francisco gómez
Sábado, 30 de agosto 2014, 11:37
La imagen más habitual muestra a Santa Teresa de Jesús con una pluma en actitud de escribir. Y no parece una exageración porque si además de su inmensa labor reformadora y espiritual algo hizo la abulense, fue escribir. Sólo hablando de cartas, se calcula que a lo largo de su vida escribió más de 15.000, a lo que hay que sumar sus libros y algunos otros papeles con poemas y reflexiones.
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A Teresa se le pueden seguir los pasos a través de sus fundaciones y sus pensamientos, pero también de sus letras. Es algo que ha hecho el padre Tomás Álvarez. Desde el Carmelo burgalés ha dedicado los últimos años a recoger de manera exhaustiva todos y cada uno de los manuscritos originales de la mística abulense de los que se tiene constancia: desde la primera página del Libro de la Vida -su primer autógrafo original que se conserva, hasta la última carta, que en su viaje desde Medina del Campo a Alba dicta pocos días antes de morir pero en la que la religiosa aún tiene fuerza para añadir una breve y cansada dedicatoria final.
Son cientos y cientos de páginas la que componen un catálogo que el padre Tomás Álvarez subraya como «absolutamente excepcional», ya que «no hay casos similares de autores de los que tengamos tal cantidad de manuscritos autógrafos que hayan logrado sobrevivir cuatro siglos, de hecho lo habitual es que tengamos muy poco o nada, como ocurre con Cervantes o San Juan de la Cruz, de los que no nos queda ni una línea original», añade.
Por eso, considera que «el valor de este inventario no es que saque a la luz inéditos, sino que por primera vez en la historia se haya hecho un trabajo de recopilación de estos escritos cuyo volumen abrumador es ya una novedad en sí misma», afirma. Eso no quiere decir que no haya algunas sorpresas. Así, han aparecido algunas cartas teresianas de las que los historiadores no tenían noticias. Se han localizado textos autógrafos en México, Buenos Aires y un pequeño manuscrito en Praga.
Para Tomás Álvarez este hecho representa también otra de las características peculiares del corpus teresiano, «si es raro que hayan sobrevivido tantos autógrafos, también es muy destacable el hecho de que estén repartidos los textos por muchos países de Europa y también muchos países de América». En el catálogo realizado por el carmelita, figuran manuscritos conservados en España, Portugal, Francia, Italia, Bélgica, Reino Unido, Austria, Chequia y Polonia, si hablamos de Europa; mientras, en América se han preservado textos autógrafos en México, Argentina, Estados Unidos, Ecuador, Perú, Chile y Cuba.
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