![«Si la hubiera visto un médico durante el confinamiento, mi hermana podría estar viva»](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202010/06/media/lidiabayona.jpg)
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«Cuando vi la cara de mi hermana después del confinamiento, vi la muerte en ella». Es el testimonio de Fátima Bayona Gómez, hermana de Lidia, que falleció en el Hospital Universitario de Burgos el 27 de julio después de ser «ignorada» por Atención Primaria durante el confinamiento, en un proceso que empezó con vómitos en el mes de marzo y que concluyó en julio tras detectar dos tumores (ovario y conductos biliares) a finales de junio.
Tras permanecer cuatro días de baja en la residencia de ancianos de Villimar donde trabaja, Lidia, de 53 años, se puso en contacto con su médica de cabecera en plena explosión de la pandemia en España por unas náuseas que padecía. «Al principio ni la querían dar la baja. Durante los meses de abril y mayo, mi hermana llamaba a su médica de cabecera porque seguía con vómitos, diarreas y la orina era marrón. Todo esto me lo comentaba por teléfono porque no nos podíamos ver.
«Me repetía que no estaba bien», relata con la voz entrecortada Fátima, que lamenta la respuesta que le dieron tras esas llamadas desde el centro de salud José Luis Santamaría. «Sin atenderla y sin conseguir un volante para hacerse análisis, la médica solo decía que eran los nervios y una gastroenteritis. Mientras tanto, mi hermana ya había perdido 7 kilos», continúa.
La respuesta del sanitario tranquilizaba a Lidia, pero no a su hermana que la propuso acudir a un especialista privado. «Con la mierda de la covid-19 no podíamos ir a verla porque hasta pensábamos que podía ser un falso negativo. La llevábamos la comida, medicamentos, suero, pero no teníamos contacto... En ningún momento su médica dijo de verla de forma presencial o vete a Urgencias.», lamenta Fátima.
Con el inicio de la desescalada ya en la provincia y con 12 kilos menos, Lidia «por fin» pudo concertar una cita con su médica a mediados de junio. «El 22 de junio trasladamos a mi hermana a diagnóstico rápido y tan solo la hicieron unos análisis. Acto seguido me personé ante la médica de cabecera y pregunté que qué habían hecho con mi hermana. La respuesta de ella fue que todo estaba bien menos los marcadores tumorales, que estaban en 9.000 cuando lo normal eran 39. Empecé a llorar y me dijo que algo pintaba mal, que estaba concertando una resonancia», prosigue entre lágrimas Fátima.
Tras la resonancia, Lidia, que vivía sola, volvió a su hogar. «Por la tarde ya vi que mi hermana no se podía mover al estar con 39 grados de fiebre. Estaba desnutrida. Directamente la llevamos a Urgencias y el mismo 24 de junio por la noche se quedó ingresada. Un mes después, falleció», describe Fátima, que a los pocos días conoció el porqué del estado de su hermana. «Tenía dos tumores muy grandes, uno en un ovario y otro en los conductos biliares. Estuvimos tres meses pensando que era covid, gastroenteritis o nervios, como decía su médica», apunta.
El 15 de julio, Lidia entró en quirófano para extirpar los tumores, aunque la intervención se complicó y pasó cinco días en la UCI. «El 24 de julio tuvo una parada de corazón por una hemorragia interna en la que había perdido tres litros de sangre en el abdomen. Más de la mitad de lo que una mujer tiene en el cuerpo. Nos dijeron que la hemorragia era muy grave y no sabían si iba a vivir. A los dos días, murió», añade.
Cinco meses de agonía para la familia Bayona Gómez y que aún no se ha detenido. «Estamos recopilando los papeles e informes para denunciar. Nos faltan los de Atención Primaria, que están pedidos desde hace un mes. Tenemos los del HUBU, pero queremos los de Atención Primaria para certificar las llamadas que hizo mi hermana durante el confinamiento y que no la hicieron ni caso. A mi hermana la han dejado morir. Si la hubiera visto un médico durante el confinamiento, mi hermana podría estar viva«.
«El cáncer dio la cara tres meses antes de morir. Están dejando morir a las personas.», lamenta Fátima sobre la historia de su hermana, la segunda que se conoce de similares circunstancias tras el caso de Sonia Sainz-Maza, fallecida en agosto por un cáncer tras no conseguir ninguna cita en Atención Primaria.
Tras las circunstancias, la familia de Lidia ha escrito a la consejera Verónica Casado para obtener una respuesta que aún no ha recibido. Por su parte, Sacyl no aportó ayer ninguna información sobre el caso de Lidia.
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