Poza de la Sal: «El legado de la sal»

Forma un escalón natural con el páramo de Masa que ofrece unas espectaculares vistas de la llanura cerealista de La Bureba. Poza de la Sal es una belleza con estrechas callejuelas con sabor medieval, donde la sal ha dejado un legado patrimonial y etnográfico único en Europa. Un casco urbano que fue declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1982.

En lo alto destaca el castillo y una muralla desde donde se controlaba la entrada a la localidad y el salero. En la ladera se encuentran los restos del palacio de los marqueses de Poza y la ermita de Santa Cecilia. Al otro lado del lienzo de muralla -que desde el caserío por el sur sube hacia el castillo- encontramos las ruinas de la ermita de San Juan. De aquella época medieval se conserva gran parte de su muralla, con puertas como la principal de la villa, la del Conjuradero, donde se conjuraban aquellos nublados que amenazaban las cosechas. Estas puertas, hoy en día, dan acceso al casco urbano en el que se apiñan casas de adobe y un entramado de madera y donde se sitúa la iglesia parroquial de San Cosme y San Damián.

La villa está inundada de rincones con encanto, como la Plaza Nueva, la Plaza Vieja, el ayuntamiento y la plaza de la Villa. Si se sale del casco urbano hacia las salinas, se llega a un conjunto de lavaderos, abrevaderos y fuentes del siglo XVIII. Constituyen una de las obras civiles más importantes y peculiares de la villa. También el tramo inicial del acueducto, con tres arcos de medio punto que se observan a la perfección desde el puente.

Otro de los atractivos se centra en Las Salinas, situadas justo en el borde del páramo de Masa, donde los terrenos descienden bruscamente hacia la planicie burebana, como un inmenso cráter de más de dos kilómetros de diámetro. Se trata de uno de los diapiros más perfectos que existen. Allí se puede visitar el Centro de Interpretación de Las Salinas, en un edificio construido en 1786 por orden de Carlos III. El valor didáctico del centro se establece en torno al conocimiento del diapiro y la divulgación del proceso tradicional de explotación y elaboración de la sal.

En conclusión, Poza es un rincón privilegiado testigo también de la infancia de Félix Rodríguez de la Fuente, que nació en la villa el 14 de marzo de 1928. Un espacio dedicado a su infancia en la Oficina de Turismo abre el 'Itinerario Urbano Tras las huellas de Félix', una opción ideal para callejear y descubrir la villa salinera desde la mirada de un joven Rodríguez de la Fuente.

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