En San Román de Hornija se dan muy buena maña en los fogones. Hace algunas semanas visitamos a Angelines, una simpática sanromaniega que nos cocinó un arroz con pollo para chuparse los dedos. Hoy, nos abre las puertas de su casa, su vecina Paulina Rodríguez ... Alonso, quien quiere mostrarnos una receta que siempre le acompaña en los momentos más especiales. La aprendió en 1975 de un libro de cocina y desde entonces, no hay evento familiar que se precie, que no tenga este postre como protagonista. La ha ido mejorando con los años al gusto de los suyos. Se trata de unos huesecillos dulces que prometen estar deliciosos. «Esta receta se la he pasado a muchísimos de mis vecinos. En todos los cumpleaños familiares la hago, junto con los bizcochos que me quedan estupendos. La repostería es mi pasión. Con los huesecillos y un café quedo fenomenal y todo el mundo disfruta en grande. Siempre tengo hechos en casa, llevo a la piscina en verano y mis hijas también solían llevarlos como almuerzo para los recreos», explica nuestra cocinera de hoy.
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Su casa de San Román es su mejor refugio. Allí es donde más disfruta con su marido Javier, con sus dos hijas, sus yernos y sus 2 nietas. Les encanta disfrutar del pueblo y de todos los entretenimientos que les ofrece. Él se divierte con la moto y la jardinería. Ella cocinando y acudiendo a las Aulas de Cultura donde aprende y se lo pasa bien con sus vecinas. «Yo soy de Medina de Rioseco y mi marido es de San Román. Aquí siempre me he sentido muy bien acogida», dice.
Pauli tiene esta receta muy interiorizada de tantas veces que la ha hecho, y aunque reconoce que ahora la hace «a ojo», ésta vez ha pesado milimétricamente todos los ingredientes. «Es muy fácil y espero que se anime mucha gente a hacerla», comenta.
Tiempo de preparación
15
Tiempo de cocción
15
Tiempo total
30
Comensales
6-10
Categorías
Listado
8 cucharadas de aceite de oliva
16 cucharadas de leche
100 gr. de azúcar
300 gramos de harina
1 chorrito de anís
1 poquito de levadura Royal
Nos ponemos manos a la masa y lo primero que hacemos es echar la leche, el aceite y el azúcar en un tazón. Removemos muy bien y añadimos el chorrito de anís al gusto. «Si alguien lo quiere un poco más alegre, puede ser más generoso», dice con buen humor, mientras sigue dándole a la cuchara. A continuación echa la harina, poco a poco y sigue revolviendo. Añade también la levadura Royal. «No hay que echar el sobre completo, para que no queden muy abiertos. Si vemos que la masa está demasiado blanda, echamos otro poquito de harina», informa. «Yo suelo empezar a mover con la cuchara y la termino a mano, pero sin amasarla demasiado, que no son rosquillas. Hago muchos postres y esta masa es la que más veces he hecho en mi vida y la que mejor controlo. Sabemos que ya está lista cuando no se quede pegada a las manos», añade.
Tras un reposo de unos 10 minutos empezaríamos el 'modelado'. Pauli va pellizcando la masa, cogiendo pequeños trocitos y haciendo rulos. «Tienen que quedar de un grosor aproximado de un centímetro y al final los aplastamos por ambos lados, para darle forma de hueso. En el libro no venía foto de los huesecillos terminados, así que… la apariencia de hueso me la imaginé y así empecé a hacerla. Parece difícil, pero en realidad es muy sencillo», cuenta.
Mientras los va dando forma, pone a calentar abundante aceite en una sartén honda para freírlos. En ella introduce una cáscara de naranja para que el aceite coja sabor. Antes de echar los huesecillos a freír, les hace un corte longitudinal con el cuchillo, sin llegar al fondo. «De esta manera se abren con el aceite caliente y se cuecen más por dentro. Esto tampoco venía en la receta original, es de cosecha propia», comenta. «En el momento en el que la cáscara esté doradita, la retiramos y el aceite estaría listo. Los vamos echando para que se frían», dice mientras lo hace.
Los huesecillos comienzan a flotar en el aceite y van cogiendo forma de auténticos huesos. Cuando tienen buen color, se extraen y se colocan sobre papel absorbente. Cuando ya están todos fritos y fríos, se colocan sobre una fuente, y se espolvorea por encima azúcar glas y estarían listos para disfrutar. «Esta bandeja la he hecho yo con la técnica del decoupage. Me encantan las manualidades, sobre todo, el punto de cruz», comenta Pauli.
El resultado es espectacularmente bueno. Los huesecillos son dulces pero no empalagosos. Un postre muy socorrido e ideal para sorprender a tus invitados en cualquier ocasión. Pauli, además también borda los bollos, las pastas, las cocadas, las orejas, torrijas y buñuelos y entre los platos principales, sus especialidades son el solomillo al hojaldre, el conejo y el arroz con pisto. «Mi madre cocinaba bien, pero realmente con ella no pude aprender mucho, porque con tan sólo 14 años, me fui a Vitoria a trabajar. Más bien he sido autodidacta», explica.
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Pauli en el pueblo nunca se aburre. Además de las Aulas de Cultura, también va a pilates y los cafés con las amigas, son muy frecuentes. «Este pueblo tiene mucha vida y una gente muy buena. Aquí somos muy felices», afirma.
Buenísimos. Los huesecillos de Pauli, no pueden estar más buenos ni ser más fáciles de cocinar. ¿Te atreves a intentarlo? Cada semana nos acercamos a un pueblo de nuestra provincia para cocinar un plato tradicional. Geña, de Villafranca de Duero nos ha enseñado su receta de pollo en pepitoria,Gaspara nos ha cocinado leche frita en Gallegos de Hornija y Angelines arroz con pollo en San Román de Hornija. Esperamos tus aportaciones en los comentarios de esta noticia. Y ya sabes que en la sección Comer y Beber en Valladolid, encontrarás interesantes rutas, tradiciones y curiosidades gastronómicas de la cocina de nuestros pueblos. ¡Sigue leyéndonos!
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