de Fuensaldaña como sede provisional. Las Cortes se instalaron en esta localidad hasta 2007, cuando, con el arranque de la sexta legislatura, empezó a funcionar la nueva sede y esta vez ya definitiva localización del órgano legislativo de la comunidad autónoma. El edificio fue obra del granadino Ramón Fernández Alonso, ejecutada por los arquitectos vallisoletanos Leopoldo Cortejoso García y Juan Antonio Coronado Sierra.

Son muchos los aspectos que marcan las diferencias entre el antiguo y el nuevo Parlamento. Al tratarse de un edificio histórico, en el Castillo de Fuensaldaña no fue posible hacer ninguna reforma importante. El hemiciclo se construyó en el patio de armas y el espacio reservado para los procuradores tuvo por fuerza que habilitarse con mesas continuas y totalmente inmóviles. Destaca en ellas el cenicero ubicado en la parte inferior y sus cómodas butacas a pesar de que estaban muy poco separadas. La actual sede, en plena avenida de Salamanca ya en la capital, ofrece un diseño de nueva construcción y, por ello, adaptado a las necesidades de la oratoria y el voto. Los procuradores disponen de escaños individuales con forma de almenas en recuerdo de aquel castillo. Otro de los cambios más importantes tiene que ver con las votaciones. Nadie en Fuensaldaña conoció el interruptor, todo era a mano alzada y, en algunos casos, se ponían incluso de pie. El nuevo espacio trajo consigo las votaciones de forma electrónica. Cada procurador dispone de botones en su propio escaño y los pulsan en función de su acuerdo con la propuesta.

No es difícil constatar la evolución técnica que ha conllevado el traslado. En Fuensaldaña no se conoció la informática dentro del hemiciclo; lo más moderno que se podía encontrar eran dos máquinas de escribir electrónicas. Entre 1985 y 1986, empezaron a llegar los primeros ordenadores, un teléfono y micrófonos para cada procurador. Fueron instalados en la parte inferior del escaño. En cambio, en la sede actual, la tecnología evolucionó conforme a la del resto de la sociedad y dispone hasta de televisiones que facilitan el seguimiento de las sesiones desde otros espacios, incluso la cafetería.

Los tiempos cambian y hacen imposible pensar en trabajar hoy en día como hace un par de décadas debido a la falta de medios y a la escasez de personal. En el castillo apenas había una docena de personas en 1983, el edificio de la capital cuenta ya con una plantilla de noventa. Fuensaldaña era, sin embargo, más entrañable y acogedor para quienes cada día recorrían sus estrechos pasillos y luchaban por el espacio. La contrapartida es que las relaciones son menos estrechas.

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Las tribunas de invitados también conocieron una evolución considerable. El castillo contaba con poco más de una treintena de butacas y el espacio tenía que compartirse con los medios de comunicación. El hemiciclo actual resuelve, tanto para periodistas como invitados, estas carencias con espacio.

Todo esto ha cambiado en 32 años únicamente el envoltorio porque el contenido y su labor siguen siendo los mismos: desarrollar legislativamente la comunidad tal y como se recoge en el Estatuto de Autonomía.

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