Pablo de Rojas y José Ceacero, perfiles novelescos detrás de las monjas de Belorado

Berlanga o José Luis Cuerda harían maravillas con la historia de Belorado. No tanto con las religiosas como con los dos personajes principales de esta trama, el barman coctelero (José Ceacero) y el obispo por decisión de El Palmar de Troya (Pablo de Rojas). Porque estos dos personajes, según informa BURGOSconecta, están haciendo tambalear la vocación de unas monjas que llevan, alguna de ellas, decenas de años en la clausura rezando por las mujeres y los hombres de estas generaciones.

La realidad supera a la ficción. Los personajes retratados por Luis Berlanga en la trilogía nacional (La Escopeta Nacional – Patrimonio Nacional – Nacional III) o por Cuerda en 'Amanece que no es poco', se quedan pequeños con los que representan José Ceacero (antes Fran Ceacero y José Ortega) y por Pablo de Rojas.

De Rojas y Ceacero se atribuyen el tratamiento de 'don' y el de 'usted' como dignidades eclesiásticas. Pero ambos tienen sus diferencias y hasta podrían tener intercambiados los papeles. De Rojas y Ceacaero son especialistas en ofrecer diferentes caras.

El presunto obispo, Pablo de Rojas, con sus convicciones franquistas, la defensa a ultranza de los símbolos como la bandera con el águila, el Valle de los Caídos y los insultos que dirige a diestro y siniestro, junto con los sermones ofensivos a la fe y a la razón, parece un personaje de ficción.

Sedevacantista, antivacunas, príncipe elector del Sacro Imperio Romano Germánico (comprende toda centro Europa e Italia) y cinco veces grande de España… conforman el elenco de títulos impostados de De Rojas.

Asegura De Rojas que la Pía Unión fundada por él, es la única iglesia verdadera; que el Concilio Vaticano II es una farsa y que Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, el Padre Bendicto XVI (así lo llaman) y Francisco (que no es siquiera cura, dicen) son falsos papas.

La web Infovatica informaba de que De Rojas ha intentado, antes de fundar la Pía Unión, entrar en iglesias cismáticas de diferente índole, anglicanas incluidas. Ahora mismo, la Iglesia conisdera a la Pía Unión una secta.

Fran, don José, padre Ortega ¿Cómo hay que llamar a Ceacero? Dos caras tiene este presunto sacerdote nacido, como De Rojas, en Linares en los años 80. Es un hombre que se presta a dar declaraciones a los medios de comunicación. Disfruta delante de un micrófono. Es locuaz, usa bien las palabras y predica delante de los periodistas como si estuviera en un púlpito.

De su etapa en Bilbao como coctelero y como presidente de una asociación de barmans, tiene ese aire pícaro, de encantador de serpientes, de hombre de la noche y la madrugada bilbaína que cuadra muy poco o nada con la austeridad y el oscurantismo de la época preconciliar.

Presume de que su sotana esta «usadísima, fíjese», me decía en la primera entrevista con él en el atrio del convento, el 14 de mayo, un día después del cisma. Contrasta con el showman que aparece en las televisiones de Bilbao hace sólo cuatro años, denunciando la situación por la que su asociación de barmen pasaba con otra asociación de hosteleros de la ciudad del Botxo.

La otra cara es más siniestra de José Ceacero es la que presenta en los sermones a las monjas. Unas exhortaciones a mitad de camino entre el respeto -las trata de usted- y el infantilismo religioso, cuando las exhorta a rezar el 'Jesusito de mi vida' todos los días. Como si las religiosas fueran niñas a las que catequizar.

Ambos están muy convencidos de que tienen razón. Y que con declararse fuera de la jurisdicción de la Iglesia (la que ellos llaman falsa), la conciliar… es suficiente para que su derecho no rija.

Solo se van marchar cuando el juez diga. Para ese momento, igual es un poco tarde ya y amanece por el oeste.

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