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María del Carmen Bartolomé desapareció el pasado lunes en Gamonal y seis días más tarde no existe indicio alguno de su paradero. La mujer, de 54 años, y con problemas mentales en el momento de su desaparición, fue vista por última vez en la ... zona de las Torres y desde entonces, nadie la ha visto. «No hay cámaras ni testigos a los agarrarse», lamenta Álvaro Martínez, responsable del Grupo de Rescate Espeleológico y de Montaña de Burgos (GREM). Únicamente se cuenta con una fugaz imagen de la mujer pasando por delante de una cámara de seguridad de un establecimiento, pero poco o nada aporta a la dirección que pudo tomar María del Carmen.
Los días se acumulan y las probabilidades de encontrarla con vida hace días que son de cero. La cruda realidad es que, superadas las 48 horas de desaparición, el 90% de las personas desaparecidas son encontradas ya fallecidas. Si el intervalo de tiempo lo llevamos a las 72 es del 100%, advierte Martínez. Y es que, en el caso de María del Carmen, «es como si se la habría tragado la tierra», explica el responsable del GREM, con muchos años de experiencia en la búsqueda de personas.
En estos momentos, el dispositivo de búsqueda está formado por Policía Nacional, Protección Civil, Cruz Roja y el GREM. Cerca de 20 personas voluntarias, además de perros adiestrados, recorren diariamente las zonas menos transitadas de ese radio en el que se presupone que puede estar María del Carmen. Además, durante el fin de semana, se han sumado efectivos en los que son las horas con mayor trabajo de búsqueda de la mujer.
Álvaro Martínez
Sin embargo, la realidad es que el radio de 4 kilómetros trazado a partir del punto en el que se la perdió la pista alberga 56.000 hectáreas de terreno. Una zona difícilmente abarcable, incluso cuando el número se reduce a las 18.000 hectáreas que quedan una vez se descuenta el entramado urbano que es transitado. De ahí que las labores de búsqueda se centren en Villímar, Villafría y Cotar, porque cuentan con zonas de escasa presencia de caminantes. Pero lo cierto es que «es como buscar una aguja en un pajar», explica Martínez.
Además, los problemas mentales que atravesaba María del Carmen en el momento de la desaparición hacen aún más difícil la predicción de patrones de movilidad que manejan en el GREM. «No sigue una rutina» y eso hace que «demos palos de ciego», asegura el responsable del GREM, quien espera que el dispositivo acabe dando sus frutos cuanto antes para reducir el sufrimiento de la familia.
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